La diosa fortuna, de espaldas

Written by on 24/10/2021 in Estampa, Literatura - No comments
Literatura. Estampa.
Por Gustavo Catalán.

Por remedar a Tolstoi en el comienzo de Ana Karenina, afirmaré con él, a propósito de lo sucedido, que todas las felicidades se parecen, pero cada infortunio tiene rasgos particulares como podrán ustedes comprobar, una vez más, de seguir con la lectura.

Al joven recién casado no se le ocurrió mejor homenaje que acceder a la casa por estrenar con ella en brazos, aunque arrastrase por el suelo el blanco vestido de novia y de ahí el primer encontronazo: se enredó los pies en él, dio con la cabeza en el marco de la puerta y la chica por los suelos. Mal comienzo el de trastabillar al poco del banquete y pasar, en un tris, del ensueño a un golpetazo que le abrió la ceja y obligó a que la consorte se levantase rauda en busca de alcohol y un algodón. Le limpió la herida”, ¡Pobrecito mío!”, y el lesionado se metió en el inodoro para ver frente al espejo el alcance de la lesión.

Y de inmediato la segunda parte, preludio del desenlace. Arrojó el húmedo apósito al váter y, con ganas de defecar, se sentó en él y encendió un cigarrillo mientras meditaba sobre lo acontecido. Con tan malla fortuna que la cerilla, tirada asimismo a la letrina, prendió el algodón y la llama quemó su periné: desde las nalgas al escroto. Los gritos alertaron a su pareja, y el excusado no fue excusa para que entrase veloz y se lo encontrase con ambas manos en la entrepierna y dando unos saltitos que remedaban a los del baile horas atrás. Aún pudo ver las llamas en el retrete, de modo que tiró de la cadena, lo acompañó hasta la cama y, sin saber cómo actuar para aliviar el intenso dolor del hombre, no se le ocurrió cosa mejor que llamar a la suegra.

Cuando ésta acudió, el estado de la ceja y testículos de su hijo le llevaron de inmediato a suponer que eran el resultado de una riña entre ambos consortes, así que, mientras esperaban a la ambulancia, ambas se enzarzaron en una discusión que continuaba in crescendo cuando llegaron el par de camilleros. Les contaron lo sucedido y estos, carcajeándose de lo oído mientras bajaban, en el primer descansillo inclinaron demasiado las parihuelas, dieron con el herido y quemado en las escaleras y éste, ejemplificando el proverbio de que en lo peor no hay final, se fracturó el fémur. Así ingresó en el hospital y al salir enyesado, días después, fue la madre quien lo llevó a su propia casa, donde habría de quedarse durante la convalecencia y es que la recién casada, herido de muerte su amor entre lesiones y acusaciones, había decidido poner punto y final a un matrimonio que no pintó bien desde el comienzo. Desde la misma puerta de aquel su domicilio por estrenar.

 

 

 

 

 

 

 

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About the Author

J. GUSTAVO CATALÁN Nacido en Guipúzcoa. Licenciado y Doctor en Medicina (1990) por la Universidad de Barcelona. Especialista en Oncología y Endocrinología. Diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad,1982). Tras ocupar la subdirección del Centro Regional de Oncología de Baleares, jefe de la Sección de Oncología del Hospital General de Mallorca hasta 2002 y, posteriormente, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Son Llàtzer (Ibsalut) hasta 2011. En la actualidad, ejerzo en el ámbito privado. Autor o coautor de más de 100 artículos y diez libros sobre la especialidad. Miembro electo de tres sociedades científicas nacionales y dos internacionales (European Association for Cancer Research y European Society for Medical oncology). He formado parte del comité editorial en cuatro revistas profesionales y becado por trabajos de investigación en ocho ocasiones. En 1987 obtuve el Premio Ciudad de Palma en el área de investigación científica. EN CUANTO A LAS LETRAS… En 1993, el primer libro de relatos: "De una cierta desmesura" (Edit. Prensa Universitaria. Palma de Mallorca) y, en 1997, el segundo: "Mi Giovanna por tres horas". Otros cuentos en volúmenes colectivos (1996, Edit. Noesis, Madrid; Edit. Ergon en 2005 y 2007…). Autor de las novelas “No habrá quien nos pueda separá más nunca” (Edit. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000), “La fosa común” (Edit. Huerga y Fierro, Madrid, 2001) y, en la misma Editorial, “Tiempo de Despedidas” (2006) y “Frente a mí” (2014). También colabora en prensa con asiduidad. Autor de la columna semanal “Polvo de Letras” en la revista “Illespress” hasta su extinción y, desde hace 17 años, los domingos, columnista de opinión en “Diario de Mallorca”. Colaborador asimismo de la revista digital "Palabra Abierta", de Eastvale, California. En 2013 inició el blog “contar es vivir (te)” (http://gustavocatalanblog.com).

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