Los famosos Botines de Cataluña

Written by on 18/05/2021 in Cronica, Literatura - No comments
Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.

Plaza en la ciudad de León, donde se encuentra la Casa Botines. Cortesía del autor.

En la ciudad de León se encuentra una casa fabulosa llamada Casa Botines, proyectada por el archifamoso arquitecto catalán Antoni Gaudí. El nombre de esta mansión se debe a Juan Francisco Ramón Homs y Botines, hábil comerciante también catalán y a la memoria del cual sus socios le encargaron a Gaudí el proyecto de esta. Tuve la oportunidad en mi última visita a España de apreciar en persona la belleza de esa obra, y desde luego que  el apellido Botines me resultaba muy familiar, no por don Juan Francisco, sino por otro catalán radicado en Montreal hace 53 años, y no dudo de la destreza como comerciante del señor Homs Botines, pero al que conozco en persona no creo se le quede detrás, pues desde 1967 que llegó a Montreal posee una tienda de antigüedades, donde si entras, no sales con al menos un objeto en tus manos. Pero la prolífica vida de este Botines quizás tenga algún parentesco con el de la famosa Casa de León, no solo por ambos ser catalanes, sino que aunque la gloria histórica se la haya llevado el primero, soy del criterio de que el español-canadiense sobrepasa en mucho la diversidad de la vida de aquel otro, y es sobre el Botines que conozco que va esta menuda crónica, que pretende enjaular algunas de sus facetas de las tantas que posee.

El autor con su amigo Delio Botines. Cortesía de Mario Blanco

Nació nuestro Delio Botines, de ascendencia judía, en 1937 en una pequeña villa llamada Castellbell i el Vilar, apenas a unas leguas del famoso Monasterio de Monserrat y a unos 80 km de la ciudad condal, denominación que proviene de un antiguo gobernador de Barcelona en el siglo XII, el Conde Ramón Berenguer, cosas que mucho no saben. Estudió en Barcelona ingeniería textil, su familia tenía una pequeña fábrica de confección de pañuelos, esos que hoy en día ya no se usan. Me cuenta que en su numerosa familia todos se sentaban a la mesa a comer, y comúnmente reinaba una frase patriótica relacionada con la independencia de Cataluña de España. Así que nuestro personaje fue detenido en sus años de estudiante por hacer grafitis en las paredes contra el Gobierno. Más tarde se casa con Carmen, madre de sus cuatro hijos, naciendo el último vástago aquí en Montreal después de arribar con ella en 1967. Al siguiente día de su arribada ya nuestro ingenioso catalán estaba trabajando. Estudió de forma autodidacta varios idiomas de la rama latina, y una vez se enroló con National Geographic a realizar estudios de paleontología en las Americas, donde aprendió a comunicarse en quechua y aymarás, en general es capaz de hacerlo en nueve idiomas.

Pero el amigo Botines en Montreal se ha caracterizado por haber establecido una tienda de antigüedades que data de muchos años ya. Para ello ha viajado medio mundo, creo unos 130 países, trayendo de estos lugares los objetos más disimiles, pero también amante él de la historia, ha podido conocer los entresijos sociales y políticos de cada lugar lo que le ha dado una vasta cultura. De Cuba tiene los artículos más inimaginables que pudieran pensarse, al punto que no me está dado aquí reflejarlos aunque muchos están expuestos en su tienda, que la valoro en más de un millón de dólares. De Cuba conoce toda la isla, y recientemente hablaba de mi ciudad natal, Santiago de Cuba, donde dice que en su cementerio Santa Efigenia, tiene un pariente enterrado que pertenecía a las fuerzas españolas, cuando los Estados Unidos en 1898 atacaron la escuadra del almirante Cervera, y su pariente murió en ese combate.

Su familia en Montreal progresó y todo sus hijos estudiaron haciéndose profesionales, uno de ellos se encuentra en Inglaterra, otro, Iván,  trabaja con él en la tienda, el tercero es gerente farmacéutico aquí en Montreal, y la hembra, la mayor, se fue con Carmen   de regreso a España hace ya 23 años, porque su Carmen no resistió la vida aventurera del incorregible Botines, que si bien habla pausado y es muy sosegado, la intranquilidad en su apasionada vida  resulta al parecer incontrolable, y la vida hogareña metódica no colige con su carácter inquieto.

Ayer lo visité con mi esposa y le llevé uno de mis libros para que se entretenga viendo algunos de los parajes de su España que he visitado, entre ellas el Monasterio de Monserrat, que según me dijo en una conversación anterior, lo visitaba el de joven, pues allí se escapaba con los amigos por encontrarse su ciudad muy cerca del mismo. Por último, le dije ayer a mi amigo Botines que había contado durante mi breve visita todos sus objetos en el anticuario, y que ascendía la cifra a un millón 547 mil trescientos noventa y cinco piezas, y él con su cara incrédula me dijo, ah sí, entonces le dije, pues si lo dudas chaval, cuéntalos tú.                                                                                                                                      

 

 

 

 

 

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About the Author

Mario L. Blanco Blanco, Santiago de Cuba, 1949. Ingeniero naval. Estudió en la Politécnica de Gdansk, Polonia. Trabajó durante algunos años en el Mitrans, organismo central en la dirección de inversiones. Durante el período del 1986 al 1989 se desempeñó como Presidente del Poder Popular del municipio Plaza de la revolución en Ciudad de la Habana. Trabajó luego en el sector marítimo de la Pesca. Fue director de la empresa de Tintorerías y Lavanderías de Ciudad de la Habana. Reside en Montreal, Canadá, desde 1997.

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