Crisis en México: EPN e imagen, control de medios y del mensaje

Written by on 28/04/2015 in Critica, Pensamiento - 1 Comment
Pensamiento Crítico.
Por Aurelia Fierros…
Enrique Peña Nieto. Oficial_foto

Enrique Peña Nieto, presidente de México. Foto de la Presidencia de la República de México. tomada de Wikipedia.com

En febrero de 2014, la portada de la revista Time llevó la imagen del presidente de México, Enrique Peña Nieto. El ángulo fotográfico era sugerente: de abajo hacia arriba. El resultado imponente. Así como le gusta al señor presidente.  Llevaba un  traje azul marino, con corbata de líneas rojas y azules. Su peinado impecable y su pose regia. Lucía como un líder ejemplar. En la parte media-baja de la carátula se leía el título “Salvando a México”.

El artículo de Time, destacaba las reformas estructurales introducidas por Peña Nieto, y planteaba que dicho logro en su primer año de gobierno, podría dar un giro tanto a la economía como a la violencia que azota al país.

Pero, esa imagen de “salvador” proyectada  internacionalmente, en mucho ha cambiado desde entonces.

Olvidemos la corrupción, la negligencia, la ineptitud, la avaricia y la arrogancia. La administración de Enrique Peña Nieto ha mostrado estar más preocupada en el control de la imagen presidencial, que en atacar efectivamente, la causa de los problemas de México: La imagen por encima de todo, a cualquier precio.

Por eso, no fue una completa sorpresa que la más reciente y radical acción para acallar una de las plataformas de opinión y análisis de mayor credibilidad en el país, haya sido dirigida contra la respetada periodista Carmen Aristegui y su equipo investigativo.  La comunicadora fue despedida la noche del 15 de marzo, como lo dio a conocer entonces MVS Radio, hasta ese día, su empleador.

La idea ya por un tiempo acariciada desde el poder, encontró su materialización eliminando a una voz por demás ‘incomoda’.  Aristegui fue ‘sacada del aire’.

Es entonces que nuestra atención se dirige hacia Los Pinos.  Eduardo Sánchez Hernández, ex vicepresidente corporativo de asuntos jurídicos y de telecomunicaciones de MVS, es —oportunamente— el actual vocero de Enrique Peña Nieto.

Según se sabe, hay grandes expectativas de que Sanchez consolide una estrategia de comunicación mucho más agresiva que la de su antecesor, la que permitió que la imagen del presidente cayera estrepitosamente desde el principio de su sexenio, y desde aquella tristemente célebre aparición en la Feria Internacional de Libro, en Guadalajara, donde fue ridiculizado. Sánchez Hernández es un abogado especializado en asuntos empresariales de radio y televisión y tiene experiencia legislativa, ya que fue diputado federal por el Partido Revolucionario Institucional.

Fiel a su partido y a su nuevo jefe, Sánchez es señalado como ‘la mano que mece la cuna’ en todo lo que tenga que ver con los medios.

Aristegui, quien desde 2009 era la presentadora de Primera Emisión —un programa matutino de alta audiencia en MVS Radio— había, entre otros, investigado y ‘destapado’ los escándalos acerca de las suntuosas propiedades de Peña Nieto, incluyendo, la mansión de $7 millones de dólares de la primera dama Angélica Rivera, llamada la “Casa Blanca” por sus paredes y pisos cubiertos en exquisito mármol, mansión que por cierto fue construida por la misma firma que había sido privilegiada con un contrato por 3,700 millones de dólares, para participar en la construcción y operación del primer tren de alta velocidad en el país.

La periodista a través de su unidad investigativa había descubierto además, una ola de casos de corrupción incluyendo otras propiedades también compradas a  contratistas del gobierno, por el secretario de hacienda de Peña Nieto, Luis Videgaray Caso; además de una red de prostitución administrada por la fracción del Partido Revolucionario Institucional, en la Ciudad de México. Dos miembros del equipo de investigaciones especiales que trabajaron en esos reportajes, fueron los primeros en ser despedidos, el jueves 12 de marzo.

MVS rescindió el contrato de Aristegui argumentando que no podía aceptar condiciones y ultimátums de sus empleados, ya que la periodista demandaba la reinstalación de sus colaboradores como “condición absoluta” para continuar con su programa.

MVS Radio acusó a Daniel Lizárraga y a Irving Huerta de una alianza con el recientemente implementado sitio de internet para filtraciones y denuncias anónimas, MexicoLeaks; con recursos de la empresa, y sin notificarla.

Durante su último programa, el viernes 13 de marzo, Aristegui defendió a sus colegas, diciendo que estos “deberían ser premiados, no castigados” y que su despido aparecía como una clara provocación para cortar nexos con su equipo.  Aristegui también defendió el uso de MexicoLeaks, como una herramienta esencial para combatir la corrupción.

Las acciones de MVS contra el equipo de Aristegui no fueron bien recibidas por la opinión pública.

Los comentarios en redes sociales, en diversas páginas de internet, columnas y otros foros periodísticos en México, reflejan hasta este momento, la sospecha de que hay mucho más detrás de la decisión de MVS, que mera indignación por el ultimátum de la periodista, o por el uso inapropiado de los recursos y la marca de la empresa, en el lanzamiento de MexicoLeaks.

La decisión de MVS es atribuida a los señalamientos hechos por el equipo de Aristegui, contra el presidente Enrique Peña Nieto, su familia y su gobierno.

La pregunta es: ¿Por qué se encuentra conflicto de interés en el uso de recursos de MVS para el lanzamiento de MexicoLeaks, pero no en el empleo de recursos públicos millonarios para beneficiar al empresario favorito del peñismo: Juan Armando Hinojosa Cantú, -o sea- el Grupo Higa? El asunto se trata pues, de una censura mal disfrazada.

El mismo Ombudsman de MVS, Gabriel Sosa Plata, dijo en su momento en una declaración escrita que la campaña lanzada contra Aristegui no tenía precedente y que estaba “fuera de proporción”.  Lamentó el despido de Aristegui diciendo que sobre el dialogo, había ganado la intolerancia.

Mientras tanto, las voces que denuncian abuso de autoridad y barbarie en México, continúan  multiplicándose en el exterior, y la crisis de credibilidad, se refleja en el repudio nacional.

En febrero, un reporte del prestigiado centro de estudios sobre conflictos “International Crisis Group”, con sede en Bruselas, Bélgica, señaló que las autoridades mexicanas “no han sido capaces de contener la crisis de confianza en el gobierno, en  todos sus niveles: municipal, estatal y federal”.

El organismo relaciona la agudización de tal crisis –y cito textualmente- con el secuestro y “aparente asesinato” de los 43 estudiantes de Ayotzinapa “por parte de una banda criminal con el supuesto apoyo de policías corruptos”.

El 5 de marzo pasado, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, colocó a México en la lista de los 38 países con serias violaciones a tales derechos. En su informe anual ante la ONU, Al Hussein dijo que México es un ‘cruel ejemplo’ de cómo la violencia criminal puede amenazar las ganancias democráticas logradas a gran esfuerzo.

También expresó su preocupación por la expansión de la violencia y por sus ligas con el crimen organizado, con las fuerzas de seguridad y con autoridades locales y federales, y señaló que la desaparición de los 43 estudiantes en Iguala, está muy lejos de ser un hecho aislado.

Pero, a pesar de las excesivas tácticas de control del mensaje, la imagen de la actual administración ha derivado en un “miserable fracaso”, y es ese exactamente el término utilizado por el prominente empresario británico Richard Branson y por el Vice Primer Ministro Nick Clegg cuando se refirieron a la guerra contra las drogas, durante la visita del presidente Peña Nieto a Gran Bretaña. Los comentarios fueron parte de un artículo editorial conjunto, publicado en el diario The Guardian, el día 3 de marzo.

Unos días antes, un correo electrónico enviado por el Papa Francisco a un legislador argentino de nombre Gustavo Vera, se hizo público en varios medios.  En la comunicación, el Papa decía que había estado hablando con algunos obispos mexicanos y que –cito textualmente- “la cosa es de terror”. El Papa además dijo: “ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización”, refiriéndose por supuesto, a su natal Argentina.

Esta misma semana -el martes-, durante la gala de la revista Time, el periodista mexicano Jorge Ramos, quien fue reconocido como una de las cien personas más influyentes del mundo, sin decir nombres, salió en defensa de los periodistas despedidos por la investigación de la Casa Blanca y se refirió a la corrupción en México, aludiendo directamente al Presidente Enrique Peña Nieto.

Ramos le envió un mensaje: “Señor Peña Nieto, comprar casas de contratistas y luego darles millones de dólares en contratos, eso es corrupción. Por eso, tanta gente quiere su renuncia y no nos vamos a callar”. Dijo.

Aún más, en una posterior entrevista con la propia Carmen Aristegui en la cadena CNN en español, Ramos agregó:

“Si se demuestra que Enrique Peña Nieto cometió actos de corrupción, debe renunciar”.

Por eso, en el contexto de los citados escándalos, las recientes capturas de capos de alto perfil en México, como Servando Gómez Martinez alias “La Tuta”, Omar Treviño Morales alias el “Z-42”, -y el miércoles pasado- José Silvestre Haro Mayam, alias “El Chive”, presunto líder del Cártel del Golfo en Altamira, Tamaulipas; son interpretadas como una estrategia para desviar la atención de sinnúmero de casos de brutalidad e impunidad, incluyendo los graves y lastimosos casos de Ayotzinapa y Tlatlaya.

Así las cosas, el uso de redes sociales y la implementación de Mexicoleaks como una plataforma para que los ciudadanos divulguen quejas e información de manera segura y anónima, es crucial.

Especialmente considerando el intenso bombardeo que la administración peñista realiza a través de un discurso triunfalista, propaganda favorable, boletines de prensa, retórica distractora, y manipulación sistemática de estadísticas… a fin de mejorar y mantener una imagen nacional que aplasta y casi anula la difusión de hechos brutales donde decapitados, desmembrados, incinerados, colgados, ejecutados con tiro de gracia y las narcofosas, son parte de la realidad existente, aunque silenciada.

No obstante, esta agresiva política de desinformación no es suficiente para borrar el hecho irrefutable de que el presente sexenio ha superado el número de muertos que en su momento, nos llenaba de horror durante el mandato del panista Felipe Calderon.

Según el reputado semanario Zeta de Tijuana, durante los primeros 20 meses del sexenio de Peña Nieto, la cifra de muertos llegó a 57 mil 899; lo que representa 14 mil 205 por encima del mismo periodo de Felipe Calderón.

A diciembre de 2014 y desde el inicio del mandato de Peña Nieto, han sido asesinados 22 periodistas y absolutamente todos los casos han quedado en impunidad, según denuncias realizadas por el propio gremio.

En México, los periodistas que no son silenciados por asesinato, lo son a través de las múltiples cabezas que tiene el monstruo de la censura, incluida la intimidación.

Por eso mismo, además de las investigaciones que tenía en curso el equipo de Aristegui, el proyecto Mexicoleaks, puso a temblar a la enmarañada red de complicidades del país. Esto es, desde  banqueros, empresarios, militares, policías, servidores publicos, jueces, magistrados, ministros y sindicatos; hasta los mismísimos partidos políticos con todo y algunos de sus candidatos, pues esta plataforma tiene el potencial para convertirse en el escaparate de la corrupción privada y pública de México.

Aristegui -lo acepte o no el oficialismo, ha empuñado el estandarte del periodismo de denuncia, de investigación y de crítica, que de alguna manera contrarresta el poderoso control de los medios y del mensaje; y no es la primera vez que se coloca en la línea de fuego. Ya había sido despedida por MVS en 2011, en una prueba más, del existente sometimiento de los medios, a Los Pinos.

Esto sucedió luego que la periodista dedicó un espacio de su programa a un reporte y posterior solicitud de una respuesta oficial, acerca de si el entonces presidente de México, Felipe Calderón, tenía un problema de alcoholismo. Ella hizo al aire las preguntas escritas en una pancarta exhibida por legisladores de la oposición, durante una sesión de la Cámara de Diputados que decía: “¿Tú dejarías conducir a un borracho tu coche? ¿No, verdad? Entonces ¿por qué dejas que uno maneje tu país?”  Aristegui fue reinstalada una semana después, entre otros, por la presión ejercida por líderes de opinión y por el público.

Una vez más, Aristegui ha sido removida de su programa y esto se torna en algo peligroso para México… ¿Por qué? se preguntarán algunos. Pues simplemente porque “Primera Emisión” ha sido uno de los poquísimos foros de proyección nacional – sino es que el único- que abierta, constante y combativamente cuestiona al gobierno.  Ello resulta especialmente alarmante ya que sólo horas después de obtener un amparo que le otorgaba el derecho a un encuentro con su ex empleador, para una posible negociación que tendría lugar el día de ayer, viernes; éste le haya sido revocado unánimemente por el Octavo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Distrito Federal.  El descaro es risible.

Parafraseando al Papa Francisco, podemos decir que esto se convierte entonces, en  la “mexicanización” de la censura.  

Censurar un foro nacional tan importante como el de  Aristegui resulta especialmente conveniente, en vísperas de las próximas elecciones a celebrarse en México.

Y es que el domingo 7 de junio de este año se disputará un total de 2,159 cargos de elección popular en México.  Se renovará la totalidad de las 500 curules de la Cámara de Diputados en el Congreso de la Unión, 9 gubernaturas, 641 diputaciones en 17 entidades, 993 alcaldías en 16 estados y las 16 jefaturas delegacionales en el Distrito Federal.

—Acabo de regresar de México, donde estuve por dos semanas, y las promesas de campaña, son las de siempre.

Así pues, México contará con una plataforma menos, para difundir lo que suceda antes, durante y después de las horas cruciales de esta jornada electoral.

En México es necesario refundar la manera en que se hace política, así como la ética y el cidigo moral de nuestros políticos.

Es triste ver como una tradición de generaciones de corruptelas -desde  pequeñas hasta abismales- ha impedido sacar de la pobreza aunque sea a una porción de la población total, donde casi el 54 por ciento sufre de al menos una de sus tres clasificaciones: alimentaria, de capacidades o de patrimonio; esto según cifras oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el Coneval.

Por todo ello, la crisis de confianza continuará. Existe una dramática desconexión de la élite gobernante con la sociedad civil, como muestra solo recordemos el insensible llamado del propio presidente Peña Nieto a “superar Ayotzinapa” o su egocéntrico “ya sé que no aplauden”.

La experiencia nos ha demostrado que el cambio de la sociedad no se va a generar desde arriba.  La solución a la compleja realidad mexicana tendrá entonces e irremediablemente que surgir desde abajo, paralela a nuestro día a día, desde nuestras propias trincheras. Con encuentros como este, donde de voz en voz, crearemos conciencia social.

Y concluyo esta participación con una frase del extinto escritor español Noel Clarasó, que bien se puede aplicar a la actual situación de México:

“Un hombre de Estado es el que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes, y la otra mitad, ayudando a sus amigos a no cumplirlas”.

Muchas gracias.

[Esta ponencia de Aurelia Fierros presentada en el Club del Pensamiento Crítico, el sábado 25 de abril de 2015, fue enviada por la autora especialmente a Palabra Abierta]

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Aurelia es una periodista mexicana, con más de dos décadas de experiencia en TV, Radio y Prensa Escrita.

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