Reconocimiento a Clara Barton en La Alameda Michaelsen, en Santiago de Cuba

Written by on 15/02/2022 in Cronica, Literatura - No comments
Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.

A la memoria de Clara Barton. Cortesía del autor.

No es la primera vez que escribo sobre la famosa avenida santiaguera, La Alameda Michaelsen, pero hay un elemento en ella que no puede pasar desapercibido como buen santiaguero que soy, y es el busto a la norteamericana Clara Barton que se encuentra en esa majestuosa vía, depositado allí entre 1949 al 1951 al desarrollarse una fase de reconstrucción y remodelación de esta, auspiciado por el entonces alcalde, Luis Caseiro y obra en la cual trabajó nuestro padre, Ventura Blanco Melián.

¿Y quién fue Clara Barton? Nació en Massachusetts en 1821 de padres abolicionistas, su padre fue agricultor y criador de caballos y la madre ama de casa. Sus hermanos mayores fueron sus maestros, y fue de mente viva y ágil desde pequeña. Uno de sus hermanos tuvo un accidente y Clara permaneció a su lado durante dos años administrándole sus medicinas, y de ahí su dedicación a la rama de la salud, que al parecer le venía como herencia de una de sus abuelas que como comadrona asistió a mil bebés entre 1777 y 1812. Moribundo su padre le dio el siguiente consejo: “Como patriota, servir a su país con todo lo que tenía, incluso con la vida si fuera necesario; como hija de un masón aceptado, la aconsejó buscar y dar consuelo a los afligidos, y como cristiana le encargó honrar a Dios y amar a la humanidad”. Se dedicó a la enfermería y a las labores humanitarias. Durante la guerra de secesión norteamericana ayudó a los heridos en los campos de batalla, y en 1865 el presidente Abraham Lincoln la designó al frente del grupo de búsqueda de soldados desparecidos del ejército de la Unión. Apoyó la apertura al sufragio universal o derecho al voto en su país, y a los derechos civiles de los negros. Participó también como enfermera en la guerra franco-prusiana en 1870, donde hizo contacto con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) creado en 1864, en el sentido de proveer servicios humanos a todas las víctimas de guerra bajo una bandera de neutralidad. De regreso en USA presidió la creación en su país de la sucursal de esta organización en 1881.

En 1898 se involucra en las labores humanitarias de la guerra en Cuba, que producto de la famosa Reconcentración de Valeriano Weyler conllevó al sufrimiento y hambre de gran parte de la población, y esto desobedeciendo incluso las orientaciones de los mandos militares de su país. Nuestro héroe José Martí reconoce su labor en un escrito en 1889 publicado en La Nación de Buenos Aires, donde recuenta la labor humanitaria de esta extraordinaria mujer. Representó a los Estados Unidos en la Asamblea de Ginebra (1884), en donde defendió su iniciativa de que la Cruz Roja tuviese el derecho de intervenir oficialmente, para prestar auxilio, no solo en tiempos de guerra sino ante cualquier catástrofe o calamidad. Durante su estancia en Cuba en 1998 ocurrió la extraña voladura del acorazado estadounidense Maine en la bahía de La Habana, y ella prestó ayuda a los marinos heridos. Otro lugar de Cuba, Sagua la Grande, también recuerda con veneración su estancia allí y, según expresa un actual sitio digital de esa ciudad, “tanto llegó a querer el pueblo sagüero a aquella mujer, que correteaba por las calles de Sagua con alimentos, medicinas y ropas, que decidieron nombrar una calle con su nombre para que nunca se olvidara a aquella amable benefactora”. Se encontraba en Santiago de Cuba cuando el desembarco estadounidense y el hundimiento de la flota española, donde siguió prestando su labor humanitaria.

Por su labor, un reconocimiento perpetúa su recuerdo en nuestra ciudad, en la bella Alameda ya mencionada. Seres como ella quedan inscriptos en la historia de la humanidad con letras doradas.

 

 

 

 

 

©Mario Blanco. All Rights Reserved.

About the Author

Mario L. Blanco Blanco, Santiago de Cuba, 1949. Ingeniero naval. Estudió en la Politécnica de Gdansk, Polonia. Trabajó durante algunos años en el Mitrans, organismo central en la dirección de inversiones. Durante el período del 1986 al 1989 se desempeñó como Presidente del Poder Popular del municipio Plaza de la revolución en Ciudad de la Habana. Trabajó luego en el sector marítimo de la Pesca. Fue director de la empresa de Tintorerías y Lavanderías de Ciudad de la Habana. Reside en Montreal, Canadá, desde 1997.

Leave a Comment