Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.
Hoy termino de hacerme un homenaje, si, en mis 72 años termino este breve bosquejo sobre una de las miles de desgracias acontecidas como resultado colateral de esta última terrible guerra mundial que esperemos sea la última.
La historia, océano inconmensurable que archiva las acciones humanas, nos expone el hecho de referencia y en específico la historia europea que imposible alguien, ni ningún texto, pueda abarcarla completa. Y bien, entremos en materia.
La tantas veces nombrada Prusia en la historia antigua, proviene de un estado antiguo del mar Báltico, carente de organización y basada en clanes desde antes del siglo XII, cuando el duque polaco Conrado I de Mazovia, de la famosa dinastía polonesa Piast, invitó a los Caballeros Teutónicos alemanes a colonizar esta zona poco cultivada del aún débil reino de Polonia. Los colonos alemanes germanizaron el territorio, y ya en 1224 se constituyó el mismo, en el Estado monástico de los caballeros teutónicos que sería el núcleo original más tarde del célebre Estado militarista alemán llamado, Reino de Prusia. La zona oriental de este reino lo constituían parte de la Pomerania polaca, Lituania y la actual Kaliningrado, entonces Königsberg, que era la capital de la Prusia Oriental. Esta es una breve síntesis para poner en contexto al lector.
¿Pero qué sucedió a raíz de la terminación de la Segunda Guerra Mundial y la inminente ocupación soviética de esta zona? Como factor constante en toda guerra, y más en esta donde murieron 40 millones de personas, el a menudo salvajismo de las tropas ocupantes con las poblaciones civiles, estuvo presente en decenas de aldeas y ciudades que fueron liberadas, y producto de los hombres germanos, de haber sido enviados al frente alemán, la cantidad de niños huérfanos fue considerable. Algunos textos recogen las violaciones hechas por el ejército rojo, y el envío de muchas familias a campos y territorios en tierras soviéticas. Como resultado muchos niños huyeron a los bosques sobreviviendo en ellos, y por eso el nombre de “niños lobo”.
Hay más de un libro escrito sobre esta tragedia, como el del escritor, Alvydas Slepikas, titulado: Bajo la sombra de los lobos, que recogen relatos espeluznantes de niños entre 5 y 10 años. Hay múltiples ensayos y anécdotas recogidas entre los supervivientes, donde la mayoría de ellos se refugiaron en Lituania, gracias a las bondades de los campesinos lituanos, que a pesar de las severas medidas soviéticas establecidas, se las ingeniaron en guarecer a aquellas criaturas que perdieron su identidad como nación, pero salvaron sus vidas. No olvidemos que Letonia, Estonia y Lituania, antes Estados independientes, pasaron a ser parte del conglomerado de repúblicas soviéticas después de la guerra, y todavía más, la actual Kaliningrado, antes Königsberg, fue como un trofeo de guerra anexado a la Unión Soviética, hoy a la actual Rusia, que no tiene una conexión directa con el territorio ruso, pues hay que atravesar Lituania y luego Bielorrusia o Letonia para llegar a Rusia. Anexo varios párrafos recogidos en los diarios que se han hecho eco de aquella tragedia, en El Mundo: “Los niños que Alemania entregó a Lituania tras la caída de Hitler”, “Las madres cambiaban un hijo por un saco de patatas”, por Quico Alsedo de Madrid. En el español La Vanguardia, “Los niños lobo eran niños alemanes que huían, vivian en el bosque y se comunicaban con gestos”, por Nuria Escur Barcelona.
En mi etapa de estudiante en Gdansk, Visité el famoso castillo de Frombork, situado a solo 60 km de la ciudad de Gdansk donde estudiaba, y el cual fue sede de los caballeros teutónicos y fundado en 1274. Por otra parte, en la ciudad de Königsberg. estudió mi amigo Lázaro Pedroso que me cuenta como los lituanos recuerdan aquellas tristes páginas de su historia, en la que los soviéticos le impusieron no solo el idioma, sino la vida rusa, sovietizarlos, pero ellos jamás renunciaron a su idiosincrasia. Lázaro se casó con una lituana y tiene de primera mano por sus suegros, anécdotas relevantes de aquella etapa.
Si bien Alemania fue la génesis que ocasionó aquel desastre [de la Segunda Guerra Mundial], no toda su población se inmiscuyó en ello y además muchos de sus niños [que se convirtieron en niños lobo] fueron víctimas, una como consecuencia del desarraigo de sus padres por ir al frente, y otra, una vez huérfanos o abandonados, los propios ocupantes no fueron todo lo benévolos con ellos, en específico los soviéticos que se ocuparon de la franja de terreno objeto de este análisis. Aun sobreviven unas trescientas personas que fueron testigos directos o descendientes de ellos, algunos pudieron regresar a Alemania, pues pudieron encontrar sus raíces, otros adoptaron a Lituania como nueva patria. Anexo algunas fotos de aquellos seres que jamás debieron sufrir ese vía crucis.
Castillo de Königsberg a principios del siglo XX, el cual fue mandado destruir por las autoridades soviéticas por constituir un “símbolo del fascismo y del militarismo prusiano”, y convertir aquella magnífica obra de arquitectura en la Casa de los Soviéticos.
Tocó a la triste figura del dirigente soviético Leonid Brezhnev la tarea ignominiosa de hacer desaparecer todo vestigio del reino prusiano, entre ellos el virtuoso castillo de Königsberg, reemplazado por una construcción, o más bien un adefesio constructivo bautizado con el nombre de, Casa de los Soviéticos, y que para verguenza del sistema y sus constructores sus cimientos fallaron después debido a la enorme cantidad de túneles subterráneos ejecutados en la era prusiana para almacenar provisiones y resistir los asedios, lo que ha dado en llamársele, ” La Venganza Prusiana”, objeto de burla hasta el día de hoy.
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