Política. Crítica.
Por Roberto Alvarez Quiñones…
En los próximos días el Gobierno de Cuba va a presentar en la Asamblea General de la ONU su habitual proyecto de resolución de condena al embargo comercial norteamericano a Cuba.
Esta vez, sin embargo, La Habana tiene aspiraciones de mucho más vuelo que en las ocasiones anteriores. Los hermanos Castro han subido la parada y quieren recibir apoyo internacional para que EE.UU. sea el nuevo tío regalón de la isla. O sea, aspiran a que su vecino del Norte sea quien sustituya a Venezuela como mecenas del régimen cubano.
Raúl y Fidel saben que Pekín y Moscú no van a obsequiar a Cuba $10,000 millones de dólares anuales y que por razones de idioma es casi imposible colocar 40 mil médicos cubanos en China o en Rusia para confiscarles el salario.
De ahí la agresividad de la campaña propagandística y diplomática lanzada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, iniciada hace poco por el canciller Bruno Rodríguez, quien sin sonrojarse dijo a los medios en la capital cubana: “El bloqueo es la causa principal de los problemas de nuestra economía, es el obstáculo principal para nuestro desarrollo“. Agregó que entre abril de 2015 y marzo de 2016 el país perdió $4,960 millones de dólares a causa del “bloqueo”, lo cual elevó a $125,873 millones el monto de las afectaciones provocadas por Estados Unidos desde 1962.
Y como diría Cantinflas, en esa última cifra está el detalle. Ante la devastadora crisis en Venezuela el régimen quiere, más que el cese del “bloqueo”, que Washington pague una indemnización que sería de hecho un subsidio de largo plazo para mantener a flote la economía y perpetuar la dictadura.
Por lo demás, las cifras suministradas por Rodríguez no cuadran si se sacan algunas simples cuentas. Es cierto que Cuba no puede comerciar normalmente con EE.UU., aunque sí puede comprarle alimentos y medicinas, los rubros más sensibles para la población. Pero los cuentapropistas sí podrían exportar a EE.UU. todo lo que fuesen capaces de producir, pues la ley del embargo solo prohíbe las compras a Cuba de productos y servicios generados por las empresas estatales.
Es decir, a las hipotéticas pérdidas por no poder exportar a EE.UU. se le deben restar las exportaciones reales que podría hacer un sector privado normal en la isla. O sea, si los Castro liberasen las fuerzas productivas Cuba podría vender a EE.UU. miles de millones de dólares.
En otras palabras, el embargo no es lo que impide que Cuba exporte mercancías a EE.UU. Lo que lo impide es la prohibición comunista de que haya en Cuba empresas privadas. Es lamentable que nadie en la ONU tenga el decoro de aclarar bien eso.
Por otra parte, las empresas estatales pueden exportar de todo a los 193 países que hay en el planeta aparte de EE.UU. Cuba no puede obtener créditos de bancos o del gobierno norteamericanos, pero podría recibirlos del resto del mundo si el país produjese lo suficiente para pagarlos. El régimen no paga ni siquiera los intereses del principal que le prestan.
La isla no puede importar desde terceros países productos que contengan más de un 10% de componentes norteamericanos, pero ello usualmente ocurre con equipos y tecnologías sofisticadas de tan elevados precios que Cuba no puede comprar. El Gobierno alega que los equipos para el sector hidráulico salen más caros porque los tiene que importar desde la lejana China y no de EE.UU. (con un flete más bajo), pero oculta que casi todos esos equipos los produce EE.UU. precisamente en China y desde allí los importa también.
EE.UU mantiene a los Castro
El embargo prohíbe los viajes turísticos a Cuba, pero gracias a los huecos hechos por Obama, en 2015 viajaron desde EE.UU. a la isla más de 600 mil cubanos y norteamericanos. El “imperio” fue el segundo emisor mundial de turistas hacia Cuba luego de Canadá, y triplicó el número de alemanes (175,264 visitantes), que ocuparon el tercer lugar.
Con “bloqueo” y todo en 2015 la isla recibió desde el vecino norteño más de $6,000 millones de dólares con los viajes mencionados, remesas, envío de paquetes, pago de sobreprecios en pasajes, pasaportes, prórrogas, permisos, y las habituales “mordidas” en las aduanas cubanas.
Ese aporte financiero triplicó los ingresos brutos por el turismo ($1,940 millones) y superó las exportaciones de bienes de Cuba, de apenas $3,900 millones de dólares. Para 2016, dicho aporte pasará de $7,000 millones. O sea, la isla recibió más dinero de EE.UU. en esos 11 meses, del que “perdió”, según el canciller. ¿De qué bloqueo estamos hablando?
El régimen debiera avergonzarse de que Cuba hoy exporte menos bienes que República Dominicana, que en 2015 vendió productos por $9,898 millones siendo un país mucho más pequeño y cuyo Producto Interno Bruto (PIB) era siete veces más bajo que el cubano antes del castrismo.
Hace ya media centuria que la isla dejó de exportar café, piña, frutas, carne, toros sementales de la raza cebú, y muchos otros productos agrícolas y pecuarios que en los años 50 hacían de Cuba un importante exportador de alimentos. Por ejemplo, antes del castrismo, Cuba producía hasta 60 mil toneladas de café, pero en la cosecha 2015-2016 produjo 5,687 toneladas (11 veces menos), según el Ministerio de Agricultura. El país en 1957 importó el 29% de los alimentos que consumió y en 2015 importó más del 80%.
Hoy Cuba exporta menos bienes que a mediados del siglo XX y se concentra en cuatro productos básicos: níquel, azúcar, tabaco, ron, y en productos farmacéuticos (16% del total), el único rubro exportable con valor agregado que ha incorporado el régimen en casi 60 años. Lo que sí exporta son médicos, cual esclavos, para apropiarse de sus sueldos.
La causa de ese desastre económico no es exógena, sino endógena: la asombrosa incapacidad socialista para generar riquezas. Cuba padece de un parasitismo incurable que le viene en el ADN del sistema diseñado por Karl Marx y empeorado por Fidel Castro. Esa condición parasitaria le impide autosustentarse y vive de la caridad pública.
¿Qué hicieron con $215,000 millones?
Y hablando de limosnas, con la misma vehemencia que los Castro reclaman compensaciones a EE.UU., deben explicar qué hicieron con los 115,000 millones de dólares obsequiados por la URSS desde 1962 hasta 1991. Y a dónde fueron a parar los $100,000 millones regalados por la Venezuela chavista. Ningún país que reciba subvenciones por $5,000 millones anuales durante 45 años puede hablar de pérdidas astronómicas, sino de incapacidad para producir. Y punto.
China, Rusia, la Unión Europea, Japón y otros países apoyan la eliminación del embargo, pero no por solidaridad con el régimen, sino para aprovechar la mano de obra más barata de las Américas. En Cuba el salario promedio es de 24 dólares mensuales y en Haití es de $59. Aspiran a convertir a Cuba en una gran maquila para exportar a bajos precios a Estados Unidos, y a todo el mundo.
Y si de reclamaciones se trata, Washington debiera cuantificar todo lo que le ha robado el régimen cubano a EE.UU. durante casi seis décadas al piratear productos y licencias por miles de millones de dólares.
Para empezar recordemos el programa más visto de la TV Cubana y que el gracejo popular criollo bautizó como “Encuentro con la Yuma” (película del sábado), con filmes robados a Hollywood. Las películas caras de los mejores cineastas norteamericanos, como Spielberg, Coppola, Lucas, Kubrick, Scorsese, Eastwood y muchos otros, son exhibidas en las salas de cine y en la TV cubana. Las largas figuras azules de Avatar fueron vistas en la isla al mismo tiempo que en el resto del mundo. El Estado recauda así millones de pesos, pero no paga nada por dichas películas.
Los softwares de las computadoras y programas del Gobierno, el Partido Comunista y de todos los cubanos, son pirateados a EE.UU., al igual que los sistemas antivirus, etc. La música del programa “Sector 40” era la de las películas de James Bond. Todas las entidades del país utilizan clandestinamente patentes, licencias, derechos de autor, marcas comerciales, conferencias, documentales y vídeos exclusivos de carácter científico, tecnológico, cultural, de EE.UU. Eso además de las propiedades norteamericanas confiscadas en 1959 y 1960, que a precios de hoy son varios miles de millones de dólares.
Estoy seguro de que si ese volumen de dinero fuese comparado con una verdadera cifra de pérdidas reales ocasionadas por el embargo, no inventadas ni manipuladas, seguramente son los Castro quienes le deben a EE.UU.
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