Cinco poemas de Raúl de Cárdenas

Written by on 20/04/2020 in Literatura, Poesia - No comments
Literatura. Poesía.
Por Raúl de Cárdenas.

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Me dicen que eres otra

Me dicen los que saben que eres otra,
que mucho con el tiempo has cambiado,
que si te viera frente a mi, hoy en dia,
en un instante conocerte posible no sería.
Son cosas, tu bien sabes, que suceden
cuando se dejan pasar las horas sin horarios,
cosas de ese algo que se dice es destino,
de cerberos y dragones que obligaron
a vivirlas, desde cuándo, aunque no era
algo que tú y yo quisimos que así fuera.
Hoy andamos desnudos por la calle
siguiendo los pasos del recuerdo
de un ayer perdido en la marea,
en dos mundos muy extraños, diferentes,
sin que nadie —me sorprende— se dé cuenta
que somos como un ciervo inocente
que busca constante y perenne
albergue en la furia de la tormenta.
Me dicen los que llegan que eres otra,
que ya no hablas como antes,
ni caminas con el ritmo de las olas
en aquel vaivén lujurioso e incesante
de tus playas que ahora albergan otras conchas,
que ahora tus canciones son distintas
como notas angustiadas en las sombras
de una noche que no encuentra la mañana,
el constante amor sin esperanza alguna
pues se quedó distante, tan lejos, más allá
de la parte misteriosa y oscura de la luna.
Me dicen los que saben que eres otra,
pero a veces quiero creer otras cosas
y pensar que todavía tú me esperas
como aquel último día que vivimos
en aquel jardín romántico y violento
donde ya comenzaban a morir las rosas.
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Un bolero sin Olga

Es la noche, casi siempre, la que me toma de la mano
y hace que en tu voz me transporte a un mundo ilusionado
que se esconde de alguna forma en el lino de mi almohada.
Son las notas de boleros las que escucho, canciones
que no han perdido su elegancia, y que como las ramas
del árbol que golpea mi ventana tal parece que me cantan.
En un instante apareces y ya no tengo que llamarte
porque te tengo para siempre, contigo en la distancia,
atrapada en viejas grabaciones que tejen el romance
nunca ido, melodioso de tus palabras calladas.
Eramos libres cuando por primera vez te oi cantar
en aquel radio que en mi casa tenían en la sala
y fue entonces que hice entrada a ese cosmos de boleros
y canciones que ha sido imposible y dificil de olvidar.
En tu voz supe como fue posible conocer la aurora
en el bello amancer, al comienzo de mi vida,
cuando todo era tierno, ilusión jamás imaginada,
sin preocuparnos en la noche que llegara la mañana.
Tus canciones fueron flores que brotaron de esa noche,
como hacen las estrellas que le cantan a la luna,
y que fuimos cultivando en los jardines de tu voz
que tenia mil matices, y cantaban de amores,
de mentiras y pasiones y despechos que quemaban
muy profundo en el alma, como casi siempre pasa
inadvertido y sin pensarlo, prisioneros de un amor.
Hoy todo lo recuerdo, hasta cuando miénteme dijiste,
me acostumbraste a todas esas cosas del amar
y así me he resisitido a creer que ya te fuiste
y dejaste incompleto un bolero sin grabar.
15 de julio de 2010,
a tres días de su fallecimiento
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                                                                  Hablar de Cuba

Para hablar de Cuba necesito mucho tiempo
y componer un concierto de maracas, tumbadoras,
de noches de comparsas y congas afiebradas
al ritmo de caderas de blancas y de mulatas
marcando el paso por las calles de una Habana
lujuriosa que sabía que sobraban las palabras.
Necesito un arcoiris de colores tropicales
nunca vistos, bordado de gardenias, orquídeas
y jazmines que a la luna cada noche perfumaban,
romances de los campos de azúcar y guardarrayas
que son las guayaberas de la campiña cubana.
Y necesito de días límpidos, azules, retozando
en patios, jardines, puertas, balcones y ventanas
desde donde se deslizaban sensualmente las canciones
por las calles de adoquines hasta las extensas sabanas
donde brillaban los cedros, las caobas, las majaguas.
que inspiraron las leyendas, los poemas, melodías
que a pesar del tiempo han llegado a nuestros días.
Necesito de un guajiro las décimas improvisadas
hablándole a los manglares, a los mogotes del valle,
a los surcos de la tierra donde crece la malanga,
recostado en su taburete, al borde de su arroyuelo
donde sobresalen erguidas, como flechas, nuestras palmas
que quieren ir tocando nubes para llegar hasta al cielo.
Para hablar de Cuba necesito la fragancia del tabaco,
curado en las vegas fecundas de una provincia olvidada
que supo transformar la hoja en nuestro aromático habano.
Necesito de un lienzo con la dulzura de la guayaba
para pintar las delicias de las joyas que crecian tentadoras
en un eterno verano, nacidas de perfumadas corolas,
caimitos, anones, chirimoyas y guanabanas.
Y tengo que hablar del azúcar, del “melao” y el guarapo
de donde nació el ron que le dio a la isla fama,
trago de miel que podia cercenar en su fuego las palabras
que hoy encubren la tristeza de una imagen adorada
perdida para siempre en las aguas de un recuerdo
que parece imborrable a pesar de mis esfuerzos.
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Metamorfosis

Miramos una vez por la ventana pensando que era el día
cuando estallaban muchos gritos que por la calle corrían
como queriendo despertar y ahuyentar las sombras
de aquella noche que no quería despertarse todavía.
Fueron muchos, miles, clamoreos de arrebato y de alegría
que en ese día se abrieron a la vida después del tiempo
de vivir acorralados en un llanto por el miedo controlado.
Era aquel nuevo amanecer por el que se había esperado
hacía mucho tiempo, quizás siglos, donde habitaban
mariposas deseosas de romper las frágiles crisálidas
y volar en nuevas flores buscando ilusiones y esperanzas.
Del silencio de la noche brotaron las canciones y consignas
que cantaron y bailaron las comparsas de una ansiada libertad,
carnavales desbocados en fieras y ciegas multitudes,
incapaces de abrir los ojos y enfrentar la nueva realidad.
Casi de la nada, de la tierra, surgieron nuevas llagas
y todo comenzó a dolernos con mil dudas en el alma,
una espada que clavada era un fuego que quemaba
cada vez que las descargas, letanias envueltas en palabras,
verborrea excremental, putrida melcocha, eran derramadas
en oídos de corderos inocentes, no dispuestos a pensar.  
Como en tiempos del Egipto, las plagas descendieron
fulminantes, paredones de concreto se incrustaron
con las vidas opuestas a ceder a los designios imperiales
del nuevo faraón, obstinado en convertirse en nuevo dios.
Los portales de las casas en las noches se volvieron a apagar
y las palmas, temblorosas, presintiendo una tragedia avisada
comezaron a achicarse, espantadas, temerosas de crecer.
En las playas de marfil donde el mar le hacía el amor al sol
se trazaban indelebles cicatrices, crueles surcos en la arena,
lágrimas que en el océano se alejaban en busca de un crisol,
mientras se formaban largas, infinitas filas como serpentinas
en cubículos extranjeros pidiendo la limosna de una entrada
a mundo diferente, bien distante de la horrible alborada. 
En las pistas tronaron los motores en un adiós definitvo
que buscaba en las nubes alcanzar cualquier estrella
que les diera refugio en su galaxia y volver a comenzar.
Ya la espuma blanca de las olas tenía los matices del rubí,
sangre amarga y desventurada,  trágica mermelada
de guayaba que había perdido toda su fragancia y su dulzor
en las garras que rompían día a día los cristales de la vida
al cerrar todas las vías con alambres que horizontes obstruían
convirtiendo una isla prisionera, destruida en su dolor.
La suerte estaba echada en una transformación completa
y apagado para siempre nunca más se oyó vibrar el son,
solo música de una marimba de barrotes al ritmo de bayonetas,
la luna se volvió oscura y más nunca volvió a salir el sol.
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Y0 no sé qué son los recuerdos

Yo no sé qué son los recuerdos y no sabría definirlos
pues es algo que se siente muy adentro y eso es un misterio.
Solo sé que este corazon se resiste tercamente
despues de tanto tiempo, convertido en infinito,
a olvidar todo lo que un día fue aquel momento
de mi vida, tan grande como es hoy el firmamento.
Solo sé que mi mente se aferra a unas imagenes
que solo guardan la belleza y desechan
lo que un dia amargamente fue doloroso para mí.
Solo recuerdo la suave caricia de una canción de madrugada,
la letra que un día escuché en alguna esquina de La Habana
y la sensación de una noche de amores y entrega
al despertarme al otro día en la mañana.
Cuando algo llega al corazón, lo más aspero
deja de serlo y se convierte en algo bello.
Cuando recuerdo las canciones de una noche inolvidable
me quedo prácticamente sin decir nada
porque la voz de una Lupe, o una Olga, o una Celia
me lo han dicho todo en sus boleros y guarachas.
No entiendo esta distancia que me parece tan absurda
y algunas veces dejo que la tristeza se apodere de mi alma,
pero no es odio lo que siento por aquellos que me impiden la llegada,
el regreso a aquel mundo que una vez fue mío
y que sin piedad me fue arrebatado dejándome desnudo.
Es mas bien lastima, porque no saben que en el recuerdo
yo he creado un paraíso y que nunca lo he perdido,
porque perderlo sería quedarme para siempre en el infierno.
©Raúl de Cárdenas. All Rights Reserved

About the Author

Raúl De Cárdenas. Fecha de nacimiento: 13 de noviembre de 1938. Abandona el país el 8 de septiembre de 1961. La crítica hoy en día lo considera como el dramaturgo costumbrista cubano por excelencia, y posiblemente el más representado en los Estados Unidos. Estudios: Escuela de Periodismo (La Habana), Escuela de Derecho (Universidad de La Habana), Teatro Universitario de La Habana. Su primera obra, "Cuando los hombres lloran", drama en dos actos, estrenada en 1959, Club de Profesionales de La Habana. Después, en 1960, estrena "Los ánimos están cansados" en el Teatro Universitario, drama en dos actos y un epílogo, que fue representado en diferentes ciudades de la Isla, así como en el Canal 2 de televisión. Su tercera obra, considerada actualmente como un clásico del teatro cubano, "La palangana", fue estrenada en enero de 1961, llevada a la televisión, publicada en el suplemento literario semanal "Lunes de Revolución", y escenificada con frecuencia por todo el país. En 1963, el crítico e historiador Rine Leal publica una "Antologia de teatro cubano en un acto" que incluye este texto. "La palangana" ha sido escenificada en Nueva York (1970), Miami (1975 y 1984), Los Angeles (1976) y nuevamente en Miami (2010) en una nueva versión en dos actos que tuvo muchísimo éxito. En 1999, Ollantay Press, Nueva York, publica una antologia a cargo del dramaturgo José Triana, "El tiempo en un acto", que incluye nuevamente esta pieza. Antes de su salida de Cuba escribió varias obras, como "Cuento en blanco y negro" (teatro infantil), "Perche" (teatro del absurdo) y "Edipo en Colón", tragedia inspirada en "Edipo rey", asi como una colección de poemas. Algunos de sus textos se quedaron en Cuba y se consideran irremediablemente perdidos. Estableció residencia primero en Nueva York, y después en Los Angeles, California, donde vive actualmente.

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