El funeral

Written by on 08/05/2023 in Critica, Literatura - No comments

Hay costumbres casi transformadas en obligada normativa, y una de ellas es la organización de los funerales y aspecto del escenario. En cualquiera de los mismos, sea laico o casi privado, existen reglas que se procura no transgredir, pero ello es más evidente cuando ocurre en la iglesia. El lugar que se ocupa en los bancos guarda relación con el grado de parentesco respecto al finado/a, el semblante de todos los circunstantes, durante el proceso, ha de revelar su duelo, y el luto, en los más allegados, viste de negro el dolor. Los varones con traje y corbata, las mujeres con velo y el vestido de elegancia recatada…

Por lo que hace a los comentarios antes o tras el acto, y por supuesto en la homilía del sacerdote, se recordará al difunto/a, tal vez su talante y alguna que otra anécdota entrañable, aunque serán sólo apuntes de lo que guardan en la memoria quienes vivieron cercanos; a veces sólo una frase, el gesto o un abrazo, transmitirán el sufrimiento, y es que los sentimientos encuentran senderos múltiples por los que asomar y en ocasiones se precisa de una adecuada interpretación para traducir lo que significan.

Es lo que ocurrió en aquella ocasión, cuando la esposa del fallecido se presentó con un llamativo vestido rojo, medias y tacones en absoluto adecuados para el acto —se decían todos—. Los comentarios de repulsa se acentuaron al finalizar las exequias y la mayoría se marchó con la sensación de que aquella mujer había perdido la cabeza, a no ser que… Solo una íntima amiga conoció el sentido de lo que parecía despreciable transgresión a los usos establecidos, tras preguntarle sobre el porqué de aquella impropia apariencia. “Desde que nos casamos, quiso que aprendiésemos a bailar el tango —le contestó entre lágrimas—. Me lo repetía una y otra vez cuando ya jubilado y, pobrecillo, yo nunca le hice caso…”.

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About the Author

J. GUSTAVO CATALÁN Nacido en Guipúzcoa. Licenciado y Doctor en Medicina (1990) por la Universidad de Barcelona. Especialista en Oncología y Endocrinología. Diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad,1982). Tras ocupar la subdirección del Centro Regional de Oncología de Baleares, jefe de la Sección de Oncología del Hospital General de Mallorca hasta 2002 y, posteriormente, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Son Llàtzer (Ibsalut) hasta 2011. En la actualidad, ejerzo en el ámbito privado. Autor o coautor de más de 100 artículos y diez libros sobre la especialidad. Miembro electo de tres sociedades científicas nacionales y dos internacionales (European Association for Cancer Research y European Society for Medical oncology). He formado parte del comité editorial en cuatro revistas profesionales y becado por trabajos de investigación en ocho ocasiones. En 1987 obtuve el Premio Ciudad de Palma en el área de investigación científica. EN CUANTO A LAS LETRAS… En 1993, el primer libro de relatos: "De una cierta desmesura" (Edit. Prensa Universitaria. Palma de Mallorca) y, en 1997, el segundo: "Mi Giovanna por tres horas". Otros cuentos en volúmenes colectivos (1996, Edit. Noesis, Madrid; Edit. Ergon en 2005 y 2007…). Autor de las novelas “No habrá quien nos pueda separá más nunca” (Edit. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000), “La fosa común” (Edit. Huerga y Fierro, Madrid, 2001) y, en la misma Editorial, “Tiempo de Despedidas” (2006) y “Frente a mí” (2014). También colabora en prensa con asiduidad. Autor de la columna semanal “Polvo de Letras” en la revista “Illespress” hasta su extinción y, desde hace 17 años, los domingos, columnista de opinión en “Diario de Mallorca”. Colaborador asimismo de la revista digital "Palabra Abierta", de Eastvale, California. En 2013 inició el blog “contar es vivir (te)” (http://gustavocatalanblog.com).

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