Los que cualquiera quisiera tener por compañeros al tener el perfil de esos amigos siempre dispuestos a endulzarte el rato. Como sugiere la tienda, quizá anden por las cercanías, duerman ahí y, si es así, no descarto verlos un día de estos trepando por la pared del edificio hasta llegar a mi lado y con suerte, por qué no, acabe contagiado de su talante.
Lo cierto es que entre Julio Cortázar y el vecino comercio no han podido ponérmelo mejor. Introducir los sueños en nuestras vigilias es vivirlas como siempre hemos deseado. Y ni les cuento cuando se intuye la presencia de cronopios en las inmediaciones.
Además, si la imaginación es memoria como algunos aseguran, ¿significaría eso que los he conocido antes, aunque lo haya olvidado? Cuando mañana baje a la placita, me andaré con cuatro ojos y, si diera con ellos, se lo preguntaré. Encima y al tratarse de una tienda, siempre me quedará el recurso de comprar alguno para llevarlo conmigo. En cuanto a ustedes, piensen en cronopios e igual se les aparecen cuando menos lo esperen.
19 de enero de 2017