Cuando el famoso hotel Trocha pudo salvarse

Written by on 10/05/2024 in Critica, Cronica, Literatura - No comments
Literatura. Crónica. Crítica.
Por Mario Blanco.

Hotel Trocha. Cortesía del autor.

Corrían los finales del año 1986 cuando el Partido, no el pueblo, nos eligió alcalde, presidente del Poder Popular del Municipio Plaza de la Revolución, en Ciudad de La Habana. Uno de los principales problemas del municipio, de la capital y de toda Cuba, y en todo momento, ha sido la vivienda, por lo que gran parte de nuestro trabajo versaba sobre esta esfera. Es por ello por lo que inmediatamente de establecernos en nuestro cargo, se nos acercó el brillante arquitecto Mario Coyula, planteándome la necesidad de salvar de las ruinas al famoso hotel Trocha, ubicado en Calzada y 2, El Vedado, explicándome la trascendencia histórica que tenía el mismo y su armoniosa arquitectura del siglo XIX, siendo entonces su fundador el famoso catalán Buenaventura Trocha. Dentro de la historia de esta obra, se encuentra que había sido sede de la firma por parte de España de la capitulación de la Ciudad de La Habana en 1899. El poeta Julián del Casal le dedicó una de sus crónicas al Vedado y al hotel, publicada en el periódico La Discusión, de 23 de enero de 1890.

Todo el que vive en La Habana lo ha visitado alguna vez. Tiene el brillo de una moneda nueva y la alegría silenciosa de las poblaciones. La miseria no ha penetrado en sus ámbitos y sus habitantes parecen dichosos. Allí se refugian, en los meses de verano, los que el calor destierra de la ciudad, los escasos poseedores de bienes de fortuna y los que no se atreven a alejarse del suelo natal. Dentro de este sitio encantador, se han levantado, en los últimos años, numerosos edificios, construidos a la moderna y de diversas proporciones. El más grande de todos es el salón Trocha, nombre igual al de su propietario. En los primeros años ha sido el punto de reunión de los temporadistas, y se encuentra convertido en magnífico hotel, semejante a los de Niza, Cannes, San Sebastián y otras ciudades balnearias.

Se hospedaron en el Trotcha entre otros, el poeta Rubén Darío y la brillante actriz Sarah Bernhardt, la cual tuvo un sonado romance en este lugar con el también famoso torero Mazzantini. Me agregó Coyula que nuestra ilustre poetisa Dulce Maria Loynaz, más tarde premio Cervantes en 1992, apoyaba firmemente esta idea por toda la trascendencia histórica que ese local contenía, incluso por primera vez ella y muchos otros habaneros habían observado la luz eléctrica, en dos bombillas que el dueño catalán había ordenado montar al frente del edificio. La poetisa estaba interesada en mostrarme su interés personal, por lo que solicitaba la visitásemos en su casona familiar de la calle Línea y 14 en nuestro municipio, cosa que hicimos de inmediato en los siguientes días, y recordaré eternamente la amabilidad, sencillez y modestia de esa excelsa cubana.

Hotel Trocha. Cortesía del autor.

En visita efectuada entonces al renombrado Hotel Trocha, que apenas se encontraba a unos pasos de la sede del gobierno municipal, constatamos además una situación engorrosa aparte de su ya avanzado estado destructivo, y es que se encontraban viviendo en sus ruinas de forma ilegal, varias familias que por una u otra razón habían perdido su vivienda o no poseían la misma. Ya antes, el gobierno anterior había pretendido desalojar a estos núcleos sin éxito alguno. Entonces ideamos la fórmula de constituir una micro brigada constructiva con la mayoría de los habitantes del lugar, para construir un edificio adonde ellos irían a vivir y así estaría libre el inmueble para su posible rescate. Con estas armas fuimos a la reunión provincial, cuando se discutió el plan municipal de reparación y construcción del municipio. Lamentablemente se nos informó, que los recursos eran muy limitados y que la mayoría de los mismos serían para la construcción de nuevas viviendas, y que los habitantes de aquel lugar eran ilegales que no tenían ningún derecho a estar allí, y que, si bien se comprendía la historia de aquel lugar, no había por el momento recursos para emprender tamaña tarea. Demás está decir que el Partido Municipal nos fustigó por no haber consultado antes esa iniciativa gubernamental, aunque estuviese apoyada por la Dirección Provincial de Arquitectura. Bien temprano comprendimos que en nuestra sociedad, el Partido estaba para gobernar y el gobierno para obedecer, aunque durante nuestro período de mandato nos rebelamos múltiples veces contra esta forma de dirección.  Hace unos años supimos que el huracán Irma se encargó de sepultar los últimos vestigios de esta histórica construcción, que estuvo esperando por su salvación decenas de años y por la cual luchamos desde un inicio a través de una alcaldía sojuzgada y prisionera.

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About the Author

Mario L. Blanco Blanco, Santiago de Cuba, 1949. Ingeniero naval. Estudió en la Politécnica de Gdansk, Polonia. Trabajó durante algunos años en el Mitrans, organismo central en la dirección de inversiones. Durante el período del 1986 al 1989 se desempeñó como Presidente del Poder Popular del municipio Plaza de la revolución en Ciudad de la Habana. Trabajó luego en el sector marítimo de la Pesca. Fue director de la empresa de Tintorerías y Lavanderías de Ciudad de la Habana. Reside en Montreal, Canadá, desde 1997.

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