La obra sustancial de Concepción Arenal (1820-1893) supone un auténtico placer, conscientes de la singularidad de su personalidad y de la trascendencia social, política y jurídica de sus innumerables aportaciones. Concepción Arenal es, junto a Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro y Gertrudis Gómez de Avellaneda, la escritora más representativa del esfuerzo de la mujer del siglo XIX por incorporarse a la esfera pública con notable éxito.
Escritora y activista social española logró sortear las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad, Concepción Arenal estudió en Madrid derecho, sociología, historia, filosofía e idiomas. Mi padre reiteraba que tuvo que acudir a clase disfrazada de hombre.
De sus obras sobre la condición femenina sobresalen La mujer de su casa y La mujer del porvenir. En La mujer de su casa (1895), estudió los problemas a que debía enfrentarse la mujer española de su tiempo para ocupar digna y eficazmente el puesto en que la sociedad necesita. Sostuvo que era una profunda y nefasta equivocación del hombre la de mantener el principio de que la mujer perfecta “no piensa más que en su casa, en su marido y en sus hijos”. En La mujer del porvenir (1868), señaló la contradicciones en la consideración de la mujer (“Si la ley civil mira a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e intelectualmente considerada, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando delinque?”), combatió los prejuicios sobre la supuesta inferioridad fisiológica, moral e intelectual de la mujer y exploró las consecuencias de su acceso a la educación y al trabajo.
Recordemos: Todas las cosas son imposibles, mientras lo parecen. Abrid escuelas y se cerraran cárceles. Colectividad que no sabe pensar, no puede vivir. La injusticia, siempre mala, es horrible ejercida contra un desdichado.
Emilia Pardo Bazán (1851-1921) está considerada la mejor novelista española del siglo XIX y una de las escritoras más destacadas de nuestra historia literaria. Además de novelas y cuentos escribió libros de viaje, obras dramáticas, composiciones poéticas y numerosas colaboraciones periodísticas, a través de las cuales su presencia fue constante en la España de su tiempo. Tanto su obra como su vida representan un manifiesto de la capacidad de la mujer para ocupar en la sociedad los mismos puestos que el varón, sin renunciar a lo específicamente femenino.
Fue en mitad de esta nueva corriente donde se desarrolló la producción novelística de Pardo Bazán, que estaría fuertemente influenciada por el realismo y el naturalismo francés. A finales de 1870 ya habían aparecido sus primeras novelas, pero fue a partir de 1882/83, con la publicación de Una cuestión palpitante, cuando dio un giro definitivo con sus análisis de la obra de Émile Zola y la defensa de un naturalismo a la española.
Pardo Bazán mantuvo uno de los bellos amores literarios con Benito Pérez Galdós. Vale la pena recordar algo. “Pánfilo de mi corazón: rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastaré. Después hablaremos dulcemente de literatura y de la Academia y de tonterías. ¡Pero antes morderé tu carrillito“, manda en una carta Bazán a Galdós.
Unas letras que nos transmiten la felicidad de la pareja, y nos permiten conocer el lado más personal de estos dos increíbles escritores. Por ejemplo, tras volver de un viaje por Europa, Emilia escribe en su misiva: “Mi bien, mono, compañerito, que te acuerdes mucho, mucho, de mí, y con las mismas saudades que yo de ti”.
En un documento firmado ante notario en 1843 doña Teresa de Castro reconoce a Rosalía como su hija natural y da como fecha del nacimiento el 23 de febrero de 1837. El documento estaba con los papeles del expediente de boda de Murguía y Rosalía. Murguía había solicitado la exención de las tasas, por escasez de recursos económicos, y la Iglesia lo había archivado en la sección de “pobres” donde a nadie se le había ocurrido buscarlo. Allí lo encontraron en 2021 la investigadora Sagrario Abelleira y la archivera Irene Galindo.
Escritora española en lenguas castellana y gallega. Perteneciente por línea materna a una familia noble, su adolescencia estuvo dominada por una profunda crisis debida al descubrimiento de su condición de hija ilegítima de un sacerdote, y por una delicada salud, que jamás mejoró. La obra de Rosalía, que se mueve entre una preocupación de tipo social por las duras condiciones de los pescadores y los campesinos gallegos y otra de carácter metafísico que la sitúa dentro de la literatura existencial, se ha equiparado a la de Gustavo Adolfo Bécquer en tanto que representante tardía del Romanticismo español, si bien esta relación viene más por la comunidad de fuentes literarias que por una real afinidad de actitud literaria y vital. Bécquer y Rosalía son señalados por la crítica como los iniciadores de la poesía española contemporánea; los versos de Rosalía anticiparon algunos aspectos del modernismo de Rubén Darío, y su influencia se extendió, a través de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, a la generación del 27.
La poesía de Rosalía de Castro denota ansiedad, una inquietud angustiada ante extraños presentimientos que se perciben como propios en el más cercano entorno. Asimismo, su sensibilidad proyectó un conjunto de magníficas visiones del paisaje gallego en las que predomina una atmósfera gris de tristeza indefinible. Esa sensibilidad fue la que transportó una concepción de la naturaleza como la de una realidad animada, misteriosa, y cuyos signos más visibles hablan de una vida doliente.
Mucho podemos escribir sobre Maruja Mallo, una pintora de alcance mundial. Como en los casos anteriores daremos una señera semblanza de su significado como mujer comprometida, como artista y su trascendencia a nivel mundial.
Ana María Gómez González (nombre original de Maruja Mallo) nació el 5 de enero de 1902 en Viveiro, una ciudad del norte de Galicia. Siendo la cuarta de catorce hermanos y hermanas, contó con unos padres adelantados a su época: educaron a todos sus hijos en la igualdad. Así, la pequeña pudo disfrutar de una libertad que pocas niñas tenían y de una infancia en la que le era permitido montar en la bicicleta de sus hermanos y unirse a ellos en todos los juegos como una más.A los once años, Maruja Mallo se trasladó junto a su familia a Avilés, Asturias. Su padre, que había observado el creciente interés de la joven por el arte, aprovechó para matricularla en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés, dando así comienzo a la carrera de una de las pintoras españolas más influyentes e importantes del siglo XX
Casi una década después, en 1922, la familia se mudó a Madrid. Apasionada por la pintura y decidida a dedicar su vida a ese arte, Maruja Mallo aplicó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue la primera mujer en aprobar los exámenes para Bellas Artes y la primera en ser admitida en la academia.
Una pintora gallega que cosechó la amistad y la admiración de figuras como Ortega y Gasset, Picasso, André Breton, García Lorca, Buñuel, Ramón Gómez de la Serna o Rafael Alberti, entre otros. Su obra tiene influencia de los surrealistas, si bien su estilo es muy personal.
Otra de las anécdotas más recordadas de la juventud de Maruja Mallo fue la que dio nombre a ni más ni menos que “Las Sinsombrero”, el grupo de mujeres artistas e intelectuales implicadas en los movimientos de la Generación del 27.
Paseando un día junto a Manso, Lorca y Dalí por la Puerta del Sol de Madrid, los amigos decidieron sacarse los sombreros para “descongestionar las ideas”. Al verlos, los transeúntes empezaron a gritarles e insultarles, incluso los llamaron “maricones” ya que, tal y como explicó la misma Mallo: “se conoce que por no llevar sombrero nos identificaban con el tercer sexo”. Cuando los agresores empezaron a lanzarles piedras, los amigos corrieron a resguardarse, excepto Dalí que, al parecer, provocó a los viandantes gritando que sí eran del “tercer sexo”. Maruja Mallo también se relacionó, entre otros, con los poetas Rafael Alberti, Miguel Hernández y Pablo Neruda.
Este suceso dio nombre al grupo de mujeres vanguardistas formado por Concha Méndez, María Zambrano, Ernestina de Champourcín, María Teresa León, Josefina de la Torre, Rosa Chacel, Margarita Gil Rösset, Margarita Manso y Maruja Mallo, entre otras. Estas reclamaron su autonomía e independencia, al igual que una formación intelectual igualitaria con respecto a los hombres. Se dedicaron a la pintura, la novela, la escultura, la poesía, la ilustración y el pensamiento, reflejando en sus obras los nuevos conceptos de modernidad con una actitud revolucionaria.