Periodismo. Comentario crítico.
Por Tenchy Caymares…
El final del concurso de Nuestra Belleza Latina (NBL) de 2015, organizado por la cadena de
televisión Univision, fue tan decepcionante que devino el más desafortunado de todos los
celebrados hasta la fecha.
Cuando todo parecía estar a punto para decidir la entrega de la corona a Clarisa y otorgarle a
Francisca La Chapelle la beca de actuación que otorga Televisa —para que desarrolle su ya
evidente talento histriónico—, todo cambió y la corona fue a depositarse sorpresivamente en
la cabeza de Francisca sin que nadie entendiera lo que estaba sucediendo.
Desde el primer programa de esta edición de 2015, La Chapelle ciertamente se destacó por su
innegable vis cómica, que hizo las delicias de todos. Ella con su espontaneidad se metió al
público en un bolsillo, aunque tal vez consciente de que físicamente era posible que fuera la
menos agraciada de todo el grupo. Probablemente también estaba segura de que su participación
en el certamen era muy útil al poder utilizarlo como plataforma para el lanzamiento de su
carrera como actriz.
Sin embargo, lo acontecido tomó otro rumbo. Catherine obtuvo la beca de actuación,
despidieron a una asombrada Clarisa con un ramo de flores, y se anunció que Francisca era la
gran triunfadora.
Todo parecía estar sucediendo en un universo paralelo y no en la realidad. No se estaba
premiando la belleza, sino precisamente la carencia de ella (por favor no confundir con la
belleza interior). La bella Clarisa, quien se destacó mucho en todas las emisiones, resultó
eliminada, así sin más, lo cual dejó estupefactos a los televidentes que siguieron domingo a
domingo cada programa televisivo.
Este año la incursión de Jomari Goyso me pareció acertadísima, pues tiene los conocimientos,
el carisma y el juicio justo para evaluar a cada concursante. Pero no opino igual de
Jacqueline Bracamontes, sin duda una gran actriz, pero demasiado paternalista en sus juicios.
La percibí carente de sentido crítico, lo cual me hizo añorar los tiempos de Lupita Jones, quien
dominaba muy bien el arte de hacer señalamientos críticos exactos con la suficiente dosis de
indulgencia.
Aunque el show de NBL como tal mantuvo el altísimo nivel de las ediciones anteriores, así
como los retos de las chicas (a veces divertidos, a veces excesivos), el lado flaco de la
competencia una vez más fue la muy mala costumbre de tomar la votación del público como
una verdad absoluta y definitiva a la hora de elegir a la ganadora.
Y nuevamente surge la pregunta inevitable ¿Para qué entonces hay un jurado? Esa pretendida
conciliación entre la votación del público y el jurado podría lograrse alguna que otra vez, pero
cuando ambas partes no coinciden ¿quién se pliega a quién?
No siempre los deseos del público son acertados y mucho menos en Latinoamérica, donde a
veces el regionalismo de los votantes es la motivación mayor para dar el voto a una
compatriota, no importa si reúne las características, o no, para ser la ganadora.
En este aspecto se hace absolutamente necesario que el certamen de NBL cuente con un
Premio de la Popularidad en el que sí sea el público el que decida a quién conferírselo mediante
el voto. Y debe dejarse de una vez que sea el jurado, siempre integrado por personas
altamente calificadas, el que elija a la ganadora.
El final de NBL de 2015 fue realmente muy desacertado; me recordó a Don Quijote cuando en su
delirio caballeresco se enamoró perdidamente de la muy poco agraciada Aldonza Lorenzo y sus
ojos la veían como la bellísima Dulcinea del Toboso.
Creo que finalmente el carisma y la simpatía de Francisca acabaron por confundir a muchos y
les hizo olvidar que estaban en un concurso de belleza.
Los directivos de Univision deben de evitar seriamente que en las próximas emisiones de NBL
se vuelva a repetir un resultado tan desafortunado como el de este año. Simplemente debe
reinar el sentido común. Es elemental, si se trata de una competencia entre mujeres bellas,
obviamente debe ser elegida la más bella y no la más popular, para la cual, reitero, debe haber
un premio especial.
De lo contrario, sugiero que se le cambie el nombre al certamen.
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