In Memoriam. Crónica.
Por Waldo González López…
Ahora que se cumplen 160 años del nacimiento del José Martí —cuya huella es decisiva en la vida espiritual y cognoscitiva de los nacidos en la Isla y los latinoamericanos— quiero recordar la significación que, para nuestro cubanísimo y universal José Martí, tuvo la lectura.
Fue él justamente quien realizó, acorde con su amor a los libros, la operación divulgativa y valorativa de obras literarias y de artes plásticas, entre otras manifestaciones de la creación. De tal suerte, sentenció el Maestro en 1882 que la crítica es «el mero ejercicio del criterio».
Poeta, ensayista, crítico, novelista, dramaturgo y periodista, este hombre inmarcesible reúne en una sola persona todas estas profesiones y todos estos oficios. Quien lo haya leído a fondo, sabe que esta afirmación es tan cierta como su fecunda, aunque breve existencia de sólo 42 años..
Munido de vasta cultura, siempre sugirió a sus contemporáneos de diversos países —de algunos de los cuales era cónsul— a los que se dirigía, a través de sus crónicas y artículos publicados en importantes diarios latinoamericanos, de los que era corresponsal desde Nueva York —el placer de la lectura.
De ahí, asimismo, sus estupendos proverbios sobre esta incambiable operación cognitiva que, diluidos en su poético y contundente lenguaje, han quedado, tal acontece con mucho de lo escrito por él, como axiomas antológicos, en pleno siglo XXI son empleados por cubanos, latinoamericanos y europeos.
Así, este Hombre dejó sentada entre diversas sentencias, esta ya clásica de 1882:
La lectura estimula, enciende, aviva, y es como soplo de aire fresco sobre la hoguera resguardada, que se lleva las cenizas y deja al aire el fuego
Mas ese mismo año dijo también, en otro momento, este sabio pensamiento:
Se lee lo grande, y si se es capaz de lo grandioso, se queda en mayor capacidad de ser grande.
Poeta que anunció el Modernismo por un lado (Rubén Darío lo llamó «padre») y, por otro, dejó los más rotundos Versos Sencillos, tan cargados de conceptos (cercanos, sin duda, a los que publicara años después de su muerte el entonces joven poeta Antonio Machado en España bajo el título de Proverbios y cantares), supo llegar a todos por su lenguaje cercano a la perfección, gracias a su talento excepcional y su cultura ciclópea que le permitía leer en varios idiomas, como escribir y traducir en francés e inglés.
En tal sentido, escribiría que «la perfección de la forma se consigue casi siempre a costa de la perfección de la idea».
Amante del lenguaje, igualmente subrayó en 1881 que «la grandiosidad del lenguaje invita a la grandiosidad del pensamiento».
Gracias a mi pasión martiana (que me llevó a introducirme a fondo en buena parte de su Obra (en especial, los «Apuntes», las cartas, la poesía, los discursos y más), durante mi etapa de Estudiante de la Escuela de Letras, quedé prendado del verbo magistral del genial autor, al cuya obra y memoria consagraría 1995 la UNESCO como año martiano.
Con la lectura de su magna creación, asimismo, me di a la honrosa tarea de escribir y publicar varios poemas (décimas y verso libre, incluidos en algunos de mis volúmenes), en los que su influjo fue decisivo.
Así, de acuerdo con mi praxis personal, la honda lectura de Martí, constituye vía esencial e idónea para adquirir más y mejores conocimientos, ser más grandes humanamente y llegar a las estrellas, como también escribiría El Apóstol en lírico tono metafórico.
La décima en José Martí
El cuaderno Este amor en que me abraso —donde reuní todas las décimas escritas por José Martí— se publicó, con selección, edición, prólogo y notas mías en el 2003 y por gestión personal, con el decisivo apoyo del entusiasta y laborioso colegamigo Pedro Creach (hoy residente en República Dominicana), por la Colección «Clásicos de la Décima», creada en el 2000 por el autor de este comentario.
En la «Nota de Contracubierta», escribí:
“Con la publicación, por primera vez en Cuba y el mundo, de las décimas de José Martí, en el Aniversario 150 de su natalicio, cumplimos con un honroso deber, en tanto el Apóstol constituye el mayor índice de nuestra identidad y sus versos escritos en esta estrofa resultan otro rasgo de su hondísima cubanía”.
“Como no son tan conocidas, por haberlas escrito sin ánimo de ser publicadas, y en distintos momentos de su agitada vida, hoy propongo a los ciberlectores, esta mínima selección de sus textos, extraídos de ese título, de inmediato agotado, tras su presentación el año de su edición, en una de las anuales Jornadas Cucalambeanas (de las que fui asesor), celebradas, desde hace más de cuatro décadas atrás en mi provincia natal, Las Tunas, en homenaje al más popular poeta cubano, el también tunero Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé”.
(Cuando me puse a pensar)
Cuando me puse a pensar
La razón me dio a elegir
Entre ser quien soy, o ir
El ser ajeno a emprestar,
Mas me dije: si el copiar
Fuera ley, no nacería
Hombre alguno, pues haría
Lo que antes de él se ha hecho:
Y dije llamando al pecho,
Sé quién eres, alma mía!
A bordo
Vela abajo, mozo arriba,
Acá el roto, allá el peñasco,
Ido el sol, recio el chubasco,
Y el barco, no barco, criba:
Gigante el viento derriba
Los hombres de las escalas;
Desatadas van las balas
Rodando por la cubierta,
Y yo, en medio a la obra muerta,
¡Vivo, de mi hijo en alas!
A Juan Bonilla
Mi querido amigo Juan:
He puesto ahora mismo el nombre
En unas cartas que van
De usted como ejemplo de hombre,
Camino al Cayo y dirán
Al constante Cayo Hueso
Que en esta angustia y exceso
De oficio que ahoga mi vida,
Por lo noble no lo olvida
Su amigo: ni olvida el $1.00.
Su
Martí
Nota: Como se puede advertir en esta mínima muestra (en particular, atender la última décima), el genio del más universal de los cubanos de todos los tiempos, no olvidaba nada, ni incluso —como buen criollo— el sano humor que define a los nacidos en la Isla, como en otros de países caribeños.
Así, el casi desconocido humor martiano se da a veces en los «Apuntes» (incluidos en sus Obras Completas), tan hermosos como sus poemas, tal en otros momentos de su excelente creación literaria y periodística, incluso en su propia autocaricatura (que incluí en la cubierta de ese breve volumen con sus décimas).
El humor martiano es un rasgo caracterológico, no tan conocido por muchos, pues, como se puede comprobar en su décima-carta «A Juan Bonilla», reveló no poca de este peculiar rasgo (típico en los cubanos), aunque el gran Hombre sufriera y luchara por la patria que debió abandonar en plena adolescencia.
Otro homenaje a José Martí en su aniversario 150
Waldo González López
3er. Premio Poesía, X Concurso Internacional Lincoln-Martí, 2012
Maestro
I
Maestro, todo lo alumbra
tu inmensa lumbre solar.
Blandes tu espada de mar
contra la torva penumbra.
Tu grandeza ya vislumbra
la maravilla mejor:
en América el amor
y el esplendor en el mundo.
Irrumpes, surco profundo:
en Dos Ríos, sembrador.
II
El verso llevas contigo
a Dos Ríos, General.
Tu verso, fino puñal,
tu verso llevo conmigo.
Eres el sincero amigo
desde tu hermosa estatura.
Vienes del alba más pura
y hacia el alba pura vas:
en todas partes estás
con tu perfecta armadura.
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