Literatura. Ciencia. Pensamiento. Crítica.
Por Manuel Gayol Mecías.
Realmente, todo lo que se encuentra vinculado a la inteligencia artificial, a la mente y a la conciencia (1) humanas y, asimismo, a la relación entre estos tres entes (si es que les podemos llamar así, “entes”), es algo extremadamente complejo. La mente en mi criterio es abstracción pura y está cargada por todas las incidencias de la conciencia, el inconsciente y la memoria en sus distintas clasificaciones. Por su parte, la conciencia humana no solo es un organismo vivo por el hecho de que sea el cerebro, con sus sistemas neuronales y de microtúbulos, el que la acoge, sino porque, asimismo, la conciencia es también un ente de razón e imaginación, intangible, intuitivo, perceptivo y espiritual que le otorga representatividad al cerebro, a la carne y a los huesos y, en su conjunto, al cuerpo todo, y de esta manera lo humaniza (2), al darle además el sello del inconsciente en su relación con la colectividad humana, y aparte, desde otra perspectiva, la función de la memoria, del raciocinio, de la sensibilidad y de la invención. Y aún más, y quizás de máxima importancia, la conciencia le concede (al ser que es) una casi total independencia, aun cuando el ser humano reduzca un tanto su libertad al vivir en sociedad y tener que regirse por intereses, por reglas y leyes políticas. Pero, al menos, se tiene la decisión, el libre albedrío de aceptar o no, de tomar o no un camino, un concepto, otras ideas; y asimismo prepara al cerebro y a todo el cuerpo para el sentido y decisión de la vida que ha de contener ese ser que somos.
De igual manera, podríamos hablar de la “mente”, algo que en mucho tiene que ver con el alma como su potencia intelectual, según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), y asimismo como designio, pensamiento, propósito y voluntad, entre muchísimas cosas más. Ahora bien, la indistinción entre la mente y la conciencia se encuentra planteada en la nota anterior.
En otro orden de cosas, la aparición de la máquina (robots, cíborg, androide, etc.) y su vinculación con la mente y/o la conciencia es de una importancia capital, ya que desde hace un buen tiempo elementos y accesorios metálicos están formando parte del cuerpo humano (cíborg) y, por ende, existe una fusión digna de tomarse en cuenta a la hora de pensar en un tema tan inusual como es el enlace entre la conciencia, el ser (3), el alma y lo ideoestético de la creación poética. Incluyendo asimismo los puntos comunes y las distinciones que puedan darse entre el ser humano y la máquina. Pienso que hasta ahora es el libre albedrío aquello que constituye, en el medio de otras tantas cosas, el mayor grado de diferencia entre el humano y la máquina.
♦♦♦
Si seguimos los pasos de Ray Kurzweil (4), futurista-poshumano, de formación transhumana, y de otros varios neurocientíficos, sobre las teorías —en muchos casos ya probadas y en otros a todo trazo especulativas—, pero en general muy interesantes en los planteamientos acerca del futuro evolutivo del cerebro, como asiento de la conciencia, pues podríamos articular también nuestra propia interpretación no solo de la relación cerebro-mente (junto al sentido de las máquinas: hardware-software), sino asimismo las de enlazar las inquietudes que este trabajo se propone con la potencialidad creativa de un ente intangible, pero totalmente animado (conciencia o mente como núcleo del alma, sin establecer diferencia entre una y otra) con el poder de sentir, percibir, conocer, tener sentimientos y reflexiones, discernir, entender, imaginar y pensar, entre otras funciones, que caracterizan a la conciencia como la principal esencia de lo humano.
La conciencia es la industria creadora de la vida y sus maravillas; es la que crea y transmite las formas energéticas de la vida, mientras que la mente es el almacén de la información, la receptora y organizadora de datos y sentimientos que vienen del universo de todas las cosas, creado por la conciencia.
Es más, ya me atrevo a decir —desde mi perspectiva imaginativa— que la conciencia está ligada, enraizada profundamente, con lo que se conoce como “alma” (sustancia o parte principal de cualquier cosa/viveza, energía/aquello que da espíritu, aliento y fuerza a algo — DRAE). La conciencia, en este caso, es la composición esencial de inteligencia y sensibilidad que es transfigurada en uno mismo por el alma como energía del ámbar, tomando la forma del propio cuerpo humano.
Por su parte, en la relación cerebro-conciencia, Raymond Kurzweil plantea su teoría funcionalista, dada por el paralelo que se establece en la relación del hardware-software de los ordenadores (5). En cuanto a ello, a mí me parece innegable esta analogía desde una perspectiva pragmática. Incluso aquello que también Kurzweil señala acerca del hecho de que en un futuro no muy lejano (año 2029) la inteligencia artificial igualará a la inteligencia humana cuando logre pasar el test de Turing. Al respecto ha dicho Carlos Beorlegui:
Defensor convencido de la [inteligencia artificial] IA fuerte, [Kurzweil] sostiene que las máquinas del futuro podrán llegar incluso a ser conscientes, de tal modo que no ve por qué no habrá que considerarlas y tratarlas como personas. Las seis eras por las que ha ido atravesando hasta ahora la historia del universo (física, biológica, cerebral, tecnológica, fusión de tecnología con inteligencia humana y singularidad), han acelerado su velocidad e impacto en las tres últimas, momento en el que la inteligencia artificial igualará y superará a la inteligencia humana biológica (6).
Sin embargo, en mi criterio, hay algo que me produce una inquietud profunda en lo propuesto por ese importante “poshumanista” que es Kurzweil, y es el hecho de que después de que la IA llegue a superar la inteligencia humana, y la primera pueda lograr la creación por sí misma de ese intangible ente llamado conciencia; es decir, que consiga una especie de conciencia artificial en la que proyecte un estado de ser espiritual; aun cuando esto ocurra, repito, considero dudoso el hecho de otorgarle a la máquina la condición de “persona”, porque en lo que respecta exclusivamente a la conciencia humana, esta no dejará de tener una remarcada diferencia con la artificial, debido a que el humano es el creador y la máquina tendrá siempre que depender del mismo, aunque aparente cierto grado de libre albedrío. En pocas palabras, mientras exista el ser humano con su poder de decidir, este poder, con la misma escala humana, nunca se dará en la inteligencia artificial, a no ser —como plantea Kurzweil—que el ser humano acepte convertirse en robot (poshumano) y aun así su conciencia cargaría entonces con la espiritualidad hacia la trascendencia de la misma manera en que lo era para el hombre.
Notas:
1.- Por lo general, usaré la palabra “conciencia” sin “s”, puesto que aquí su concepto engloba el criterio de lo moral o ético y de muchas más categorías que implican la relación de uno con el mundo, y en el caso de este libro, fundamentalmente, guarda la relación con el ámbito de la creación poética. En otro sentido, cuando mencione Conciencia o Conciencia Universal (con mayúsculas), me estaré refiriendo a la Conciencia mayor que realizó toda la Creación (o también Conciencia de Dios o Conciencia divina). Por otra parte, cuando diga conciencia individual (conciencia con minúscula y el adjetivo individual o humano/a), estaré hablando de la conciencia de los seres racionales. En lo que respecta a los animales no humanos se especificará entonces así: “conciencia no humana”. Lo mismo para hablar de una supuesta conciencia de las plantas, o de la flora, aunque aún no se haya declarado a estas en la posesión de conciencia todavía, sería “conciencia de la flora o de las plantas” si fuera necesario hablar de este aspecto. En algunas páginas podré referirme a la conciencia del mundo, la cual quedará así: Conciencia Mundo. Por otra parte, encontramos que la mente y la conciencia tienen sus diferencias. Reconozco la mente como una categoría amplia llena de conceptos y abstracciones; es decir, compuesta por la conciencia y el inconsciente; mientras que la conciencia está formada por el inconsciente y las tres memorias (a corto plazo o memoria periférica, a mediano plazo o memoria intermedia y a largo plazo o memoria histórica). En la realidad imaginativa de este trabajo, la mente y la conciencia representan lo mismo, o si no lo mismo, algo muy cercano en lo intangible, así me lo he propuesto porque ambas solo tienen diferenciación cuando pueden tratar sus relaciones de distinta manera con lo material del cerebro y del cuerpo. Pero en este caso, mi intención de escribir sobre una poética de la conciencia hace que para la mente exista la misma resultante, por cuanto en su vínculo con el fenómeno de la poesía la mente sería indistinta de la conciencia (mente = conciencia). Lo que es una licencia que me otorgo en tanto lo poético venga a ser una especie de estremecimiento interior que puede incidir desde afuera y, en otros casos, puede surgir de una reflexión muy interna con cierto carácter místico. Por tanto, en muchos casos, mencionaré “mente” o “conciencia” en igual sentido, ya que una poética como la que me propongo afecta directamente en todo lo no material de la una y de la otra; es decir, las veré como simples sinónimos en los que entran lo abstracto y lo espiritual.
2.- Humanizar es otorgarle a los seres y las cosas que nos rodean el sello de uno mismo. Es traspasar a los objetos las vibraciones que tenemos, el aura que nos envuelve, el calor humano que nos atrae y, además, por medio del amor, la esperanza y el progreso, crearnos una identificación con los demás. Es trasmitir a las máquinas el sentido humano de nuestros mejores valores, para que estas, aun cuando sean robots, nos respeten y representen.
3.- Ser (en cursiva) es ser en su interioridad de ser. Resulta su estado ontológico, su acto de voluntad, así como su afectación no solo por los seres y las cosas en sus cuestiones anímicas, sino además por las filosofías y teologías, y todas las disciplinas humanísticas posibles en tanto gnoseología del mundo y el universo.
4.- “Raymond Kurzweil (Massachusetts, 12 de febrero de 1948) es un inventor estadounidense, además de músico, empresario, escritor, científico especializado en ciencias de la computación e inteligencia artificial. Desde 2012 es director de ingeniería en Google. Experto tecnólogo de sistemas y de Inteligencia Artificial y eminente futurista. Es actualmente presidente de la empresa informática Kurzweil Technologies, que se dedica a elaborar dispositivos electrónicos de conversación máquina-humano y aplicaciones para personas con discapacidad y canciller e impulsor de la Universidad de la Singularidad de Silicon Valley. Raymond Kurzweil es un pionero de la Ley de rendimientos acelerados e historia de la tecnología, el cambio acelerado es un incremento en la tasa de progreso tecnológico. Entre sus libros se destacan: La era de las máquinas inteligentes (1987-1988. Premio de la Asociación de Editores Americanos); La singularidad está cerca (2005. De este libro se realizó una película en 2009); Cómo crear una mente (2012)”. (Wikipedia).
5.- “Para R. Kurzweil está claro que el ser humano es capaz, por su inteligencia, de superarse a sí mismo, e ir más allá de su herencia genética. Y todo ello, debido a nuestro extraordinario cerebro (plasticidad) y su capacidad de generar artefactos cada vez más potentes, provistos de inteligencia artificial (IA)”, artículo elaborado por Carlos Beorlegui, catedrático de Antropología Filosófica en la Universidad de Deusto, Bilbao, y colaborador de Tendencias21 de las Religiones. Ver en: http://www.tendencias21.net/De-la-vida-a-la-conciencia-la-emergencia-y-el-futuro-de-la-mente-humana_a39850.html.
6.- Carlos Beorlegui: Tendencias21; op. cit.
©Manuel Gayol Mecias. All Rights Reserved