Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.
La vida a menudo transcurre, digamos plácidamente o sin grandes tropiezos. Pero puede que cambie desde la adolescencia, o quizás antes, como recientemente vimos a un niño de 11 años y en sexto grado, tomar un arma, herir a varios en la escuela, asesinar a su maestra y luego suicidarse. En este caso dicen que el entorno familiar era un desastre, y además que estuvo influenciado por un video juego. Pero a partir de la adolescencia, que es cuando la persona forma su carácter y define un poco su vida, es cuando entonces comienzan a surgir las posibilidades, desde mi punto de vista, de las diferentes muertes que nos acechan.
Creo que la primera, aparte de la muerte física como tal, por ejemplo, un accidente, es la posible muerte espiritual. Cuando el hombre pierde la pasión por la vida, pierde sus ilusiones, deja de trazarse metas, en fin, deja de soñar, creo que surge en él esa muerte espiritual, donde no importa que el corazón lata si los objetivos de la vida no existen, y es como que nuestra existencia desapareciese.
Ya como adulto y sin dejar de considerar la posible muerte anteriormente descrita, que puede surgir en cualquier momento del desarrollo, también el hombre muere cuando se estanca, cuando vive por vivir y no tiene incentivos mayores en su vida. Si bien continúa respirando y andando por este mundo como un fantasma, entonces no genera, no tiene disposición para hacer algo nuevo tanto material como intelectualmente, y es como una vida vegetativa sin presente y menos sin futuro.
Ya después llega en la vejez a sufrir otra muerte que lo acecha, y es aquella que comienza por la muerte de su virilidad que a muchos atormenta, algunos se rebelan contra ella sin darse cuenta de que la biología tiene sus etapas, y que más tarde o más temprano a todos nos llegan esos eventos. Junto a ello se desliza la falta de obligaciones laborales y hasta domésticas, en unos casos más y en otros menos, que a muchos los envuelve en su velo ominoso, haciéndolos pensar en el momento final, en la muerte última y definitiva, de la que hasta ahora ningún ser humano en lo material ha escapado. Solo una cantidad de nosotros sobrevivimos en la memoria de nuestros seres queridos, o algunos otros que han trascendido con sus obras, y la humanidad los tiene presentes y esto, dentro de la gran diversidad de factores como, las ciencias, letras, artes, deportes, política, guerras, etc.
Por eso señores, tal como le escribí a un amigo cercano al cumplir sus 70 años de vida, le dije, siéntete un vencedor, un triunfador, porque has sobrevivido a muchas muertes y aun permaneces estoico y radiante, y no importa que llegue un día esa última variante si se ha cumplido con el deber humano, familiar, social, amistoso, y has sido una persona de bien. Así que sirva de alerta a los demás más jóvenes, para que no sucumban a esas otras muertes que nos acechan, y dependen de nuestra postura en la vida. El día que llegue el final, y nos conmine a bajarnos en la última parada del viaje, y pasar a la otra dimensión, pues sin ningún remordimiento y con una sonrisa en los labios, digamos: By by, nos veremos más adelante.
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