Poemas.
Por Mercedes Eleine González…
Noche ajena
Para que no me olvides
Devolución
Allí donde tú sabes
En la cuerda demencia de mis días,
tranquilos arrabales de mi angustia,
muy profunda quedó como existencia,
la duda de tu amor y mis penurias.
No fue casualidad
ni del azar virtud que me quisiste,
que nos amamos tan fuerte
o tan intenso,
que doblegamos torrentes y huracanes
con la sola pasión de nuestros cuerpos,
fue, te recuerdo
para que no lo olvides,
un fragmento importante del Dios Tiempo.
Si acaso en el camino yo difiero
de tus insanas intenciones temporales,
si no me entiendes,
si algún reproche mueve tus labios
Insistentes, proféticos,
te recuerdo , amado mío,
contra todo pronóstico intangible,
que te espero
allí donde tú sabes.
Miami, abril 4 de 2013
Sucesos
Esto del tiempo es algo tan manido,
alguna vez todos hemos querido
volver el tiempo atrás,
nada de eso es posible,
no tenemos el poder en las manos
de repetir la historia
en el espacio que vivimos.
Es cosa del pasado,
el futuro es incierto,
lo que pasó pasó.
Solo el presente existe
en esta dimensión.
Mas, en el ensueño
O duermevelas
de mis noches sin sueño
sin discordias, quejidos
angustias o sutiles suspiros
por lo que nunca floreció,
allí estás tú,
adolescente, inerme,
en tu imagen perfecta,
en tu dulce tibieza
de las previas caricias,
de tiempos iniciales,
estrenando un amago
de lo que aconteció.
Miami, abril 5 de 2013
Alimento del alma
Alimento del alma son tus besos,
besos del alma son aquellos,
que nutren mi sutil entereza,
nutrientes de mi incorpórea vida,
tu aliento
va directo a mi intelecto,
lo fortifica, vibra,
luego fluye
en prístinos efluvios
de mi ego.
¿Por qué negar
La rara realidad de mis agravios?
¿El antojo de todas mis pesquizas?
Más allá de la nada
está el agrario
Sentir de mis huidizas
costumbres de ermitaña.
No niegues
el alimento de mi alma
que son tu tiernos besos.
Perfección
Nuestro equilibro estaba
en la búsqueda del otro,
tú tratando de acercarte a mi mundo
de poesía madura y otoñal,
yo, intentando bojear
tus jóvenes contornos.
Ese raro equilibrio
se lograba en las noches
cuando, exenta de totales prejuicios,
gritaba tu nombre
aferrada a la almohada
mientras gemías lánguidos estertores
de placer y de amor.
Fue perfecto,
con las imperfecciones
de los seres humanos,
y la perfeccióna bsoluta de Dios.
Después de las costumbres,
todo se fue del aire,
los besos, las caricias,
los gemidos,
el equilibrio
y yo.
Miami, abril 5 de 2013
©Mercedes Eleine González