Literatura. Relato.
Por Blanca Caballero.
Cuando entré, me dirigí al centro de la habitación donde él se encontraba. Estaba sentado sobre unos cojines rojo púrpura, con ribetes dorados. Era un enano con cabeza inmensamente grande. Me presenté y me invitó a sentarme cerca de él; lo suficientemente cerca como para sentir el olor desagradable que emanaba. Se sentía aún más cuando se acercaba a mí y me dirigía la palabra. Me provocaba nauseas.
Yo había comenzado a trabajar en el departamento de Publicidad No Ambiental del Ministerio de Cosas Inútiles. Me habían encomendado un proyecto sobre un estudio de cómo incorporar a los trovadores a la Revolución de las Maravillas, que El enano había iniciado para transformar la ciudad.
Mi misión tenía que ver con la creación de una canción que sirviera de himno a ese proceso. Estaría relacionada con La sonrisa perfecta, pues El enano aseguraba que cuando se hubiese culminado su revolución todos los ciudadanos, satisfechos por los progresos y maravillas logradas, exhibirían una sonrisa permanente en sus labios.
Mi visita estaba encaminada a buscar modelos de sonrisas. Sabía, aunque nunca me atreví a decirlo, que había un gran engaño en buscar sonrisas en nuestra ciudad, la Ciudad de las Bocas Cerradas, y que las verdaderas sonrisas las debíamos buscar en otro lugar, en la Ciudad del Nuevo Lagarto, situada en la orilla opuesta del gran río. Pero no podía ir allí, nos estaba prohibido cruzar el río. Así que tenía que conformarme con hacer el estudio en nuestra ciudad. El enano había prohibido usar el nombre de la ciudad de enfrente y la llamábamos La Ciudad de las Orugas Reptantes.
El enano me hizo muchas preguntas: ¿Cómo iba el trabajo? ¿Cómo pensaba relacionar la Revolución de las Maravillas con la Sonrisa Perfecta? Le expliqué a grandes trazos. Cuando satisfizo su curiosidad dejó de prestarme atención y dirigió su mirada hacia otro lado.
Empecé a sentirme molesta y mi vista vagó por la habitación. Vi que estaba llena de títeres, situados en todas partes, tirados, acuclillados, jorobados, con las cabezas torcidas, en poses extravagantes.
Los títeres de El enano son una monada, están muy bien hechos, bien cosidos, bien dibujados, tienen ojos expresivos y boca grande. Son de diferentes clases. Unos están vestidos de payasos, otros de aldeanos, los hombres con pantaloncitos verdes con piernas terminando en puntas, y llevan tenedores, de los usados para recoger heno; las mujeres usan delantales, y como calzado zapaticos zuecos. Se ven muy lindas. Otros se visten como mineros de la Edad Media. Algunos usan indumentaria de caballeros andantes. En fin, hay gran variedad de ellos, y siempre se encuentra el adecuado para la ocasión.
Cuando miras a los títeres se ven tan inocentes, tan inofensivos, pero realmente son muy ladinos. No sabes cuándo te están mirando, no exteriorizan sus sentimientos, siempre callados, pero pueden albergar sentimientos de odio. Se dice que ellos nos odian porque nunca han podido hacer nada por sí mismo, siempre tienen que utilizar a otros para realizarse.
Cerca de El enano había otros juguetes. Se veían marionetas amontonadas en el suelo. De vez en cuando él tomaba alguna y, accionando las cuerdas, la hacía bailar o hacer malabarismos.
También había soldaditos de plomo, había una pareja detrás y cerca de él, comprendí que eran los responsables de su seguridad.
Además de juguetes había personas. Todas con actitud sumisa y adulante. No perdían la ocasión de rendir pleitesía a El enano. Algo que lo complacía en grado sumo, y manifestaba con una amplia sonrisa al contemplar la cohorte de aduladores; entonces movía su ca-bezota con satisfacción.
II
Desde hace tiempo El enano, secundado por títeres, marionetas y otros secuaces, controla la ciudad. Ellos determinan todo lo que se puede hacer. Han prohibido mucho y puesto obligatorio también mucho. En cuanto a nombrarlo, todos deben decirle El Supremo.
El enano cambió el nombre a la ciudad poniéndole Ciudad de las Bocas Cerradas. Argumentando que hablar mucho causaba ruido de elevados decibeles, lo que afectaba la tranquilidad y el reposo, por tanto, era mejor no hablar. Al principio se estableció como sugerencia; luego, con una ordenanza, se convirtió en ley.
Para evitar que el ruido de la Ciudad de las Orugas Reptantes llegara y nos afectara, El enano mandó a construir un muro muy alto: La Muralla Rompe Palabras. La muralla tiene doble función, además de evitar que lo que se dice en la ciudad de enfrente se oiga en la nuestra, evita que nosotros podamos visitar a aquella.
El enano dice que la prohibición de viajar a la ciudad de enfrente es con fines terapéuticos; ir allí, donde hay tanto bullicio, puede afectar el oído de los ciudadanos.
III
Mientras observaba a los presentes El enano se levantó. Se tambaleó al hacerlo debido a la desproporción del volumen de la cabeza. Lo que mostró que no estaba vacía, sino llena. No sabía qué la llenaba, pero era pesado.
Ya de pie gritó a todo pulmón: —La fiesta ha comenzado. —Todo el mundo empezó a bailar con júbilo, al compás de una melodía pegajosa. En cuanto a sus marionetas, El enano tomó a dos de ellas y, mediante las cuerdas, las puso a bailar al compás de la música.
Ahí fue cuando la pareja salió de una habitación anexa, mejor dicho, por lo que pude ver de su interior, era más una caverna. Luego me enteré de que los tenían allí interrogándolos, no porque hubieran hecho algo contra las ordenanzas de El enano, sino por la posibilidad de que lo hubieran pensado. Era el método para garantizar que todas las personas aceptaran el estilo de vida y forma de pensar impuestas.
él era alto, delgado y musculoso; sus músculos se veían debajo de la camisa. Trabajaba en el zoológico, cuidando al elefante. Recuerdo haberlo visto allí; recuerdo también que se quejaba cuando el animal se enfermaba del estómago, pues tenía que estar todo el tiempo regando palas de arena por el recinto.
Propuso sustituir el elefante por dos de juguete. Así se hizo. Eran dos preciosidades, grandes y redondos. Les ponía pantalones cortos de diferentes colores, según el día de la semana, y bailaban al compás de la música cuando la oían.
Ella era una mujer menuda, muy menuda, con larga cabellera negra. Trabajaba como contorsionista, a veces en el circo, en otras ocasiones bajo órdenes de El enano, cuando él quería espiar a alguien.
A ella le era fácil introducirse en cualquier recoveco y oír lo que los otros decían. Cuentan que de pequeña se metía en los cajones de los muebles. Luego, gracias al entrenamiento, llegó a ser capaz de doblarse muchas veces hasta lograr que su volumen fuese casi nulo. Esta facultad le sirvió en sus futuros trabajos, aunque en ocasiones se sentía arrepentida por su singular forma de ganarse la vida.
Antes de entrar en la habitación donde nos encontrábamos, los dos habían sido maquillados para quitarles cualquier vestigio de tortura. A pesar del maquillaje, sus caras pálidas y demacradas, delataban lo que les había sucedido.
Entraron sonriendo, simulaban amplias sonrisas que se extendían a todo lo ancho de sus caras. Se sentaron en un banco, no trataron de buscar un lugar más cómodo.
En esos momentos todos empezaron a cantar en coro el Himno de los Juguetes Obedientes. Lo hacían mirando a El enano, para darle testimonio de fidelidad, de sumisión. Él, satisfecho, se irguió, y gesticulando dijo: —La intolerancia es el fruto del encuentro de dos grupos y no permite un entendimiento perfecto. Lo dijo lentamente, haciendo énfasis en cada palabra.
Todos en la habitación interrumpieron lo que hacían y dirigiendo sus miradas hacia él, aplaudían y daban vítores gritando: —El Supremo, el Supremo, haremos siempre lo que nos ordene.
Había comenzado a sentirme cansada del espectáculo. No era grato estar en una actividad así, primero tienes que simular, pasarte todo el tiempo simulando, simular que todo está bien, que todos tus compañeros del aposento son simpáticos y amistosos, además escuchar y aplaudir todo lo que El enano decía.
Decidí abandonar la habitación con discreción. Tenía que caminar de marcha atrás, pues no se le podía dar la espalda a El enano, so pena de ser arrastrado y convertirte en pasto de los títeres que aparentaban indiferencia, pero realmente estaban al acecho de todo lo que ocurría. Uno se daba cuenta de eso, porque todos tenían el rabillo del ojo pintado con esmero.
IV
Antes de irme quise hablar con la pareja, porque me pareció que la sonrisa que utilizaron cuando salieron de la habitación era la que necesitaba para el Proyecto de la Sonrisa Perfecta. Pensé que podía utilizarlas como modelos. Se veían fingidas, pero, para empezar, eran adecuadas.
Imaginé cómo luciría la pareja en una foto. Él, delgado, musculoso; ella, menuda, con caballera negra, en una pose rebuscada, quizás dentro de una gaveta, dejando ver solamente la cara con una amplia sonrisa.
Me acerqué con cautela. Allí todo había que hacerlo con cautela. Cuando comencé a contarles sobre el proyecto, ellos asumieron una actitud defensiva, pero luego empezaron a asentir, a elogiar el proyecto y daban vítores. Me desconcerté, era lo último que podía esperar.
La pareja me hizo preguntas de todo tipo: ¿Cómo iba a funcionar la publicidad en relación con la sonrisa perfecta? ¿Cómo los iba a retratar? ¿Cuáles posturas serían las idóneas? ¿Qué ropas debían utilizar? De lo único que ellos estaban seguros era de la sonrisa que iban a usar. Quedamos en vernos a la semana siguiente.
V
¡Cómo le gusta a El enano jugar con soldaditos de plomo! En sus juegos de guerra él mete soldaditos de plomo en botellas, las tapa y las tira al mar, así las olas las llevan a diferentes partes del mundo. El mar se ve pintoresco con las botellas navegando.
Cuando El enano prepara una botella con su carga militar, la multitud, compuesta por personas que han sido enviados desde sus trabajos de forma muy convincente: so pena de perder sus trabajos o ir a la Cámara de Torturas, se agolpa para despedirlos y decirle adiós.
Les desean con la boca, que vayan y triunfen en su acción militar, y con el corazón que vuelvan con vida de esa locura. En esas despedidas, junto a El enano, está su cohorte de títeres. Ellos son los que dicen las consignas que luego la multitud repite.
Cuando las botellas llegan al destino, abren el corcho y su contenido militar se dispersa por las montañas, por los llanos, por los desiertos, en el lugar seleccionado por El enano, y comienzan su guerra.
Hay ocasiones en las que a la dotación de soldaditos se les incorporan personas, en otras ocurre lo contrario, quiero decir, que algunos soldaditos desaparecen. El enano los reporta como muertos en combates por La Causa de los Juguetes Internacionales, sospecho que se han ido a vivir una vida normal a otras ciudades.
Desde su búnker en la Ciudad de las Bocas Cerradas El enano se dedica a controlar y ordenar los movimientos de los soldaditos. Si por alguna razón no hacen como él indica, monta en cólera. una cólera destructiva, patea, blasfema, tira golpes a diestra y siniestra. Los títeres, que siempre lo rodean, conociéndolo, se alejan de él hasta que se le pasa el ataque.
En una ocasión un soldadito de plomo no cumplió las órdenes de El enano, y en lugar de luchar se dedicó a correr. Corrió y corrió alejándose del combate, parecía una tórtola que huye de los disparos de cazadores. Mientras, en la Ciudad de las Bocas Cerradas se le rendía homenaje por su actitud, pues se suponía que combatía valientemente. Cuando regresó, El enano lo estaba esperando con una paila de fundición, allí metió al soldadito y lo convirtió en una cuchara de plomo.
VI
El enano tiene ideas insólitas y dicta ordenanzas que crean confusión y desencantan a los ciudadanos. En lo referente a inventos irracionales nunca desilusiona al más exigente. Quizás ese es uno de los motivos por los que él prefiere tratar con juguetes, ellos siempre hacen como él quiere. Nunca protestan o muestran inconformidad, siempre lo vitorean y alaban.
Recuerdo uno de sus inventos relacionado con su ayudante. Era tartamudo y su función era cargar sus sombreros, porque eso sí, a El enano le encantan los sombreros, de todos tipos y colores. Cuando se los pone, a pesar de su corta estatura, se puede distinguir a gran distancia.
El chico en cuestión tartamudeaba cada vez que le dirigía la palabra, lo que exasperaba al personaje. Para resolverle la tartamudez le amarró una piedra a la lengua, y lo obligaba a que hablara con ella colgando. Sí, la cura resultó. Lo de la tartamudez se resolvió, pero el muchacho quedó mudo, cosa que no preocupó a El enano, pues decía que la principal función del chico no era hablar, sino cargar sus sombreros.
Otro de sus proyectos fue desecar las zonas de los ríos que atraviesan la ciudad, con el objetivo de aumentar más el territorio urbano. Él decía que haría de la ciudad un modelo a seguir por todas las ciudades del mundo, por ello junto a los trabajos de dragado escribió un manual, el Manual para enanos que se empecinan en mejorar ciudades.
Hubo opiniones de especialistas hidrológicos al respecto, de los pocos que se atrevieron a decir algo en contra. Argumentaban que la pérdida de fuentes de agua podía afectar el suministro a la ciudad, y ocasionar la desaparición de la fauna y flora que habitaba esos ríos. Por cierto, yo conocía uno de los que hicieron esos comentarios y hace tiempo que no lo veo, temo que lo tengan en La Caverna de las Torturas.
El enano ha propiciado el desarrollo de eventos culturales y científicos. Uno de los más famosos es de Psicología Adaptativa. En él se exponen trabajos cuyo objetivo es controlar los pensamientos de las personas ilusas. Se otorgan tres premios.
El año pasado ganó el primer premio un trabajo que consistía en hacer tragar, sin masticar, a la persona no adaptada, un erizo o un puerco espín, dependiendo del tamaño de su abdomen. Luego le ponían una faja ceñida que iban apretando, hasta que el sujeto se comprometiera a servir concienzudamente a la causa de Las maravillas de El enano.
El premio al ganador fue un viaje a las grutas del Río Seco, antes era el Río Grande, pero con los dragados se desecó, algo por lo que protestaron los barqueros que transportaban mercancías por él. Eso se resolvió mediante los métodos convincentes usados en la Ciudad de las Bocas Cerradas y, en los casos de los más reacios, con un paseo por La Caverna de las Torturas.
Por fin los barqueros aceptaron sustituir sus barcas por bicicletas tirando de carros. Como una ventaja adicional, El enano explicó que el lecho seco del río había proporcionado una nueva avenida sin costo alguno, lo que facilitaba el abastecimiento a la población.
No entendí esto último, porque con los métodos económicos de El enano no se produce nada, y la carencia de cosas imprescindibles es extrema. Pero, por supuesto, nunca lo dije, en su lugar, cuando me encontraba en sitios públicos, y otros me miraban, aplaudían con fervor lo que él decía.
El enano tiene aportes a todos los aspectos de la técnica, la cultura y la sociedad. En la ciencia ha realizado experimentos para generar especies más eficientes comercialmente. Recuerdo ahora que injertó cada pata de una vaca lechera con una planta de fruto adecuado para que cada tetilla de la ubre diera leche con el sabor del fruto de la planta más cercana a la tetilla en cuestión.
Cuando empezó el proceso de injerto, la vaca se reveló, decía que eso no era posible, que desde que ella tenía uso de razón, la combinación con la leche se hace fuera de su organismo. El enano se encolerizó, y sin entrar en razón, mando a quitar el aire acondicionado de la habitación de la vaca y continuó con su investigación.
Entre los científicos traídos de otras partes del mundo para seguir el experimento, hubo uno que manifestó disconformidad. Los títeres se abalanzaron sobre él, lo amarraron como se le hace al ganado. Le pusieron una mordaza en la boca y una pluma en la cabeza. Luego lo montaron en un avión y lo enviaron de regreso a su país, con un ancla amarrada al tobillo. El pobre, no llegó al destino, la cuerda con el ancla quedó colgando y en el aterrizaje se enganchó en la torre de control.
¡Cómo le gusta la televisión a El enano! Allí va, hace y habla de todo. Recientemente ha comenzado un nuevo programa, se llama Cocina Gótica. Él es productor, director y ejecutante. Lo acompaña un títere ayudante de tres brazos. Antes hubo uno con solo dos, pero El enano pedía tanto a la vez que no daba abasto con dos manos y lo sustituyeron por uno de tres.
Sus recetas son muy antiguas, según él, no quería que se perdiese el aporte de la cocina de la época del Medioevo al Patrimonio Universal No Material de la Humanidad. Argumentaba que su objetivo era enseñar a cocinar a los ciudadanos con la menor cantidad de ingredientes. Algo necesario, pues casi no se consigue nada en las tiendas de alimentos.
También decía que las raciones debían ser lo más pequeñas posibles, de forma tal que puedan introducirse en las bocas sin necesidad de abrirlas mucho, para ser consecuente con el nombre de la ciudad.
VII
Las muñecas de la ciudad han cambiado su forma de existencia y se han hecho muy importantes para la comunidad. Se han ido de las casas y han comenzado a vagar por las calles, buscando compañía. Se suelen ver con personas de todas las edades, pero fundamentalmente con los pocos no-ciudadanos que se atreven a visitarnos.
En las casas están muy dolidos porque ya no tienen muñecas, y se ve a las niñas llorando. A veces se les ve corriendo detrás de gato, ratón, o elefante, para sustituir a las muñecas perdidas. Pero no es lo mismo, es difícil vestir y peinar a un elefante o a un ratón y más aún darle la leche o mecerlo en un balance.
Las muñecas han mejorado mucho en aspecto y diversificado su actividad. Se les ve muy desenvueltas por las calles, han cambiado sus vestiditos sencillos y ahora usan ropas de última moda, sombreros, espejuelos y algunas van con cigarrillos en la boca. Esto último está fomentando un mal ejemplo a las niñas cuando las ven, y tiene escandalizadas a las madres, que han tratado el tema en el comité Muñecas en apuro, sin encontrar una solución al problema.
Por otro lado, para que los no-ciudadanos puedan jugar con las muñecas existe una tarifa. Se ofertan diferentes actividades, entre ellas: ‘Cárgame que estoy llorando’, ‘A paseo con papito’, ‘Dame la lechita’ y otras semejantes. Se dice que la preferida por los usuarios es ‘Dame la lechita’. no entiendo bien por qué es la preferida, a veces lo explico pensando que es porque muchas muñecas tienen hambre y así lo sacian.
El enano justifica esa nueva forma de juego con muñecas. Dice que además de mejorar la economía familiar de los propietarios de las muñecas, es socialmente constructiva pues fomenta el acercamiento y el amor entre los seres humanos.
VIII
Muchos ciudadanos están preocupados, tristes, cansados de todos los experimentos de El enano, de las torturas, y de las carencias de objetos y alimentos.
Algunos vagabundean por las calles y registran en los contenedores de basura y en los vertederos. Otros hurtan de las tiendas de juguetes de El enano para luego vender los objetos a altos precios.
Los hay más científicos que tratan de vivir del aire. Hay un grupo que ha construido embudos que colocan en sus bocas y van succionando el aire, así atrapan a multitud de insectos, polen, etc. Ellos dicen que así obtienen nutrientes. Puede que tengan razón, pero veo que están escuálidos y pálidos.
En la Ciudad de las Bocas Cerradas se siente una atmósfera tensa. Los pobladores están descontentos, tristes, lo que origina que El enano, sus títeres y otros cómplices estén más alertas que nunca.
Entre las medidas que han tomado agrandaron la fundición de plomo y aumentado la producción de soldaditos. El enano dice que es para llevar sus maravillas a otras ciudades. A mí me parece que es para aumentar la armada plúmbica que lo protege y así amedrentar al pueblo.
Esa es la protección visible. También está la protección secreta; en cualquier actividad social que se desarrolla, se encuentra una proporción de cuatro o cinco cómplices y títeres informantes de El enano por cada diez personas. Por cierto, la mujer plegable se ha convertido en una figura muy importante dando conferencias sobre métodos de escucha y observación disimulada.
El enano ha realizado un aporte a la literatura infantil y al arte lúdico. Ha creado un nuevo juguete. Se inspiró en Pinocho y diseñó un muñeco al cual insufló vida. En lugar de dotarlo de nariz larga, como a Pinocho, lo dotó de otros órganos muy desarrollados.
En su primera versión lo creó con ojos telescópicos y orejas descomunalmente grandes, para que viera, oyera e informara de todo lo que sucedía. Lo llamó Cederre.
Esa versión tuvo una limitación, era tanto lo que veía y oía criticando, que la velocidad de trasmisión de la información era insuficiente. Entonces lo mejoró dotándolo de lengua muy larga. Resultó un juguete muy eficiente en el control de los ciudadanos. Algunos afirman que gracias a su muñeco todavía se mantiene en el poder.
IX
Muchos quieren dejar la ciudad e irse a la Ciudad del Nuevo Lagarto. No les gusta vivir en el silencio y desean hablar y comunicarse libremente. Para lograrlo se valen de diferentes ideas para alcanzar la ciudad anhelada.
Lo que más se usa son pértigas de salto de altura para saltar sobre la Cortina Rompe Palabras. Otro método es con un palo, al que se fija un muelle en el extremo, así, brincando, se aproximan a la muralla; si con un buen salto y buena suerte pueden salvarla y alcanzar su sueño.
También han usado canguros del zoológico. Los viajeros se introducen en el marsupio y comienzan los saltos. Muchas veces no logran alcanzar la altura necesaria. Los pobres canguros se quedan enganchados en salientes del lado de acá, y se les ve con mirada de tristeza.
Cuando eso ocurre, llevan a títeres y soldaditos de plomo, apresan a todos los pasajeros que están en el marsupio y los llevan a la caverna de El enano. Ya se imaginarán ustedes para qué.
Con el pobre canguro colgado celebran una fiesta popular, la llaman “El Marsupio piñata”. Consiste en llenar el marsupio con caramelos, chocolates, cuentas de colores, muñequitos, etc. Traen a los niños en camiones y comienza la fiesta. Con música bulliciosa de fondo, los niños juegan alrededor del canguro. Luego comienzan a golpear el marsupio hasta que revienta y el contenido cae. ¡Todo resulta de gran colorido y emoción!
No solo por vía aérea tratan algunos de llegar a la ciudad vecina; también se emplea la vía subterránea. Uno de los métodos es contratar a topos para abrir túneles, por donde se deslizarán las personas. Esta vía se ha hecho menos popular en los últimos tiempos porque El enano ha ampliado la consulta de dentistas para que atiendan a los topos, quiero decir para que les arranquen los dientes delanteros. En ese estado, no pueden vender sus servicios de perforación. El enano argumenta que se les quitan esos dientes para embellecerlos, hacerlos más guapos.
En ausencia de topos aptos para excavar, los viajeros interesados suelen contratar a otros roedores o semejantes. Conejos, zorras, y hasta hormigas. Todo animal que pueda hacer agujeros es de interés, dicen que, aunque se demoren años en la excavación persisten en la empresa.
Otros inconformes usan el método de cruzar el río. esa vía es más arriesgada porque la vigilancia es intensa, y porque El enano ha sembrado pirañas del río Amazonas en sus aguas, así el que cae al agua muere de forma inmediata. Cuando esto ocurre El enano dice que tuvieron una muerte dulce y sonriente, gracias a las caricias cutáneas de esos pececitos con dientecitos tan lindos.
A pesar de las dificultades, algunos logran llegar a la ciudad de enfrente. Hay casos espectaculares. Uno de ellos fue una mujer que se dejó crecer el pelo muy, muy largo, llegó a medir doscientos kilómetros, lo amarró en una orilla del río, y mediante un tirapiedras, se lanzó hacia la otra orilla, y luego, usando su cabello como puente, toda su familia, vecinos, y hasta animales del zoológico que estaban desempleados lograron también llegar. Sacrificaron al pobre abuelo, pues tuvo que quedarse del lado de acá para que cortara el pelo. El abuelo no estaba de acuerdo en quedarse, pero al fin lo convencieron diciéndole que pasaría a la historia como símbolo de peluqueros.
Ayer me enteré de que la mujer contorsionista se metió en un sobre con una dirección de la Ciudad del Nuevo Lagarto, envió la carta con ella adentro y la misiva llegó bien. Realmente los responsables del correo estuvieron dudosos si mandar esa carta, pero ella fue astuta y no puso remitente, así que no tuvieron otra posibilidad que enviarla.
Ella ha salido por televisión en dos ocasiones contando la forma en que llegó a la ciudad de enfrente y se ha convertido en una personalidad. Le han dado las llaves de la ciudad y le han asignado un escritor para que escriba sus vivencias en la Ciudad de las Bocas Cerradas. Algunos han protestado diciendo que ella era informante, pero la mujer de auto empaquetamiento se ha defendido de las acusaciones diciendo que ella nunca dio información verdadera a El enano, que siempre la distorsionó para defender a los ciudadanos que osaron abrir sus bocas.
He oído que su pareja, el mozo musculoso, está petrificado del miedo y que está escondido. Cuentan que se sembró en la Barrera Rompe Palabras. Si es así, fue una buena idea, pues no creo que nadie lo vaya a buscar allí. Además, tiene la posibilidad de, arañando, abrir un túnel y salir del lado de la Ciudad del Nuevo Lagarto para reunirse con su contorsionista. Esa idea me consuela, así los dos encontrarían la felicidad en un ambiente más soportable.
Nota aclaratoria: Este relato está basado en personajes del libro de la autora, Crónica de una sonrisa. Aquí resumimos algunas secciones de este. En varias ocasiones hemos modificado el relato original para unificarlo en torno al tema central aquí tratado, que es el de los juguetes de El enano.
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