Literatura. Poesía.
Por Elsa S. Frausto…
Para mí la poesía es la poesía
Uno puede hacer una parada definitiva,
quedarse atrapado en su hermosura absoluta.
El poema se rehusa.
Dice– soy eso, pero
mira, también esto.
Se evapora como el rocio de la mañana.
Solo sé que lo espero
como si fuese una fiesta
y yo la única invitada.
Pospuse la muerte por dos horas
Mientras que estabas trabajando
dio su último suspiro.
Las nubes no taparon al sol,
ninguna voz te susurró al oído,
quizás hasta te hayas reído con un chiste.
Para qué llamar y decirte–
habló tu mamá, se murió.
Te enterarías dentro de poco.
Guardé lo que sabía como un pacto secreto
entre el corazón y la espalda.
Giró alrededor de mi quehacer,
se convirtió en la sal
que añado a la comida,
esta especie llamada muerte.
El beso de Elvis
En este trío,
los dos en una escalera,
el tercer ojo espía.
Ella de espaldas, sin nombre, no importa,
el la mira, le saca la lengua.
Se contaminan con la mirada
y el imán de su deseo.
Ella le dice que no con el cuerpo
que se acerca y ya es tarde
para el sí. Sucedió antes de que los dos
se dieran cuenta.
El no importa pero tiene nombre.
Ella lo repite y le propone un beso.
¿A qué no?
El accede.
La cámara hace clic.
Preámbulos de oración
1.
Plumaje de yuca.
Velas blancas en el arroyo seco.
Pequeños incendios
sin calor iluminados.
Guíen nuestras miradas
hacia arriba,
no tan alto
para no olvidar
2.
Multiplica estos ojos en maravilla.
Calidoscopia los sentidos
desde las pisadas en zapatillas
subiendo por la escalera
hasta el susurro de sangre
en remolino por las venas.
Fin del verano
Saco las peras al sol
y pienso ahora que el verano se termina
es hora de que la luz y los rayos
hagan algo más que quemar.
Una luz, esa a la distancia,
alcance ser un resplandor de corales
en las montañas, baje
siempre distinta
para que el color se haga olor
y el olor un torrente
libre de la gravedad,
de la historia, la casa.
Cuando no hay papel
rasguña el poeta
palabras en el muro de piedra,
inventa signos
de saliva en las ventanas
rejadas,
se los aprende de memoria
para poder dormir,
para no dormirse.
Se las canta por las mañanas
al niño adentro.
Si no hay tinta,
destila la esencia
de las flores silvestres
en el cuenco de su agua.
Reinventa el amor, el nombre de Dios,
la patria, para que no se adueñen
de las definiciones los que riman
con la violencia y el frío del olvido.
[Estos poemas fueron escritos el 23 de octubre del 2014, y enviados especialmente
por su autora para Palabra Abierta]
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