El sueño de Ivette

Literatura. Homenaje. In Memoriam.
Por Manuel Gayol Mecías.

¡Me ha sido tan difícil decir que mi amiga Ivette se fue definitivamente! Aun cuando queremos hacerle un homenaje, el dolor es tan fuerte que uno se paraliza. Por eso, se hace necesario —aunque fuera— pasar un breve tiempo en silencio, hasta asimilar definitivamente que Ivette Fuentes de la Paz, nuestra entrañable amiga y nuestra esclarecida guía, se marchó hacia su propia Gloria.

Me había acostumbrado a sus mensajes de voz, a los textos e ilustraciones de buenos días y a los chistes por WhatsApp, a los asombros de sus hallazgos en una Isla paradójica, que aun cuando siempre inmóvil, sigue al pairo. Ya sé que ahora ha de encontrarse en el encantamiento de la Verdad, en la justa y exacta realidad, en el descubrimiento de por qué fue todo; quiero decir, de por qué esta vida ha sido de misterios e incredulidades, de engaños y poderes estúpidos. Esta vida que va de la   Belleza a la horroridad de los ideólogos.

¿Cómo habrá sido ese último sueño que la envolvió? ¿Cómo fue ese momento, ese preciso instante, en que del sueño mi amiga pasó a la eternidad? ¿Pudo haber tenido algún umbral, antes del dormir definitivo, digo, antes del sueño total? ¿Visiones dantescas?, fuego y más fuego, calles de escombros, todos los días, donde las personas hurgan y se sumergen. El Demagogo, repitente del Demagorgón, con sus cien cabezas y mil brazos, merodeando por los callejones oscuros, tenebrosos, las calles sin luz, las casas sin luz, las noches sin luna. La gente sobre las aceras, en la oscuridad, insultándose, perreando, muriéndose lentamente, en una cola infinita, por una raspa de picadillo.

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Ivette Fuentes y algunas de sus amistades, en la presentación de su libro “Danza y poesía. Para una poética del movimiento”. Ediciones Cumbres.

“Ivette, amiga querida, ¿antes del sueño viste el túnel, viste la luz?”, podría preguntarle. Pero en nuestra realidad, ¿cómo lo hago? ¿Cómo le digo que me quedé en suspenso, en babia, en el mismo borde del abismo? Al encontrar a su madre y demás seres queridos, de seguro ella habrá visto un nuevo amanecer, nítido y grandioso, ¿verdad? Dicen que en el sueño, después del terror de las pesadillas, la sensación de felicidad es tan fuerte, tan fascinante e inefable que no la podemos comprender, que no estamos preparados para la verdadera belleza, porque es la imagen de las almas entrando, cada una, en su espíritu. Tú te querías ir en la estela sagrada, pero alguien te detuvo. Seguro que fue Lezama, me consta, porque siempre lo tuviste presente. Allí mismo, el autor de Paradiso te presenta a Borges, y te quedas anonadada. Eso ni que lo estuviera viendo ahora: Borges, Lezama y tú en la Imago.

Dejaste tantas preguntas; tantas cuestiones abiertas, interrogantes que solo logran crear más dudas, más incógnitas, sobre la vida, sobre ti misma. ¿Es cierto entonces que la vida es sueño? “La muerte (¡desdicha fuerte!):/¡que hay quien intente reinar/viendo que ha de despertar/en el sueño de la muerte!”. De alguna manera bien lo supo Calderón, cuando tuvo la intuición de tu presagio lejano. Todo sucedió en tu mente, amiga mía, ese hecho de un sinnúmero de razones, de la lóbrega, lúgubre y siniestra materia social que te rodeó, que te asedió y maltrató; ese contexto que fue creándote un muladar de pánico y de heces; ese pavor perenne de malvivir en el ámbito demoníaco de un averno insondable. Si el infierno existe, admirada Ivetilla, realmente estaba/está ahí donde vivías.

Jornada Zambraniana. Centro Educativo Español de La Habana.

Pero, ¿cuál es entonces el sentido de la vida, querida amiga? ¿Por qué alguna ley divina eternizó tu último sueño? Así, sin contar con tus planes, con tus proyectos. ¿Será que los ángeles de tu propio nombre te pidieron, te exigieron, que ocuparas tu lugar platónico? En los últimos días habíamos hablado de Platón, recuerdas, también de Sócrates, Aristóteles y Plotino. Me habías dicho tantas cosas hermosas. Y me confesaste que tu mayor arrebato filosófico era Plotino, discípulo de Ammonius Saccas, sí, porque fue (Plotino, claro) el primero quien mejor entendió a Platón, y más que eso: quien logró entrar en las estructuras y razones de la luz. Pero tampoco dejaste atrás la base pitagórica de todos ellos. Pitágoras fue también el comienzo del Misterio, y yo diría que hasta de toda una poética de la conciencia. Le prestó, quizás sin saberlo, su imaginación a Platón para que descubriera la idealidad de las cosas ocultas, para que, además, dialogara con todos y develara las ideas socráticas, los recursos imaginarios de la condición humana. Platón transformó a Sócrates en una de las mayores grandezas griegas, porque realmente reconoció en él al Maestro, a su adalid de la verdad, de la valentía y del rigor. Y yo me atrevo a creer que ahora estás con ellos, al igual que con Lezama y Borges, y con todos los que tú siempre no solo has mencionado, sino estudiado y prodigado en tus clases. No puede ser de otra manera. Fue demasiado lo que sufriste. ¡Qué lástima que tu cuerpo no haya podido rebasar las pesadillas físicas de este mundo! Quiero decir, de este mundanal abismo, grosero; bueno, más que todo, de ese pedazo de Isla inerte, exangüe e indolente que te rodeó siempre, que te maltrató hasta la rabia, incluso, y que te fue rompiendo el alma, pedazo a pedazo, que yo lo sé.

Ivette Fuentes de la Paz sobre “Los últimos relatos”, de Reynaldo Fernández Pavón. Puente a la Vista.

Me nombraste muchas cosas, incluso lo inverosímil posible y lo verosímil imposible de Aristóteles. Bueno, al menos, eso te daba mucha curiosidad. Para mí, era una paradoja interesantísima. Pero tú querías indagar sobre ello. Lo sentías como algo extraño dentro de las características que siempre se habían dado en cuanto a la ausencia de lo imaginario en la misma mentalidad del Estagirita. Y de aquí la curiosidad, porque la posibilidad de la inverosimilitud —es lo que yo pienso— seguramente te hizo poner en duda el pragmatismo racional de ese pensador universal, o mejor decir, de las reacciones de este filósofo ante la idealidad platónica. Y con esto de lo inverosímil y lo verosímil me ayudaste a indagar también en el asunto de que Aristóteles no fuera solamente un pragmático materialista. Y, por supuesto, esto es una especulación mía. No obstante, pude averiguar que él, a pesar de dar la impresión de creer en el politeísmo griego, cuestión que estaba dentro de la aceptación de su tiempo, de cierta manera, muchas veces apuntaba a la existencia de un solo dios como “motor primero inmóvil” de todo lo que constituía el universo, bueno, esto también se dijo de él alguna vez. Y ello, entonces, habría la probabilidad de su creencia asimismo en un mundo imaginario, al menos, una dimensión mental y subjetiva en la que se puede discernir que cabía un tanto de coincidencia con su Maestro Platón.

Pero te repito, amiga, lo que verdaderamente más te entusiasmaba era Plotino  y su teoría sobre la luz. Por eso a mí lo que me admira de ti, entre tantas cosas, es la metáfora luminosa de tus escritos. Porque parece que tú y Plotino tuvieron una gran consonancia creativa que fusionaron entre ustedes. Y ello me dio la posibilidad de conocer y sentir ese vigor poderoso de tu sintaxis, de los más profundos y complejos significados filosóficos, poéticos asimismo, por supuesto, tú los envolvías en meticulosas y precisas imágenes; imágenes formativas que salían de tu interior y que con ellas podías deslumbrar al lector y al alumno… Sí, era/es como si pudiéramos leer la misma luz que venía de ti… Al menos yo lo sentía y aún lo siento así… En toda tu prosa, los espacios, los silencios, las imágenes tenían/tienen una razón de ser. Cada uno de tus ensayos busca la exactitud de los conceptos, como si lo natural de las ideas, de los significados, fuera esa misma belleza que empleabas para expresarlos. No había o no hay ruptura entre el significado y el significante de tus proposiciones. Todo cuaja como la circulación de la sangre en cada uno de los órganos de un ser corpóreo. Es como el mismo orden después del caos del universo. Pero, en lo imaginario, es el entramado tropológico de un decir exacto, de una forma y un contenido, contenido  que no puede ser otro que eso mismo que se quiere expresar. Yo, aunque otros me sientan exagerado, digo que tu discurso ensayístico y tu cuentística conforman, ambos, la belleza de las Almas clásicas.

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He escrito esto de ti, porque es lo menos que me pide la profunda amistad que hemos tenido, pero te aseguro que más adelante seguiré escribiendo sobre tu legado, sobre tu grandeza creativa y profesional y acerca de esa humildad que tuviste siempre para desentrañar los misterios del intelecto, para escudriñar el mundo de la imagen, de tu invalorable José Lezama Lima o Eliseo Diego, o de las hermosísimas metáforas que descubriste en los escritos de José Martí, por tu amistad con tus apreciables Cintio y Fina, así como esa insondable cercanía que sentiste siempre por María Zambrano y Juan Ramón Jiménez, y por tantos y tantos renombrados autores.

Descansa en paz, querida amiga, y te pido, por favor, que por mucha felicidad que sientas al lado del Padre, y por estar en tu casa cristiana, por favor, repito, no te desligues de tus fieles amigos, que todavía quedamos aquí hasta que nos encontremos de nuevo y siempre.

Un abrazo así de grande, el Mano Gayolín, como me decías.

© Manuel Gayol Mecías e Ivette Fuentes de la Paz. All Rights Reserved.

 

About the Author

Manuel Gayol Mecías is the Director and Editor of Palabra Abierta (“Open Word”; mu.gayol3@gmail.com), and a Cuban writer and newspaper man. He was a Senior Researcher in the Literature Investigation Center of the Casa de las Américas (Havana, 1979-1989), and was a member of the editorial board of Vivarium magazine, a review published under the tutelage of the Archidiosis of Havana. He has published innumerable critic essays, short stories, novels and poetry in many Cuban and foreign literary reviews and newspapers, and has been the recipient of various prizes in literature, among them the Short Story National Prize of the Union of Writers and Artists of Cuba (UNEAC), 1992, and the Enrique Labrador Ruiz International Short Story Prize of the Círculo de Cultura Panamericano (Pan-American Circle of Culture) of New York, 2004. He worked as editor of Contact Review, from 1994 to 1996. He worked at La Opinión Spanish Newspaper as Editor and Copyeditor (1998 to 2014). At present, he is one of the founders of the Club del Pensamiento Crítico at the Huntington Park Public Library. He is a member of Cuban History Academy in Exile, and a member of Cuban Pen Club in Exile, too, and vice president of Vista Larga Foundation. Published works include "Retable of the Fable" (Poems, Editorial Letras Cubanas, 1989); "Multiple Appraisal of Andre’s Bello" (Compilation, Editorial Casa de las Américas, 1989); "The Jaguar is an Amber Dream" (Short stories, Provincial Center of the Havana Book Editorial, 1990); "Return of the Doubt" (Poems, Vivarium Editions, Archiepiscopal Center of Studies, Havana, 1995); "The Night of the Great Goth" (Short stories, Neo Club Editions, Miami, 2011); "Eyes of Red Goth" (Novel, Neo Club Editions, Miami, 2012); "Marja and the Eye of the Maker" (Novel, Neo Club Editions, Miami, 2013); "Inverse Trip towards the Reign of the Imagery" (Essays, Neo Club Editions, Miami, 2014) and "The Fire’s Artifice" (Short stories, Neo Club Editions, Miami, 2014); "Coincidencias de un editor (o el exorcismo de Joel Merlín)" (Novel, Palabra Abierta/Neo Club Ediciones, Eastvale/Miami, 2015); "La penumbra de Dios (De la Creación, la Libertad y las Revelaciones)" (Essays, Palabra Abierta/Neo Club Ediciones, Eastvale/Miami, 2015); "Las vibraciones de la luz (Ficciones divinas y profanas). Intuiciones II" (Essays, Palabra Abierta Ediciones/ Alexandria Library Publishing House, Eastvale/Miami, 2016).

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