Cuando América del Norte era en gran medida francesa

Written by on 25/08/2021 in Cronica, Literatura - No comments
Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.

Aunque hay muchos indicios de otros viajes a Terranova por parte de vikingos, holandeses, ingleses, españoles  y portugueses, lo cierto es que fue en 1534 cuando Jacques Cartier, por una encomienda de su rey Francisco I de Francia, de encontrar un paso por el noroeste para buscar el oro y las especies de Asia, realizó con dos barcos la primera travesía que lo llevó al golfo del río San Lorenzo. Hay trazos en la historia donde debemos andar de prisa para no perder la esencia de la idea original a narrar.

Salió en su primer viaje de la  costa de Saint Malo el 20 de abril de 1534, con dos barcos y 61 hombres, tomándole cruzar el océano 20 días. Bordeó el golfo de San Lorenzo y la parte este de la Gaspesie, y tuvo varios encuentros con sus habitantes indios en el lugar conocido por Estadacona, plantando una cruz de 10 metros el 24 de julio con las palabras: Viva el rey de Francia, y tomó posesión de esas tierras en nombre del rey, así como  a dos amerindios como cautivos. Partió de regreso pensando que había llegado a la costa asiática, y llegó  a Saint Malo el 5 de septiembre. Su segundo viaje lo realizó en 1535 con 110 hombres y tres navíos, los dos amerindios regresaron hablando ya el francés.  Estuvo al principio por la misma ruta, encontró al jefe indio Donacona y le entregó a los dos cautivos, que eran sus hijos. Siguió remontando el San Lorenzo hasta llegar a un pueblo llamado por los nativos Hochelaga, hoy un reparto de Montreal donde vive mi hija Adriana,  lo recibieron  unos mil iroqueses y observó por primera vez un europeo el futuro Mont Royal, tan amado por mí desde que llegué a esta ciudad.

Los rápidos del San Lorenzo no lo dejaron seguir avanzando, y estando seguro de que por el río llegaría a la parte oeste del continente donde estaría la China, les llamó, “Los rápidos de Lachine”, que también hoy constituye ese nombre otro reparto de Montreal. Regresó a Estadacona y decidió pasar allí el invierno construyendo para ello el fuerte Santa Cruz, lo que sería el origen de la ciudad de Quebec. En ese período, Cartier confeccionó una especie de diario en el que llama a este  territorio Canadá, derivado de la acepción nativa Kanata, sobre las costumbres de los iroqueses y probó por primera vez el tabaco, artículo que para nosotros los cubanos era una de nuestras principales industrias. El invierno llegó y los barcos quedaron atrapados en el hielo hasta abril de 1536. Surgió una epidemia de escorbuto que llevó a la muerte a 25 franceses y a  unos 50 nativos, y otros sobrevivieron gracias a una pócima nativa de un árbol llamado Anneda, recurso medicinal que le enseñó el príncipe Domagaya, uno de los hijos del jefe de la tribu que viajó y regresó con ellos de Francia.  Cartier se retira hacia Francia pero se lleva cautivo, para que los iroqueses no lo atacaran, al jefe Donacona, sus dos hijos y otros siete iroqueses. Donacona les refiere en Francia lo que los franceses y el rey querían escuchar, o sea, las maravillas del reino de Saguenay, al norte de Québec, a unos 100 km,  donde había mucho oro y piedras preciosas. Donacona muere en 1539, y el resto decide quedarse en Francia. Francisco I ordena  un tercer viaje con el sentido de colonizar las ricas tierras de Saguenay, nombra a un tal Roverbal como teniente general del Canadá francés, y a Cartier como principal navegante. Parte Cartier en avanzada, después le seguiría Roverbal, el 23 de mayo de 1541 y llegan y se asientan en el actual Cape-Rouge, Quebec, en agosto, después de un viaje problemático y sin los otros barcos que llevaban a  Roberval. Constituye este el primer asentamiento europeo en tierras canadienses. Desembarcan ganado y semillas que siembran. Cartier hace una excursión tratando de encontrar el Saguenay pero  sin éxito, de regreso nota una situación belicosa por parte de los iroqueses, que al final después del invierno, los atacan y mueren 35 franceses. Ante esta situación Cartier decide regresar en junio de 1542 con cierta cantidad de diamantes y oro,  reencontrándose en  Terranova a Roberval que insiste le acompañe de regreso en busca del rico Saguenay, pero Cartier aprovechó la oscuridad y regresó a Francia llegando en octubre. Por su parte Roberval tomó el mando de la colonia, pero la abandonó en 1543 debido a las enfermedades y a la actitud hostil de los nativos.

Por todo esto, la creación de la Nueva Francia con la fundación de la ciudad de Quebec, tuvo que esperar hasta el 3 de julio 1608, cuando el soldado, explorador, etnógrafo y cronista francés, entre otros atributos, Samuel Champlain, transportara la cultura francesa a las tierras americanas, considerándose al mismo como el padre de este territorio. Champlain exploró hacia el oeste hasta los grandes lagos,  publicó mapas y describió la vida  de los indígenas y la interacción de los franceses con ellos. En 1620 el rey Luis XIII de Francia encomendó a Champlain regresar de sus exploraciones y hacerse cargo de la ciudad de Quebec como gobernador de la Nueva Francia. Pero antes, en 1609, dirigió una expedición al sur por el río Richelieu y así llegar a las tierras de Vermont y las montañas de Adirondack del actual estado de Nueva York. Encontró y bautizó con su nombre al lago Champlain. En Quebec, estableció compañías que enviaron sus mercancías a Francia y supervisó el crecimiento de la Nueva Francia hasta su muerte en 1635, en Quebec.

Con la idea de engrandecer la Nueva Francia, llegó otro novicio explorador que se llevó la gloria del descubrimiento y anexión de la Louisiana, añadida al concepto de la Nueva Francia, y esto fue  el 9 de abril de 1682 por René Robert Cavellier de La Salle. Nacido en 1643 en Ruan, France, se trasladó en 1667 a Montreal, Nueva Francia, donde radicaba ya antes su hermano Jean. Su espíritu de gran explorador le llevó seguidamente a los grandes lagos, y desde aquí y después de múltiples aventuras, emprendió el  viaje con su amigo Henri de Tonti, desde el lago Michigan a través del río Mississippi, hasta arrivar al golfo de México, tomando posesión de todo ese vasto territorio en nombre del rey de Francia y nominándolo la Louisiana el 9 de abril de 1682. La colonización definitiva de la Louisiana se llevó a cabo mas tarde en 1699l, por el también intrépido militar y explorador  canadiense-francés Pierre le Moyne D’Iberville, a quien le dedicaremos un artículo completo por su enorme trascendencia en la historia de Norteamérica, solo añadir aquí que nació en Montreal y murió en Cuba.

Toma de posesión de la Louisiane por de la Salle en nombre del reino de Francia. Cortesía del autor.

Este enorme territorio abarcaba desde el este con  los montes Apalaches, hasta el oeste con las montañas de las Rocosas, y de norte a sur desde los Grandes Lagos hasta el golfo de México. Si bien  en este período España ocupaba el sur y oeste de esa gran franja, e Inglaterra con las 13 colonias la parte del  este, el territorio entonces de la Nueva Francia incluida la Louisiana,  podríamos decir que ocupaba la mayor parte de la América del Norte entonces conocida. Pero una tercera expedición ordenada por el rey Luis XIV para establecer una colonia en el golfo de México en 1684,  fue todo un fracaso, incluyendo el motín de la tripulación que ajustició a La Salle después de múltiples vicisitudes, el 19 de marzo de 1687.

Mapa de los territorios que integraban la Nueva Francia (en azul) antes de 1763. Cortesía del autor.

Pero la Nueva Francia canadiense y la margen izquierda de la Louisiana se pierden  en 1763 a favor de Inglaterra, producto de la Guerra de los Siete Años. La franja derecha del río Mississippi en la Louisiana se le cedió a España por el Tratado de  Fontainebleau en 1762.  La Louisiana es recuperada por Francia en 1800, pero  más tarde fue vendida por Napoleón Bonaparte a los Estados Unidos en el 1803, lo que comprende hoy el 23% del territorio estadounidense.

Hoy no existe la Nueva Francia, pero la cultura francesa quedó  impregnada en estas tierras en una amalgama divina con la de los  aborígenes, y en parte con la inglesa, sobre todo los giros idiomáticos de aquellos tiempos perduran en el francés quebequense, al punto de que los actuales franceses dicen a veces no entenderlo.

 

 

 

 

 

 

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About the Author

Mario L. Blanco Blanco, Santiago de Cuba, 1949. Ingeniero naval. Estudió en la Politécnica de Gdansk, Polonia. Trabajó durante algunos años en el Mitrans, organismo central en la dirección de inversiones. Durante el período del 1986 al 1989 se desempeñó como Presidente del Poder Popular del municipio Plaza de la revolución en Ciudad de la Habana. Trabajó luego en el sector marítimo de la Pesca. Fue director de la empresa de Tintorerías y Lavanderías de Ciudad de la Habana. Reside en Montreal, Canadá, desde 1997.

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