Chinolope, que procedía de una familia muy pobre, nunca fue a la escuela. Fue autodidacta. La primera cámara fotográfica que tuvo, muy usada, se la regaló un amigo, durante su estancia en New York, adonde se fue en 1956 en busca de mejores oportunidades económicas. Con aquella cámara hizo sus primeras fotos como profesional, el 25 de octubre de 1957.
Ese día, cuando caminaba por las calles neoyorquinas, al pasar por la barbería del Hotel Park Sheraton, escuchó disparos. Al entrar en la barbería, vio que habían acabado de acribillar a balazos a un hombre. Chinolope, sin perder tiempo, empezó a apretar el obturador de la cámara sin parar y tomó varias fotos.
La revista Life le pagó 2 000 dólares por las fotos a Chinolope y las publicó al día siguiente.
Sobre la foto de Albert Anastasia muerto en la barbería comentaría, años después, el escritor uruguayo Eduardo Galeano en El libro de los abrazos: “Esa foto era una hazaña. El Chinolope había logrado fotografiar a la muerte. La muerte estaba allí. No en el muerto ni en el matador. La muerte estaba en la cara del barbero que la vio”.
Luego de su regreso a La Habana en 1958, Life siguió utilizando fotos de Chinolope, como la del mafioso Santo Trafficante, que se publicó a página completa.
Por esa época, además de Life, Chinolope colaboraba con Time y Paris Match.
Con su amigo el fotógrafo estadounidense Andrew Saint George, Chinolope estuvo en la Sierra Maestra, donde retrataron a Fidel y Raúl Castro y, posteriormente, en los últimos días de diciembre de 1958, en la batalla de Santa Clara, donde, tomando fotos desde la azotea de un hotel, estuvieron a punto de ser baleados.
En Santa Clara conoció al Che Guevara. Desde entonces, Chinolope presumió de ser amigo de Guevara, a pesar de que reconocía que tenía un carácter muy difícil.
Luego del triunfo de los rebeldes en enero de 1959, Chinolope trabajó en los Estudios Revolución. De allí se fue disgustado, porque además de las fotos, tenía que entregar también los negativos, y perdía el derecho sobre las fotos que, según le argumentaron, ya no serían suyas sino de “la Revolución y la Patria”. Así, muchas fotos de aquella época se perdieron y otras no se las pagaron ni las acreditaron a su nombre.
Cuando salió de Estudios Revolución, el Che Guevara le encargó hacer una serie de fotos sobre los centrales azucareros y sus trabajadores. Con ellas, Chinolope haría el libro de fotos Temporada en el ingenio, que terminó en 1970 pero no fue publicado hasta 1987.
El prólogo de aquel libro lo hizo José Lezama Lima, con quien Chinolope tuvo una gran amistad (hasta su muerte, el fotógrafo tuvo en la sala de su casa, junto a un enorme cartel de Che Guevara, una foto de Lezama).
El autor de Paradiso no fue el único escritor con quien intimó Chinolope. De hecho, tenía predilección por los escritores. Fue amigo de Guillermo Cabrera Infante, Julio Cortázar, Virgilio Piñera y Severo Sarduy.
Otros escritores a los que fotografió fueron: Tennesee Williams, Allen Gingsberg, Jack Kerouac, Carlos Fuentes, Roque Dalton y Eduardo Galeano.
También fotografió a los pintores Víctor Manuel, Wifredo Lam y René Portocarrero. Y retrató además a Alicia Alonso, Celia Sánchez, Haydée Santamaría, Sindo Garay, César Portillo de la Luz, René Portocarrero, el Caballero de París y el Chori, entre otros.
Chinolope trabajó en la Casa de las Américas y en la revista Cuba, donde sus fotos competían con las de otro grande, Iván Cañas.
Durante el Decenio Gris, Chinolope, por ser considerado “conflictivo” y “contestón”, tuvo encontronazos y fue vapuleado por comisarios y burócratas. Desde entonces, lo relegaron. Pese a sus muchos méritos, nunca volvieron a concederle el reconocimiento que merecía.
Refiere el periodista Mario Luis Reyes ―que en el año 2016 le hizo al fotógrafo una muy interesante entrevista para El Estornudo― que