No entraré en reflexiones sobre la política de migraciones, dispar según Estados, incluso comunidades y, en consecuencia, frecuente colisión entre globalización y solidaridad. En cualquier caso, para esto o los ejemplos que seguirán, es oportuna la frase con que Séneca acusaba ya entonces a algunos de sus coetáneos: “Hablas de una manera y vives de otra”, lo que se hace evidente frente a incoherencias y discordancias que contemplamos a diario.
Por mor del cambio climático, se pretende apostar por los coches eléctricos, pese a sus altos precios, que no se equiparan a los de combustibles fósiles, o la escasez de cargadores públicos para sus usuarios. Algunos siguen denostando del turismo pese a vivir del mismo o, por llegar más alto, basta con escuchar las declaraciones papales contra pobreza y marginación, aunque iglesias o conventos no acojan a quienes se ven obligados a dormir a la intemperie, y es que conciliar fe y razón se hace, incluso para quien ha hecho profesión del buenismo, empresa que demasiadas veces hace aguas. Y no menores, que caben también en otra reciente declaración del pontífice: “La Iglesia debe sentir vergüenza por los abusos a menores”. ¿Desde y hasta cuándo?
Hospitales y profesionales sanitarios sobrepasados, al tiempo que cualquier descerebrado ordena matanzas sin otra discriminación que la teórica. De Putin o Trump para qué decir y, en el conflicto Israelita, 124 países exigiendo el inmediato fin de un conflicto que no está sino en pausa porque el acuerdo, ¡Ah!: “No es vinculante”, aclaran. Y por acá, el PP denunciando corruptelas del adversario político sin mención de las propias, disimuladas y en la línea de Penélope, pero a la inversa: tejer en su propio beneficio de noche y destejer de día, no fuera a ser que el sudario de la sinvergonzonería saliese a la luz y su fanatismo egocéntrico no consiguiera esconder las contradicciones que los definen.
El caso es que muchos, en la actualidad –buena parte de lo pasado, mejor al olvido -, en vez de actuar, predican y declaran/mos. Porque sigue vigente la divergencia entre lo dicho y digo, y el hecho y diego.