¿Cómo podría ser la reconstrucción de Cuba?

Literatura. Política. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

La Habana en ruinas. Foto tomada de CiberCuba. © DALL-E.

Casi 13 años han pasado desde que aquí, en Palabra Abierta, publiqué una columna acerca de cómo podría ser la reconstrucción de la economía de Cuba en el postcastrismo, y comentaba que a más tiempo de castrismo más difícil y costosa será esa tarea en un país “que ya en ruinas suelta los pedazos”.

Eso fue en noviembre de 2011, y en mayo de 2024 ahí siguen Raúl Castro (ya con 93 años) y su pandilla devastando a Cuba, que en ruinas no le quedan más pedazoÁÁs que soltar. Cuba ya no es Cuba propiamente hablando.

Corriendo la tercera década del siglo, vuelvo al tema de esa tarea ciclópea de reconstrucción económica de Cuba postcomunista. Dejo para otra ocasión lo político y social, la restauración de valores ético-morales perdidos, de la cultura culinaria, la metamorfoseada identidad e idiosincrasia cubanas y hasta de cómo expresarse en buen castellano, que será una tarea más complicada y de más larga duración.

Fue destrozada la azucarera mundial, y hoy sin azúcar y sin país

Mi onírica misión la comienzo de regreso al 4 de enero de 2011. Ese día el sitio oficial “Cubadebate” afirmó optimistamente que se iniciaba “un período de cambios estructurales y de conceptos en la economía cubana”. Y se daba por hecho que se iban “a mejorar las depauperadas plantaciones cañeras”.

Pues bien, con “los cambios estructurales” socialistas la zafra pasó de 1.4 millones de toneladas de azúcar en 2011, a 350 mil toneladas en 2023, y a unas 300 mil en 2024, menos de la mitad de las 700 mil toneladas que como promedio se produjeron anualmente durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878). La azucarera mundial desde los tiempos de Simón Bolívar hoy la tiene que importar para el consumo nacional, que apenas cubre en un 50%.

La destrucción de la industria azucarera valida la célebre frase “sin azúcar no hay país”, del hacendado cubano José Manuel Casanova, en los años 40 del siglo XX.

No solo reconstruir, sino edificar lo no hecho durante el castrismo

Accidente en el Hotel Saratoga. Tomado de Cubadebate.

Es imposible hacer un inventario completo del cataclismo causado por la “revolución”. Pero algunos datos son elocuentes. Los cubanos en la isla están pasando hambre. El 88% de ellos vive en la extrema pobreza según el Banco Mundial. Cuba hoy constituye junto con Haití el dueto de naciones más pobres del mundo occidental.

El sistema de energía eléctrica está arruinado, con apagones diarios de hasta 18 y 20 horas. Se caen a pedazos o están en deplorable estado industrias, escuelas, hospitales, puentes y carreteras. La agricultura produce cada vez menos y la escasez de alimentos aumenta por día. No hay medicamentos imprescindibles.

Hay un déficit de 1.2 millones de viviendas. De las existentes más del 60% están en mal estado, necesitan reparaciones capitales, o se derrumban. En La Habana se desploman unas 1,000 viviendas cada año.

El 40% del agua que se bombea se pierde por los salideros

Estudios independientes revelan que el 67% de la población cubana no recibe agua de manera estable en sus hogares. Para colmo, hace unos días, el 25 de mayo (2024), el propio diario Granma reconoció que en Cuba el 40% del agua que se bombea desde los acueductos se pierde por el camino debido al “mal estado de las redes de abasto”.

Miles de toneladas de productos agrícolas y pecuarios se pierden en los campos porque no hay camiones ni gasolina para recogerlos. El transporte de carga y de pasajeros prácticamente colapsó por falta de combustible y de ómnibus, trenes, automóviles, camiones, aviones y hasta de bicicletas.

Primero, montar a Cuba en la máquina del tiempo y llevarla a 1958

La Habana antes deCastro. Tomado de la página www.rarehistoricalphotos.com.

Las carreteras y vías férreas están en deplorables condiciones. De 6.3 millones de cabezas de ganado vacuno en 1958, ahora hay 3.7 millones con el doble de habitantes.

En otras palabras, para reconstruir a Cuba primero hay que montarla en la máquina de H.G Wells y llevarla tres tercios de siglo atrás, al nivel de desarrollo que tenía en 1958, pues está muy por debajo de aquel entonces cuando el ingreso per cápita cubano duplicaba al de España e igualaba al de Italia (cifras de la ONU).

Por tanto, la edificación de la nueva Cuba constará de dos etapas: 1) sacarla del atraso por debajo de 0 (tomando como 0 el año 1958), y llevarla a 0; y 2) levantar el nuevo país sobre bases tecnológicas, científicas y económicas modernas.

Privatizar la economía estatal y construcción de infraestructura

Ante todo, el Gobierno postcomunista privatizará las fábricas, tiendas, la banca comercial, hoteles y toda la infraestructura turística, y todas las instalaciones estatales no públicas a empresarios privados, sean cubanos, o no.

Privatizará la agricultura, pues más del 75% de la tierra cultivable es hoy estatal. La minería, la pesca, las instalaciones deportivas, igualmente pasarán a manos privadas.

También el sistema de energía eléctrica. Recordemos que hasta 1958 lo manejaba la compañía estadounidense Electric Bond and Share. Recuerdo que se anunciaba con un dibujo de un muñequito llamado “Kalixto Kilowatt”. Y no recuerdo antes del castrismo apagones de 18 horas por calderas averiadas o por mantenimiento de las termoeléctricas. ¡Por favor!

Se repararán o construirán autopistas, líneas férreas, puertos, aeropuertos, sistemas de telecomunicaciones, edificios públicos, alcantarillados, acueductos y redes de abasto de agua, puentes, carreteras, avenidas, calles, correos, hospitales públicos, redes de servicios sociales, recogida de basura, vertederos, incineradoras.

El costo puede que no baje de $160,000 millones en 10-15 años

¿Y de dónde saldrá el dinero para eso? Se necesitarán miles de millones de dólares en inversiones en infraestructura por parte del Estado, y en inversiones directas extranjeras. Financieramente no es posible hacer ni un estimado siquiera, pero por arribita, conservadoramente, pienso que el costo puede que no baje de $160,000 millones de dólares en los primeros 10 o 15 años.

Con la privatización de la propiedad estatal en la economía, el Estado postcastrista recibirá ingresos, pero eso no será suficiente. Tendrá que acudir a préstamos y créditos internacionales, que podrá ir amortizando con la recaudación de impuestos a medida que avance la economía de mercado.

La mano invisible de Adam Smith será el pollo dentro del arroz

Y llegamos así al pollo del arroz con pollo en esta tarea titánica, la mágica “mano invisible” de libre empresa de Adam Smith.

Adam Smith, author of The Wealth of Nations. Flickr.

Obviamente una invasión de capital extranjero será imprescindible, sobre todo en la arrancada. Serán inversionistas privados, tanto extranjeros como cubanoamericanos y cubanos de la isla, los que desarrollarán la economía postcastrista.

Se levantarán industrias en general, la producción agrícola y pecuaria, la industria niquelífera, el comercio mayorista y minorista, almacenes, equipos de transporte de carga y de pasajeros, nuevos medios de comunicación de todo tipo, fábricas de cemento, acero, servicios tecnológicos, pintura, alimentos, petroquímica, calzado, muebles, materiales de construcción.

Surgirán cientos de miles de viviendas, salas de cine, gasolineras, farmacias, centros comerciales, restaurantes, hoteles, compañías de seguros, altos edificios para oficinas.

Lógicamente, el Estado deberá apoyar al sector privado con ciertas ventajas aduaneras, exención de impuestos en casos puntuales, y creando un banco estatal de crédito agrícola e industrial con bajos intereses a agricultores hasta que cobre fuerza el nuevo capitalismo cubano.

Falta de fuerza de trabajo; ¿nueva autocracia militar?

Pero ojo, ese proceso no estará libre de obstáculos. Habrá falta de fuerza de trabajo y de profesionales calificados. La fuga de capital humano cubano siempre existió, pero hizo crisis con la emigración de más de 700 mil cubanos en los últimos años, en su inmensa mayoría en edad laboral.

Tampoco habrá de inicio un verdadero mercado interno. Pero en la medida en que se creen fuentes de empleos aumentará el consumo, se revaluará el peso cubano y se conformará un pujante mercado nacional.

Y cito ahora la “podrida” (como se dice en la isla). Dejando a un lado los sueños, pudiera suceder que extinguida la dinastía Castro Ruz, los militares se repartan el poder e impongan un gobierno autoritario de capitalismo de Estado militar, hibridación de “socialismo de mercado” chino menos abierto, modelo postsoviético ruso (putinista) y componentes fascistas. Dictadura arriba, y abajo capitalismo fuertemente regulado por GAESA.

Pero hay una buena noticia, la historia muestra que los pronósticos en materia política casi nunca se cumplen. Por tanto, repito lo que siempre me decía el inolvidable Carlos Alberto Montaner: “Roberto, en Cuba puede pasar cualquier cosa”.

©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved.

 

 

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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