Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.
Ante esta sencilla pregunta los más avezados machistas responden inmediatamente: “¡Coñooo brother eso ni se pregunta, gallo todo el tiempo!”. La alta dosis de masculinidad no se detiene a pensar ni quizás escarbar en sus conocimientos, sino en la vida diaria, como yo desde niño, que teníamos nuestro patio donde abundaban las gallinas y un gallito que se tiraba primero del palo o la rama de un árbol de anón, y esperaba que las gallinitas se tiraran revoleteando algunas ya en celo, para que este corriera y las cubriera o pisara como acostumbramos a decir.
¡Ayyyy!, pero la naturaleza tiene sus suspicacias, y hoy en la mañana me levanté, caramba, con esa inquietud, ¿Y cómo es que el gallo le hace el amor a la gallina? Es raro, yo con casi 74 años haciéndome esta pregunta tonta a estas alturas de la vida, sobre algo que he visto probablemente centenares de veces. Pero la naturaleza me tenía preparada una emboscada, y lo que me había imaginado por años resultó que no es así como pensaba, pues resulta que el gallo para frustración de nuestra aureola de machos e ínfulas de gran masculinidad, no tiene pene… Sí, así como les digo, resulta que el 97 % de las aves machos no lo tienen, en cambio el epíteto de pato que tanto en Cuba y quizás otros países hemos utilizado para reflejar al gay u homosexual, sí lo tiene, y de ello me acuerdo siempre en la escuelita pagada del barrio a la que asistíamos con la profe Josefa, que tenía muchos de estos animalitos que deambulaban por los pasillos de la casa, y después que el pato montaba la pata, recogía su arma masculina toda enroscada como un berbiquí, y la guardaba para tomar energías y recuperarse hasta un nuevo lance. Y que tristeza saber que el gallo solo pega su cloaca a la de la gallina y así realiza el acto sexual, y como se diría en el lenguaje vulgar callejero, simplemente hace el sexo pegando ano con ano con la gallina, ¡qué desilusión!
Pues nada amigos, así es la naturaleza, y le recomiendo a mis amigos hoy ante la pregunta del título, pues nada cierren los ojos y digan con orgullo de macho, soy pato, pero carijo si mi padre me escuchara decir eso me desheredaría, y me diría “jamás digas eso”. Pero, ¡coñooo!, ¿¡qué dicotomía es esta!?, pues nada, al carijo la naturaleza, ¡coñoooo!, que yo respeto a mi padre, gallo todo el tiempo, aunque mi mujer diga lo contrario, madre santa en que rollo me he metido por andar como meñique buscándole la quinta pata al gato, ¡ay mamááááá!