Los lobos y sus destinos

Literatura. Narrativa. Microrrelatos.
Por Blanca Caballero.

I

Lobo azul. Tomado de Twitter.

A pesar de haber amamantado a Rómulo y Remo, aún me siguen dando los desperdicios.

II

Luego que se promulgaron nuevas leyes, la manada perdió la habilidad de cazar. Esto ocasionó un dramático giro a sus vidas. Así comenzó la transformación de sus cuerpos y ellos no tenían idea del por qué. Sus espaldas descendieron y los miembros posteriores disminuyeron de tamaño. Además, sus pelajes se redujeron y cambiaron de tonalidad. En sus cuerpos aparecieron manchas marrones. Lo que más les aterraba es la risa que soltaban ellos mismos en medio de la noche.

III

Ya estoy viejo, pero por esa misma razón siempre desconfié del nuevo alfa lobo. Lo veía al final de la manada con actitud hostil y despreciativa. Todo se confirmó cuando nos enfrentamos a un grupo de cazadores. El alfa nos guio hasta los lagos congelados. Una vez allí, desorientó a la manada, logrando que todos se hundieran y se ahogaran. Vi a mis lobos convertirse en estatuas de hielo. Me mantuve agazapado y pude ver la sonrisa de triunfo del alfa cuando se acercó a los hombres para lamerles sus manos.

IV

Era el lobo más viejo de la manada, por lo que iba a la cabeza para marcar el ritmo. Lo seguían los otros ancianos, luego los jóvenes vigorosos y detrás las hembras con sus crías. Por último, el lobo alfa vigilándolos a todos. El viejo lobo estaba preocupado. Había visto que se habían infringido las reglas de caza. Hoy, que caminan en busca de presas, el viejo lobo nota que los jóvenes no se mantienen en sus puestos, adelantándose a los viejos. El lobo alfa trata de imponer respeto, pero los jóvenes, en lugar de obedecerle, se ríen y se alejan, obviando la regla primordial para la supervivencia de la manada. Al final dejan solos a los débiles con el líder.

V

Desde la colina veía pastar a  las ovejas, siempre acompañadas por un perro inmenso y fuerte. Una vez que intentó acercarse, el perro avanzó presto y él se retiró . El enfrentamiento hubiera sido desigual. Se alejó y siguió contemplando las ovejas desde la distancia. Un día vio que otro perro las cuidaba.  Era  más pequeño y menos vigoroso. Pensó que podría enfrentarlo. Se cubrió con una  piel de oveja y bajó al valle. Una vez allí se acercó a la oveja más hermosa. Cuando se  dispuso a agarrarla con sus mandíbulas, el perro se acercó  y él se preparó para la lucha. Cuando el otro estuvo suficientemente  cerca, vio que se despojó de la piel de perro…  y compartieron la presa.

VI

Era el líder de la manada: soberbio, fiero y orgulloso. Todo terminó cuando llegó una especie desconocida. Esclavizaron a sus compañeros. A él lo ataron y le pusieron un bozal, apartándolo del resto. Incluso así, mantenía su actitud indomable. Pasaron los años. Empezaron a descuidar su vigilancia. Un día logró soltarse. Su felicidad no tenía parangón. Salió en busca de los suyos. Se les acercó  con sigilio  y los  vio  mover las colas cuando lamían las manos de los que los esclavizaron. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Con tristeza dio la vuelta y regresó. Se colocó de nuevo el bozal y se amarró a la soga.

VII

Había sido un ejemplar de lobo alfa, con poderosos músculos y mandíbulas fuertes. Siempre protegió a los suyos y custodió su territorio.  Estaba orgulloso de su liderazgo. El tiempo pasó y él envejeció. Era hora de cambiar de líder. La naturaleza impone sus reglas y llegará uno nuevo que asumirá su papel. Por lo que se separó de la manada y comenzó a contemplarla desde lejos. Vio que los suyos se comportaban diferente. No marcaban su territorio y dejaban que lobos de otra manada penetraran en sus zonas de caza. El nuevo alfa no resolvía las disputas. Al contrario, las propiciaba. Su máxima indignación ocurrió cuando las hembras fueron montadas por los otros lobos, más débiles. Ahora, aún más viejo y cansado, sigue contemplando a la que fue su manada. Ella ha perdido su valentía. Los descendientes han cambiado las tradiciones.

VIII

Era un perro de la raza  Chau Chau,  fiel y fiero. Sopló el viento y olfateó el peligro. Al pasar el tiempo su intranquilidad aumentó. Identificó el olor: provenía de una manada de lobos fieros y hambrientos. Levantó las orejas, escucho mejor y corrió hacia su amo. Ladró alertándolo de que algo malo ocurriría. Gimió y tiro de un brazo del amo. Él lo apartó.

“Los lobos que vuelan” saltaron la cerca e irrumpieron en el poblado, luego entró el resto.   Los pobladores mataron a muchos, pero la manada era muy superior en número imponiéndose,  y los humanos cayeron uno tras otro.

El perro luchó ferozmente hasta que tres rivales lo redujeron, dejándolo tendido en el suelo. Al rato abrió los ojos, y vio como los lobos implantaron su dominio en el reino de los hombres.

 

 

 

 

 

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About the Author

Blanca Caballero Pacheco, además de escritora, ha sido profesora de Ciencias Naturales y Matemática en varios países. Tiene los libros de narraciones: "El jardín de las delicias y de las desquicias" (Llanura), "Crónica de una sonrisa" (Publicaciones Entre Líneas), "Tejiendo palabras" (Jiménez), "La princesita y sus amigos animales" (Tregolam). Está publicando un libro de microcuentos "Los lobos y sus destinos". Sus poesías se han publicado en diversas revistas virtuales, y un compendio de estas en el poemario "Palabras fugaces, palabras perennes" (Llanura). Es cubanaamericana con residencia en Miami, USA.

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