Tres relatos de Carlos Penelas

Written by on 16/05/2022 in Literatura, Narrativa - No comments
Literatura. Narrativa.
Por Carlos Penelas.
Preliminar
Estimados amigos [de Palabra Abierta]: A los 21 años tuve la fortuna de obtener tres premios literarios simultáneos otorgados por la Escuela Normal Superior de Profesores “Mariano Acosta”. Era alumno de segundo año.  (Vale la pena recordar que éste fue un prestigioso instituto de Argentina: allí estudiaron, entre otros, Leopoldo Marechal y Julio Cortázar). Me dieron el Primer Premio en Poesía, Primer Premio en Cuento, Primer Premio en Ensayo. 1967. Una repercusión inesperada, con un jurado de trascendencia. (Mi primer libro, de poemas, lo publicaría en 1970).
Al poco tiempo de recibir los galardones, una editorial en boga me ofreció publicar mis cuentos. Era un escritor inédito. El libro que tenía para publicar —veintidós cuentos— lo quemé. El editor no lo pudo entender. Advertí que no eran dignos de una edición, que en el futuro me lo cuestionaría.  Eran mediocres, en la forma y en el contenido. Nunca más toqué el género hasta 2019 que escribí tres cuentos. Se publicaron en una plaquette gracias al escritor amigo y editor Carlos Pensa. Hoy volví sobre ellos: entiendo que se sostienen. Se los hago llegar. Si les parece pueden leerlos. Abrazo, Carlos Penelas
Final

Tomado de twitter.com.

Es de noche, estoy en un avión regresando a mi hogar. Hasta hace unos minutos mi mente estaba concentrada en una conferencia que debía dictar. Algo introspectivo y simbólico en torno al neoclasicismo francés. Por la ventanilla miro la oscuridad. Me vienen imágenes de una burguesía acomodaticia, de políticos gregarios. Siempre los desprecié, desde adolescente. Siempre me resultaron anodinos, adocenados. Deseo que se caiga, que se estrelle o se precipite en el mar, es la única solución. Lo deseo con lágrimas en los ojos, lo deseo en silencio. En el silencio de la desesperación. Necesito morir, necesito suicidarme. Soy cobarde, no tengo valor de dispararme un tiro en la boca o arrojarme de un edificio. Pienso en los pasajeros que desean vivir, que son felices o creen serlo. Pienso en mi niñez, en mis hermanas, en una novela de Italo Calvino. Siento que mi deseo de muerte es egoísta, que junto a mi anhelo está la vida de estos viajeros. Escucho el llanto de una criatura, miro a la azafata que pasa sonriendo, a un hombre mayor sofocado. Pienso en mis hijos, en mis nietos. Siento un sudor frío en mi frente. No puedo más. Hay turbulencias, cierro los puños y los ojos.

El tren

Una joven con glamour. Tomada de Piqsels.

Advierte que está a punto de entrar en su sueño. Ella se encuentra en la estación, una estación suburbana. Es una joven con glamour, aparentemente desinhibida, conoce su cuerpo. Usted descubre que lleva un pañuelo en la cabeza anudado, sin lazada. Un pañuelo bordó. Luce colores neutros; la ve inquieta. Tiene sensualidad al caminar, con senos para ahuecar las manos. Pero su mirada es tímida; reprimida podríamos decir. Hay algo obsesivo en sus ojos, en la forma de mover sus dedos; le aceleró la respiración. Usted sospecha que espera a su amante, un hombre casado –mayor que ella– un hombre que es o había sido conocido de su padre. Visitaba su casa con la pequeña hija. Un hombre mediocre, alto, con incipiente calvicie, sin más aspiraciones que un oficinista. Ella le confesó, hace años, esta historia que ahora usted revive. Ella (no se lo dijo) necesitaba acostarse con alguien pues el primer hombre había partido al extranjero. Le juró regresar, pero nunca lo hizo. Ella soñaba son ese novio, así lo llamaba. El novio era conocido de su familia, mimado por sus padres. Lo recibían con felicidad, con sonrisas. Ella le habló llorando –lo recuerda perfectamente– de su error, de su falta de claridad, que ahora (así dijo entre lágrimas) lo amaba a usted, que le pedía perdón, que usted era un ser excepcional. Despierta, la ve a su lado, envejecida, abandonada en sus delirios, en el desánimo de la vida. Es entonces cuando usted advierte que está a punto de entrar en su sueño.

Diario

Hombre indeciso. Piqsels.

No soy escritor, pero debo redactar mi biografía, debo contar cosas fundamentales, acontecimientos significativos. Tal vez para el lector resulten palabras vacías, sin sentido, recuerdos absurdos. ¿Obstinación, estupidez? ¿Qué tipo de lector? ¿Emocional y ecléctico, vocacional, medio? Debo desnudar lo que se oculta, aquello que no se dice, esa suerte de hipocresía naturalizada en cada individuo, en cada familia, en cada sociedad. Hablar de cómo ahoga sus gritos, su histeria, la irracionalidad. Como se fue transformando en víctima, en una persona donde la fatalidad ocupó sillones, muebles, sábanas. Y también del desenlace trágico, de la muerte de mi padre, de la amada que volví a encontrar después de quince años en un café de Montevideo, del tedio que me invade. Del insomnio, del incidente infausto de mi tío —el incidente del cual discutí en terapia durante meses—, de mi época de estudiante, de la percepción fantasmagórica de una aldea. No quiero ser desmesurado ni trasmitir odio al hablar de las mujeres que conocí. Deduzco que debería escribir del exilio, de las paredes curvadas, de las plazas, de la imposibilidad de tener hijos, de una carta de mi madre, de aquella foto de la infancia, del olor a manzana en el ropero de una prostituta, de la mirada y sordidez de mendigos durmiendo en la calle, de la trivialidad de mi cuñado. No sé cómo empezar.

[Buenos Aires, abril de 2019]

 

 

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About the Author

Carlos Penelas nació el 9 de julio de 1946 en la ciudad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, y reside en Buenos Aires, capital de la República Argentina. Es Profesor en Letras egresado de la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, y es en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires donde cursó Historia del Arte y Literatura. Obtuvo primeros premios y menciones especiales en poesía y en ensayo, así como la Faja de Honor (1986) de la Sociedad Argentina de Escritores —de la que fue en 1984 director de los talleres literarios— y otras distinciones. Fue incluido, por ejemplo, en las antologías Poesía política y combativa argentina (Madrid, España, 1978),Sangre española en las letras argentinas (1983), La cultura armenia y los escritores argentinos (1987), Voces do alén-mar (Galicia, España, 1995), A Roberto Santoro (1996), Literatura argentina. Identidad y globalización (2005). Publicó a partir de 1970, entre otros, los poemarios "La noche inconclusa", "Los dones furtivos", "El jardín de Acracia", "El mirador de Espenuca", "Antología ácrata", "Valses poéticos", "Poemas de Trieste", "Homenaje a Vermeer", "Elogio a la rosa de Berceo", "Calle de la flor alta" y "Poesía reunida". A partir de 1977, en prosa, fueron apareciendo los volúmenes "Conversaciones con Luis Franco", "Os galegos anarquistas na Argentina" (Vigo, Galicia, España, 1996), "Diario interior de René Favaloro", "Ácratas y crotos", "Emilio López Arango, identidad y fervor libertario", "Crónicas del desorden" y "Retratos", etc.

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