Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.
Veo el documental del título y no puedo dejar de comentarlo y recomendarlo a familiares y amigos. ¿Y de qué se trata? Pues es la historia de un niño que nace con una enfermedad distrófica muscular e incurable llamada Duchenne, la cual paulatinamente va destruyendo los músculos hasta la muerte.
El niño noruego, llamado Mats, llega a caminar al principio y asistir a la escuela, graduándose con las mejores notas, pero al avanzar la enfermedad, queda recluido su movimiento a una silla de ruedas. Encuentra sosiego o una vía de interactuar socialmente, gracias a los juegos interactivos, una especie de dibujos animados en la computadora, a través de lo cual ayuda y establece conexión con muchas personas desde el punto de vista anónimo, autollamándose “Ibelin”. Pero lo más espectacular es que elaboró un blog que al final de su vida lo hace público, donde relata muchas de sus vicisitudes y sentimientos.
Sus padres estaban ajenos a esa doble vida que él llevaba, y a pesar de vivir 25 años, en los últimos diez desarrolló al máximo esta habilidad comunicativa, no obstante de que apenas podía mover los dedos en los últimos momentos. Fue tan perspicaz y ayudó espiritualmente a otros, en específico a un niño autista, quien entró en el club de juego llamado “Starlight”, e incluso fomentó sentimientos amorosos a más de una de las participantes. Lo más interesante es ver cómo una persona que sabía moriría de esa enfermedad, en la medida que avanzaba, mantuvo una actitud cooperativa y entusiasmó a otros que buscaban consuelo sin tener anomalías físicas y mortales como la de él.
Nada, ejemplos así en la vida nos nutren de entusiasmo, al saber que en este mundo hay personas tan excepcionales que, aunque lamentan la suerte que les tocó, pero se sobreponen y brindan a otros un espíritu de lucha y coraje, convirtiéndose en héroes anónimos, a los cuales hay que levantarles estos modestos pedestales.
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2 Comments on "La singular vida de “Ibelin”"
Una historia entrañable y muy estimulante. Gracias.
Gracias, Gustavo, se lo haré llegar al autor, saludos, Manuel