Literatura. Crítica.
Por Julio Benítez…
Hay novelas que asombran por su humor, por su poder de crear más que recrear las realidades propias de la literatura. Me vienen a la mente Cándido o el Optimismo o Gargantúa y Pantagruel. No puedo menos que recordar el Quijote u otra de esas obras que han agitado la literatura con un espíritu renovador y a la vez con una especie de festín de las letras.
Hace apenas unos días terminé una de esas obras que resultan completamente renovadoras y diferentes. Podría decirse que con ella, se abren las puertas de la verdadera modernidad, que es la del siglo XXI. Aun así me parecía difícil comentar esa obra narrativa y más cuando había leído también trabajos profundos sobre la misma en el libro Viaje inverso hacia el reino de Imago, de Manuel Gayol Mecías, y eso de por sí me pareció trabajo titánico. ¿Qué podría yo descubrir o comentar que ese estilista y profundo ensayista no hubiera dicho?
Erótica, la segunda edición de la novela de Armando Añel (Neo
Club Ediciones, Miami, 2013), me sorprendió desde el principio.
Imaginaba una historia totalmente diferente, por lo que resultó
muy gratificante descubrir que se trataba de algo “nuevo”, un
tipo de literatura a la que jamás me había asomado. (Maia Losch Blank)
Y así leí este otro artículo que aquí cito por la coincidencia de criterios. Sorpresa, alegría y sobre todo ese derroche de imaginación que Erótica nos ofrece lo sentí cuando cerré sus páginas tal como señala la autora del comentario.
Dice Gayol Mecías que no es el erotismo, que también se muestra, sino la historia en sí lo que resulta más importante. Porque esta obra viene a ser la continuación de un Honorato de Balzac por lo de la publicación parcial, digamos por capítulos a modo de los viejos escritores. Pero Añel se renueva de modo sobresaliente. Su aparición no es a través de medios escritos, sino de entregas por capítulo en el mundo virtual que va a ser el espacio en que se mueve esta creación y que abre caminos para la literatura cubana tanto fuera como dentro de la isla.
Armando Añel pertenece a una generación que se enfrentó a la intolerancia y el autoritarismo y que como consecuencia ha llegado a repudiar el concepto manido de patria como efecto dominante sobre el individuo. Para él como otros nuevos creadores no “oficiales” o incluso exiliados, el mundo es un espacio abierto para la imaginación y la verdadera libertad que no está en los gobiernos, sino en nosotros mismos.
“La patria era uno mismo —los afectos y amores del individuo—, luego entonces no tenía sentido invocar el nombre de patria”. Señala uno de los varios narradores que presentan esa fantasía de este escritor de vanguardia, en un nuevo sentido. Hablo siglo XXI. Porque la historia que nos presenta no es el absurdo kafkiano, aunque hay algo de ello en ella con los afeites del Internet y la blogoesfera. Recordemos que aparece de forma virtual primero y luego saldrá en esta segunda edición escrita que es deleite del amante de la creatividad en las letras y también un resquicio penetrante en la decadente novelística sociológica que con excepciones notables pulula en Cuba.
Estoy de acuerdo con Ángel Velázquez y Gayol Mecías, quienes destacan la pericia y también la audacia creativa de Añel. No solo nos presenta el mundo de nuestro tiempo, sino que estructura su fabulación de forma muy interesante en la que presente o pasado pueden a veces pasar ante los ojos del lector como divertimentos referidos al islote de los varios nombres que desaparecerá luego de ser el reino de la libertad real, cuando la isla grande y de la Revolución barbuda arrase con sus habitantes que no celebraban banderas eternas ni fidelidades mortuorias. Porque eso es muy interesante. Si Erótica fuera un ser vivo, entonces sería como el alter ego deseable de la Cuba totalitaria y patriotera. No hay dudas que los personajes, muchos para una novela no voluminosa son interesantes. Podrían reaparecer en otras versiones, en otras obras que darían suficiente espacio a esos aristócratas o a esos jóvenes rebeldes que reconstruirán el islote-nación en un ejercicio atrevido de existencia virtual.
Erótica va más allá de la crítica al totalitarismo. La Habana aparece como fachada porque el islote que cambia sus nombres desde la época de los piratas, la ocupación inglesa y el posterior abandono de esta se permite la libertad de gobernarse sin anarquía pero con un ejercicio ideal de convivencia civilizada. Su destrucción por los del gobierno cubano representa simbólicamente la tierra arrasada que hemos podido observar en la Isla grande por más de cincuenta años. Por eso uno puede sonreír, pero a la vez sopesar los efectos de esa novela que utiliza múltiples narradores como si fueran las entradas de un blog cibernético.
Ahora bien, esta obra no es un relato filosóficamente sobrio, sino que es un festín de la imaginación y el humor adonde el eros sirve como compensación frente al mundo demasiado austero del totalitarismo.
A pesar de que una especie de Utopía en sentido inverso brinda reminiscencias del renacimiento inglés, no es la búsqueda de la repartición igualitaria que por principio mató y haría famoso a Tomas Morro. En sentido contrario, el islote crea el mundo especial que quisiéramos todos como búsqueda de la libertad individual en medio de la convivencia civilizada. Por eso duele y por otro lado concita admiración la labor de personajes que insisten en la supervivencia de Erótica en el mundo ideal del Internet.
Erótica es una novela completamente diferente a lo convencional tanto por su temática como por su estructura y ambiente espacial. Ya no es una creación postmodernista, deconstructivista ni tampoco es una vuelta a lo psicológico o la viciosa realidad sucia del mundo original de su autor. Es una expresión siglo XXI, como indicamos, y con ello se abre el camino hacia la novelística nueva, cubana y universal que tanto necesitan las letras para adaptarse a las nuevas realidades de nuestros tiempo. De ella podría decirse como el propio texto declara: “Playa Hedónica alterando definitivamente las reglas del juego”.
[Este trabajo de Julio Benítez apareció publicado primeramente en Neo Club Press, de donde se ha tomado]
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