Literatura. Religión. Crónicas.
Por Mario Blanco.
En mi apreciación por lo que he visto, leído y observado, el ser humano cree en múltiples y variadas religiones, y representantes de estas, y menos en sí mismo y en el círculo humano y de la naturaleza que lo rodea.
Acabo de ver un programa más de Maravillas del Mundo, dirigido por Claudio Iturra, y este capítulo trató sobre la antigua Ceilán, ahora Sri Lanka, una pequeña isla al sur de la India de apenas 65 mil km. cuadrados y más de 21 millones de habitantes, donde se cultiva mucho el té. El reportero nos muestra, entre otras, dos edificaciones, una donde se dice está un diente de Buda y otra es el Monte Adam, también un centro religioso en el pico de una montaña a más de 2,200 metros de altura. La peregrinación a ambos lugares es cuantiosa.
Y entonces reflexionaba yo sobre las religiones más conocidas y sus representantes: cristianismo y protestantismo con Dios y Cristo, islamismo con Mahoma, budismo con Buda, el hinduismo con su sincretismo en la India, como también el taoísmo y confucionismo en China y otras más que existen, y no dejo de mencionar el sintoísmo en Japón que adora los espíritus de la naturaleza. Conclusión que hay una diversidad de creencias, algunas con similitudes, otras con más creyentes o fanáticos unas que otras y, en conclusión, el hombre ha tenido hasta hoy la necesidad espiritual de buscar el entendimiento de este mundo y su existencia, incluida la propia, y de diversas maneras lo ha interpretado, amén de los puros materialistas que no creen en ninguna religión y donde se enfatiza que este mundo fue creado por su propio desarrollo, sin nadie aun saber con certeza o de forma demostrativa, cómo fue el verdadero principio y de dónde salió todo.
La realidad es que teorías y creencias existen varias, expuestas por los hombres en vida y luego viene el gran misterio de la muerte, insondable, de la cual el cristianismo ha planteado la experiencia de la resurrección solo de Jesús, y no de nadie más, para saber si en realidad existe algo después de la muerte. Cuan difíciles son estos temas filosóficos y lo relacionado sobre nuestra existencia. Cuánta fuerza les da a muchos tener fe en algo, cuando nos encontramos en situaciones difíciles de nuestra vida.
Hoy meditaba y no quería seguir escribiendo, pero entonces en mi meditación caigo en esta encrucijada al ver este reportaje. Y digo encrucijada porque simplemente no tengo respuesta, me veo impotente en dilucidar esta gran madeja de las creencias del hombre. El hombre estudia el universo buscando señales que puedan darle puntos de referencia, pero aún estamos lejos, y ni siquiera seguros si llegaremos a encontrar otras civilizaciones más avanzadas o retrasadas que nos den luz sobre nosotros mismos, y lo peor, expuestos cada día como hoy sucede a que desaparezcamos por pandemias o por nuestras propias acciones de guerra nuclear u otras causas.
Conclusión, amigos, me desahogo, pero no mucho más puedo aportar que no sea este breve análisis, donde quedo también insatisfecho, aunque debemos reconocer que la ciencia nos ha permitido conocer mucho más que, por ejemplo, nuestros antepasados de la era antes de Cristo, por solo situar un punto de partida. No obstante, la imaginación del hombre siempre ha ido más allá de lo que ha visto y demostrado, y gracias a ella hemos avanzado y aun lo haremos, y con sus fundamentos y la fe el hombre ha progresado y también aceptado máximas de la vida, como la recurrente muerte que sigue siendo un enigma en lo espiritual.
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