Literatura. Crítica.
Por Manuel Gayol Mecías…
Una vez más tengo, debo y quiero darle las gracias a mi buen amigo Ángel Velázquez Callejas por sus palabras sobre otro de mis libros. La siempre crítica inteligente de Callejas rebasa cualquier tipo de compromiso. Y me hace feliz saber que si yo no le diera a él algo de gran interés literario, entonces no levantaría un dedo, ni perdería un minuto de su tiempo, en gastar el valor de sus criterios en un libro mío. Y lo otro que me anima de él es que sus palabras conllevan el calor de una amistad cómplice (en el mejor sentido que se le puede dar a ese vocablo de “cómplice” como concepto de valor humano). Mi cómplice Callejas cada vez que escribe algo ya no solo sobre algunos de mis libros, sino sobre infinidad de temas que ha abordado, me enriquece de conocimientos y sensibilidades. Por estas razones recibir de él sus palabras sobre Los artificios del fuego me llena de satisfacción y gozo.
Ahora bien, ¿qué es para mí este libro de relatos y prosa Los artificios del fuego? En realidad es una recopilación de escritos, sí, entre los cuales encontramos relatos y descargas en prosa. Pero… ¿qué es lo que me hace juntar unos escritos con otros? Bueno, pues en verdad es la palabra, amigos míos, esa feliz lucha de ensamblar un puzzle a través de la palabra; un acertijo que termina siendo el asombro de descubrir la existencia de una unidad invisible que atraviesa el libro de una punta a la otra, pero una unidad que tiene que ver mucho con la diversidad. En realidad, una unidad con su paradoja.
Y… ¿por qué una paradoja? Pues porque su naturaleza viene a ser una unidad con la supuesta dispersión de varias cosas que aparentan no tener mucho que ver algunas con otras, debido a que se manifiestan como pequeñas unidades independientes, y con temas aparentemente distanciados entre sí, pero que al disponerse u ordenarse se revelan en unos personajes que se encuentran en un mismo tiempo y un mismo espacio para descubrirse como eslabones de una historia mayor, de un mundo particular de acontecimientos.
Hubo un tiempo en que yo estuve escribiendo las Crónicas Marjianas, de cuya serie este libro, Los artificios del fuego, es el cuarto, en que colateralmente, y por separado de las crónicas, digo, iba haciendo algunos relatos, o algunas descargas en prosa, hasta que llegó un momento en que me di cuenta de que esos escritos podían formar parte de la serie que ya venía trabajando; eran fragmentos que si se juntaban, pues de alguna manera podrían darme la posibilidad de hacer más fuerte el sentido de vida de mis crónicas; o sea, de mejorar ese proyecto, de otorgarle una amplitud sociológica a mi obra de saga mayor; porque en verdad las Crónicas Marjianas es una saga dentro de otra más grande, más abarcadora (un proyecto que he venido escribiendo desde hace más de 30 años; un proyecto que viene imaginándose en mi propia mente desde los años 80 del siglo pasado y que llamo: Papyrus Orbis Textus Cronicae Opus Luden).
Ahora, ¿qué me sucede a mí como escritor ante este cuaderno de cuentos, relatos y de prosa en general que finalmente he hilvanado gracias a Neo Club Ediciones, que es lo mismo que decir: gracias a Idabell Rosales y Armando Añel, mis amigos, y quienes fueron los que me ayudaron a terminar este proyecto, con sus ideas y sus aciertos? Sí, repito, ¿qué algo magnífico me pasó al escribir yo estas narraciones? Pues, sí, lo que me sucedió es que no solo descubrí haber dado vida a un conjunto de escritos en relación con una unidad serial anterior, sino que además pude trenzar o entretejer el gusto por la palabra con la ironía y la iconoclastia, o quizás mejor decir con la burla irreverente y creativa. En efecto, traté de ironizar un poco la vida que se padecía en Cuba en los años 80, y parte de los 90, tanto en sus ideas como en su sempiterno personaje, cuando yo aún estaba allá. Y esa ironía, y ese ritmo trepidante de algunos de los relatos, creo se hacen para transcribir un poco o regodear, desde una perspectiva burlesca, el contexto de vida que yo tuve en aquellos tiempos, quizás ahora un poco menos nefasto que los días que se viven hoy en día en la Isla.
Pero lo más hermoso que me pasó a la hora de ir escribiendo estos relatos y descargas fue que pude ampliar mi universo imaginario, al crear a un nuevo personaje sacado de mi más certera realidad, y al mismo tiempo reconocer lo valioso de la amistad en otro personaje más, muy amigo del personaje que descubrí. Así pude darle continuidad de vida a un amigo escritor llamado WV. Alguien muy entrañable que a través de su escritura y de su comportamiento logró alcanzar el afecto y la admiración de todos los que le conocían. Pero también pude encontrar los valores personales y literarios de su amigo Ramiro Duarte, a quien le dedico este libro.
WV son las iniciales de William Vidal (Guillermo para los que no le decían William ni tampoco el “Guille”). Y el Guille (de quien se habla sustancialmente en algunos de estos relatos) fue uno de mis mejores amigos, con quien siempre andaba Ramiro Duarte. Por eso, si el Guille es un personaje en este libro y en la serie de las Crónicas Marjianas, entonces a Ramiro le dedico este cuaderno, y lo hago no solo porque fue otro de mis mejores amigos, sino porque también resultó un gran escritor de La Tunas, allá en Cuba. Es decir, Ramiro, para mí, a veces se hace inseparable del Guille o WV; y por ello siempre trato de que el recuerdo de sus relaciones afectuosas y literarias conmigo hayan sido (y sean) intensas, como intensas fueron sus inteligencias, sus pasiones y sus pensamientos.
Asimismo aspiro a que mi amigo Ramiro Duarte reciba mi aliento desde esta parte corpórea del mundo y le dedico a él, in memoriam, este cuaderno con la misma emoción que teníamos e intercambiábamos —el Guille, Ramiro y yo— en nuestras charlas literarias allá en mi casa de Cuba, frente al océano Atlántico, tan profundo y azul, como este mismo mar que se encuentra frente a las costas de Miami.
Muchas gracias
[Palabras de agradecimiento de Manuel Gayol Mecías a la presentación de su libro Los artificios del fuego, por Angel Velázquez Callejas, en el Primer Festival del Arte y la Literatura Independiente de Miami, en diciembre de 2014]
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