Apoyo a Putin desnuda el carácter imperialista del castrismo

Literatura. Política. Crítica.
Por Roberto Alvarez Quiñones.

Foto tomada de Radio Habana Cuba.

Con el apoyo de la dictadura comunista de Raúl Castro a la invasión rusa de Ucrania saltaron al aire las máscaras antimperialistas y “revolucionarias” que en los años 60 inventaron Fidel Castro y el Che Guevara.

El régimen ha ido mucho más allá de lo que censuraba José Martí: “Ver con calma un crimen es cometerlo”. No solo no condena un gran crimen contra la humanidad, sino que lo respalda. Se solidariza con la peor agresión imperialista que ha ocurrido en el mundo desde que Hitler invadió Polonia en septiembre de 1939 y desató la Segunda Guerra Mundial, la más devastadora en la historia humana.

Aunque suavizado con algunas abstenciones en la ONU para no cerrarse del todo las puertas de Europa, ha sido muy evidente el apoyo castrista a Putin y la genocida invasión de Ucrania.

Ha quedado al desnudo el fariseísmo de la “lucha antimperialista”, la “liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo yanqui”, “la defensa de la soberanía y la libre autodeterminación de los pueblos”, la Conferencia Tricontinental de La Habana, el llamado guevarista a “crear dos, tres muchos Vietnam” para acabar con el imperialismo, y otras banderas que disfrazaban las entrañas imperialistas castristas.

Sin embargo, Miguel Díaz-Canel, asistente principal del general Castro, para fundamentar el respaldo a la guerra imperialista contra el pueblo ucraniano alega: “el que en estos tiempos no sea antimperialista, no puede comprender los problemas que están pasando en el mundo ni en el país”.

Por estos días a los niños y adolescentes cubanos en las escuelas primarias y secundarias los maestros les “explican” que la guerra en Ucrania fue provocada por Estados Unidos, que el agresor allí es Washington, que Rusia solo ejerce su derecho a defenderse del ejército y los nacionalistas ucranianos; que Putin es bueno, pues lo que quiere es que a Rusia la OTAN no la cerque militarmente y la amenace con armas nucleares.

Que son los ucranianos quienes quieren someter a los rusos es lo que dicen los profesores en sus clases, so pena de ser despedidos o sancionados.

Ha sido muy claro que en el léxico de la “revolución cubana” los vocablos imperialismo, antimperialismo e invasor solo existen si se aplican contra Estados Unidos; y que el ejército de un país “amigo de Cuba” jamás es invasor, aunque masacre a un pueblo extranjero para someterlo.

Concepto de imperialismo de Lenin es una engañifa

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El “presidente” Díaz-Canel para intentar confundir a los cubanos ha sacado del baúl el torcido concepto de imperialismo que inventó Lenin en su ensayo propagandístico. “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916), según el cual el imperialismo no es la expansión de una potencia militar con una guerra de conquista para someter otros pueblos, sino la etapa más avanzada y “final” de la concentración de capital.

Falso, eso fue una gran engañifa de Lenin con fines políticos. La concentración e internacionalización (globalización) del capital y la economía es algo inevitable. Es inherente al desarrollo mismo de la civilización moderna. Es un proceso inexorable que además se ha disparado con la revolución tecnológica cuya piedra angular es la internet. La globalización de la economía es hoy una necesidad, algo imprescindible, no un capricho de malévolos capitalistas.

Pero la tesis del tocayo de Putin se basa en que el imperialismo es la “mala entraña” de los capitalistas. Y ese es el concepto que 106 años después desentierra Díaz-Canel: los únicos países imperialistas son EE. UU. y algunas otras potencias capitalistas. Y, por supuesto, Rusia no es imperialista, su devastadora expansión geográfico-militar hacia Ucrania es un acto de defensa ante el maligno Occidente.

No obstante, en los diccionarios de todo el mundo normal se lee algo muy diferente: “Imperialismo es un régimen de dominación política en el que una potencia militar extiende sus dominios sobre otros pueblos o Estados por medio de la fuerza…”

Un ejército “amigo de Cuba” jamás es invasor

Además, nada de esto es realmente una novedad. En agosto de 1968 Fidel Castro apoyó la invasión imperialista soviética de Checoslovaquia lanzada con 170 mil soldados y 4,600 tanques para derrocar al presidente liberal Alexander Dubcek y acabar con las reformas liberales que se estaban realizando allí para construir un “socialismo con rostro humano”.

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Castro I esperó 72 horas para dar su respaldo a la invasión porque sabía que eso alejaría a parte de la izquierda internacional moderada que apoyaba a la “revolución cubana”. Pero necesitaba el dinero obsequiado anualmente por el Kremlin para mantenerse en el poder y no lo pensó más. Arrojó un jarro de agua fría sobre el pueblo cubano que esperaba al fin cambios profundos en la isla.

Entonces el tirano argumentó: “Lo esencial que se acepta o no se acepta, es si el campo socialista podía permitir o no el desarrollo de una situación política que condujera hacia el desgajamiento de un país socialista y su caída en brazos del imperialismo. Y nuestro punto de vista es que no es permisible y que el campo socialista tiene derecho a impedirlo de una forma u otra”.

Cualquier parecido con el pretexto de su hermano Raúl, y de Díaz-Canel, no es pura casualidad. La sustancia es la misma: país “amigo de Cuba” que invade a otro para someterlo por la fuerza hace bien, no es imperialista. En fin, que lo mismo hace 54 años, que hoy, Moscú tiene derecho a invadir a quien le dé la gana.

El imperialismo castrista ha intervenido en 22 países

Pero lo más importante aquí es que el castrismo no solo es proimperialista al apoyar la invasión rusa de Ucrania, y antes la de Checoslovaquia, sino que es imperialista por sí mismo, por su propia naturaleza.

Tras la independencia de España y Portugal no ha habido un país del hemisferio occidental que haya sido más intervencionista e imperialista que la Cuba castrista. Desde 1959 ha intervenido militarmente en 22 países, 16 de ellos latinoamericanos (seis más que las 10 intervenciones de Estados Unidos a lo largo del siglo XX) y seis en naciones de Africa y Medio Oriente.

De manera que el gobierno “antimperialista” de los Castro es el más imperialista de América. Es el que más ha intervenido y sigue interviniendo militar y políticamente en las naciones de este continente. El que más ha violado, y viola, la soberanía nacional de los países vecinos.

Desde hace 20 años, La Habana en la práctica dirige la dictadura de Venezuela, donde tiene destacados unos 60 mil cubanos entre funcionarios gubernamentales claves y militares, incluyendo generales, coroneles y oficiales de contrainteligencia. Son ellos los que trazan la estrategia represiva y de supervivencia de la autocracia de Nicolás Maduro.

Y no olvidemos la intervención militar cubana en la isla de Granada, donde de hecho los Castro dirigieron el Gobierno de Maurice Bishop en los años 80.

Los 16 países que, con tropas o con guerrillas rurales y urbanas, el castrismo ha hollado su soberanía militarmente son:  Panamá, República Dominicana, Bolivia, Venezuela, Colombia, Perú, Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil, Argentina, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Granada. Del otro lado del Atlántico intervino en Angola (unos 70 mil soldados cubanos en el terreno simultáneamente, con mil tanques, 600 carros de combate, 1,600 piezas de artillería), el Congo, Etiopía, Namibia, Argelia y Siria.

Ni Raúl Castro ni nadie en la cúpula dictatorial es antimperialista

La conclusión aquí más irónica no puede ser. Díaz-Canel tiene razón, solo que al revés. Ni él, ni el dictador Raúl Castro, ni nadie de la dirigencia castrista son antimperialistas y por eso son incapaces de “comprender los problemas que están pasando en el mundo ni en el país”.

Mas claro aún, no hay mayor expresión de imperialismo que el “internacionalismo revolucionario” que ha practicado y practica La Habana con su intervencionismo militar y político. El régimen castrista, sus servicios de inteligencia y sus devotos autóctonos hoy dominan o influyen decisivamente en los sistemas políticos y gobiernos de muchas naciones de América Latina, y hasta socavan o acaban con gobiernos democráticos.

El general Castro y toda su plana mayor ahora mismo son alabarderos del imperialismo ruso, exacerbado ahora como nunca por el criminal de guerra y nuevo zar de todas las Rusias, Vladimir I.

 

 

 

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About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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