Literatura. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.
El castrismo hoy no es marxista, es gramscista, una corriente político-ideológica en pos de un mismo objetivo antidemocrático, pero por vías diferentes.
En América el régimen cubano es el principal protagonista teórico y práctico de ese movimiento geopolítico y social global que en Occidente se mueve contra Occidente, y valga la ironía, en particular contra Estados Unidos. Es esta una guerra no declarada contra la cultura y el modo de vida imperante en la democracia occidental
El marxismo como violenta estrategia comunista para tomar el poder, murió. Su cadáver yace sepultado en las murallas del Kremlin. Pero no falleció la “idea comunista” de instalarse en el poder. La izquierda radical mutó y devino seguidora de Antonio Gramsci (1891-1937), el más destacado teórico antioccidental comunista del siglo XX para implantar el socialismo sin revolución ni violencia alguna.
Gramsci fue un comunista más astuto que Marx y Lenin juntos
¿Qué es exactamente el gramscismo? Gramsci, fundador del Partido Comunista de Italia (el más fuerte de Europa Occidental), fue un intelectual y dirigente político más astuto que Marx y Lenin juntos.
Para Gramsci no era necesaria una revolución violenta, como postulaba Marx, e hizo Lenin, para implantar el socialismo, sino socavar la “hegemonía cultural” burguesa hasta acabar con ella y sustituirla. Por eso se distanció de Marx, Lenin y de Stalin, que al morir Gramsci en 1937 (de hemorragia cerebral) estaba ejecutando o matando de hambre a millones de soviéticos.
El líder comunista italiano consideraba que el sector dominante de la sociedad puede ejercer su poder porque impone su filosofía, sus costumbres, el sentido común, que facilitan la identificación inconsciente del pueblo con la clase dominante.
Erosión de los valores democráticos en universidades de EE. UU.
A partir de esa conclusión Gramsci elaboró su estrategia para desplazar incruentamente del poder a la “burguesía”, y que consta de tres pilares: A) dominar los medios de comunicación y culturales; B) dominar la enseñanza sobre todo en las universidades; y C) acabar con la influencia religiosa en la población.
En el caso de EE. UU., el gramscismo se beneficia de millonarias donaciones desde el Medio Oriente. Qatar regaló $4,700 millones de dólares a decenas de instituciones académicas de Estados Unidos entre 2001 y 2021, según el Institute for the Study of Global Antisemitism and Policy (ISGAP) en 2022.
A cambio de esas donaciones “altruistas” en las universidades de EE. UU. crece académicamente “una erosión de los valores democráticos” y una “retórica antisemita o antiisraelí”, afirma textualmente el estudio del ISGAP. Eso favorece al gramscismo y a la subversiva inteligencia castrista en EE. UU.
Bueno, usted habrá advertido, el gramscismo lo mismo puede servir para implantar un régimen comunista, que fascista o teocrático.
Marx sostenía que los comunistas solo pueden llegar al poder “derrocando por la violencia todo el orden social existente”, como proclama el Manifiesto Comunista (1848). Y en El Capital luego sentenció: “La violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva”.
Controlar medios, suplantar la hegemonía cultural occidental
Según Gramsci eso fue un garrafal error de Marx, pues para llevar las clases dominadas al poder político solo hay que usar las mismas armas de la burguesía, pero al revés, penetrando las bases de la hegemonía capitalista y minándola desde dentro hasta controlarla por completo, y suplantarla con el modelo social comunista.
Hoy Cuba es protagonista del empuje gramscista continental, lo cual es una gran paradoja, pues el castrismo se pasó varias décadas atacando a Gramsci.
Como como buenos camaradas de Moscú, los Castro también arremetieron contra el “eurocomunismo”, un movimiento político-ideológico gramscista que fue lanzado por el PC italiano en los años 70 de rechazo al modelo comunista soviético, y propugnaba una mayor proximidad hacia la clase media burguesa y la aceptación del modelo parlamentario pluripartidista, al que Marx llamaba “parlamentarismo idiota” y Fidel “pluriporquería”.
A aquel movimiento europeo “revisionista” (según el léxico soviético) se unieron los PC de Francia y de España, que llegaron a declarar que luchaban a la vez contra la OTAN y contra el Pacto de Varsovia.
Hoy la dictadura castrista ya no dedica a su ejército de agentes de inteligencia, cubanos y extranjeros, pagados o voluntarios, a “crear dos, tres, muchos Vietnam” e incendiarlo todo, sino a minar el poder burgués desde dentro y acabar con su “hegemonía cultural”. Sepultada bien atrás en el tiempo quedó la “lucha armada como única vía para lograr la liberación nacional de los pueblos y derrotar al imperialismo”.
Los subversivos castro-gramscistas ahora se infiltran en partidos políticos, gobiernos, sindicatos, instituciones sociales y académicas, organismos internacionales y hasta en el mismísimo Pentágono y el Departamento de Estado de EE. UU., como la puertorriqueña Ana Belén Montes y el boliviano Manuel Rocha.
¿Cuándo y por qué Fidel Castro “se convirtió” al gramscismo?
La “conversión” oficial de Fidel Castro al gramscismo se produjo al desintegrarse la Unión Soviética y fallecer el “paganini” Volodia que mantenía a flote la improductiva economía cubana. Rápidamente el Proxeneta en Jefe cubano aceptó enseguida las reglas del juego de la “pluriporquería”.
Se abrazó a la millonaria chequera de Hugo Chávez, y el fanático venezolano comenzó a mantener a Cuba. Ambos sacaron de la manga el “socialismo del siglo XXI”, gramscista al 100%, como lo son el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
Y hago aquí un paréntesis clave. Estoy convencido de que Fidel Castro nunca fue un marxista de verdad, por conciencia, como los antiguos militantes del PSP, digamos. En su egolatría megalómana no creyó en otra ideología que no fuera la suya propia, utilitaria. Para obtener poder, fama y vivir a costa de otros. Fue lo que hizo toda su vida. Fidel jamás creyó en nadie (ni en su madre) ni en nada que no brotase de su propio ego.
Volviendo a Gramsci, éste tuvo un gran despiste cuando colocó en un mismo plano la democracia occidental con el tiotalitarismo antidemocrático, y enunció que el poder delas clases dominantes en general no se basa en la fuerza militar y represiva, sino en la “hegemonía cultural”.
Eso, en el caso de toda autocracia, simplemente es falso. Por ejemplo, Si el castrismo ha durado 65 años ha sido por su monstruosa maquinaria de terror represivo. Y sin la KGB, la Stasi en Alemania Oriental, la Securitate en Rumanía y las fuerzas represivas en los 35 países comunistas del siglo XX, el comunismo europeo no habría durado mucho tiempo. Y tampoco existiría en Asia.
En la Rusia bolchevique, Lenin, para mantener el poder comunista, asesinó o mató de hambre a varios millones de personas. Y Stalin a unos 20 millones. Otros millones de soviéticos sufrieron los horrores del GULAG, incluyendo tres mariscales, 13 generales de cuatro estrellas, 50 generales de tres estrellas, 154 generales de dos estrellas, y ocho almirantes. Son datos de varios historiadores y de la Enciclopedia Británica. En China, se calcula que Mao Tse Tung mató o provocó la muerte de 65 millones de personas.
Cómplice de la alianza imperialista chino-ruso-iraní-norcoreana
En Cuba el “lavado de cerebro” con la propaganda político-ideológica funcionó para parte de la población, mientras Moscú pagaba los gastos. Se acabó el dinero y la farsa de la “revolución cubana” saltó en pedazos, llevándose por delante al marxismo-leninismo, al argentino Guevara y a “Masantini el Torero”. Desapareció el supuesto pacto social comunista según el cual el Estado esclaviza al pueblo y a cambio le da escuela, salud pública y un poco de alimentos.
Para resumir, la democracia, las libertades, derechos humanos y beneficios sociales y económicos logrados en Occidente en los últimos 200 años están en serio peligro. La humanidad sufrirá un retroceso devastador si la izquierda gramscista sigue erosionando las bases del mundo moderno.
Ocurrirá lo mismo que cuando la “izquierda antimperialista” de la época, los primitivos bárbaros (teutones, visigodos, alemanes, suecos, anglos, sajones, francos o vándalos, etc.) acabaron con el imperio romano e hicieron trizas la civilización y cultura más avanzadas, con mucho, conocidas hasta ese entonces, y remontaron a la humanidad varios miles de años atrás en materia de desarrollo social, económico, comercial, tecnológico y cultural, durante mil años. De haberse preservado la civilización y cultura romanas hoy, en materia de desarrollo, quizás estaríamos en el año 3024 y no en 2024
Ah, muy importante, en la práctica el gramscismo es cómplice de la alianza imperialista de China-Rusia-Irán, con el apoyo de Corea del Norte, y que pretende establecer un “nuevo orden mundial” que sería el regreso a la “Edad Oscura” en el siglo XXI.
Esta ingeniería de subversión antidemocrática opera con soltura en América y en casi todo Occidente. Por eso es errónea la política del presidente Joe Biden de hacerle concesiones al castrismo-gramscismo, en vez de presionarlo. O, por lo menos, que pida algo sustantivo a La Habana a cambio de cada gracia que le concede.
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