Día de la Dramaturgia y del Teatro Cubano en el Exilio

Written by on 22/05/2020 in Dramaturgia, Literatura, Teatro - No comments
Literatura. Teatro. Dramaturgia. Homenaje.
Por Raúl de Cárdenas.

30 de Mayo de 2020
Cuando se estudia el teatro cubano en el exilio hay que tomar como punto de partida, necesariamente, el año de 1959. Es en ese momento en que la nación, y por ende toda su cultura, todas sus artes, se divide en dos vertientes, AC y DC, antes de Castro y después de Castro. Es curioso señalar que en el transcurso de nuestra literatura —y en este sentido reunimos todas sus formas, teatro, novela, poesía— mucho fue escrito fuera de Cuba, desde Gertrudis Gómez de Avellaneda, para tener algún punto de partida, hasta Cirilio Villaverde, Félix Varela, José María Heredia y José Martí. El triunfo de Fidel Castro viene a agravar la división ideológica y cultural del país, especialmente cuando en junio de 1961 es el mismo Castro quien dice, en sus Palabras a los intelectuales, que “dentro de la revolución, todo, fuera de la revolución, nada”. Como hubiera dicho entonces Julio Cesar, la suerte estaba echada.
Enfocar estas decadas del teatro de la diaspora es enfrentarse a muchos riesgos —olvidos involuntarios, preferencias insalvables, errores de perspectiva y otros muchos factores— que intentarían darle un balance y ordenamiento a la prolífica producción del exilio. Nuestra unidad escénica, por mucho que sean los temas y estilos de la dramaturgia del exilio, existe en un solo elemento, la libertad de creación, de llevar a la escena nuevos textos, comprometidos exclusivamente con la independencia y libertad de los autores y artistas, algo que es muy difícil lograr en Cuba.
La celebracion del Día de la Dramaturgia y del Teatro Cubano en el Exilio tiene una doble importancia. Primero, el reconocimiento a los dramaturgos y artistas que han creado, fuera de Cuba, un teatro netamente nacional que va desde lo clásico, lo romántico, lo costumbrista, lo realista, hasta lo surrealista, lo poético, y lo absurdo. Por otra parte, se recuerda el fallecimiento de José A. Escarpanter, amigo muy personal desde los días del Teatro Universitario en La Habana, y uno de los analistas y estudiosos más importantes de nuestro teatro. A Pepe, como muchos lo conocíamos, le debemos sus muy diversos estudios de nuestro teatro en sus diferentes manifestaciones, artísticas, literarias, históricas, y políticas.
Nuestro teatro ha sido posiblemente el huérfano de nuestras artes literarias. Por mucho que se ha escrito hay poco que se ha estrenado. Hubo una época, en La Habana, en tiempos  republicanos, en que florecieron las salas de teatro. Sin embargo, pocas fueron las obras de dramaturgos cubanos que vieron la escena. En 1958 hubo un intento de celebrar nuestra dramaturgia en el Mes del Teatro Cubano, y algunas obras fueron estrenadas como Un color para este miedo, de Ramón Ferreira, y La rebelión de las canas, de Rafael Suarez Solis, pero al terminar el mes, las salas de teatro volvieron a su programación habitual con piezas del teatro norteamericano y europeo.
A partir de 1959, hubo un drástico giro y comenzaron a estrenarse muchas obras de dramaturgos cubanos. En los primeros días de euforia todo parecía ir prometedoramente, pero eso fue simplemente una ilusión. Poco a poco, el nuevo sistema comenzaba a cambiarlo todo, a transformarlo todo. Fábricas, negocios, bancos, escuelas, teatros pasaron a manos del Estado. Las artes se convirtieron en una forma de adoctrinamiento. Ese fue el comienzo del éxodo. Desde entonces  el teatro cubano en el exilio se ha venido nutriendo con infinidad de dramaturgos, artistas, compositores, escenógrafos, directores y muchos más que se han dedicado a mantener viva nuestra escena. Un pueblo disperso en una diáspora que parece no tener fin, no podría hallar algo más oportuno que ver nuestras vidas representadas en la escena, un arte que viene a afirmar nuestro cubanismo por medio de un quehacer artístico que es nuestra propia historia.
El contenido total del teatro cubano en el exilio es rico y variado, con una evolución creciente que muchas veces sigue un proceso de asimilación o divergencia con la creacion dramática del resto del mundo. Con el comienzo del exilio las manifestaciones de nuestro teatro contituyen la expresión de algo propio, de una psicología y problemática exclusiva de los dramaturgos de la diáspora. Para comprender esto es necesario entender cuáles son los signos que determinan esta evolución: represión, expatriacion (voluntaria o forzada), libertad e independencia política y cultural.
Esa libertad política y cultural resulta en un entendimiento de nuestros dramaturgos a los problemas y temas universales que parece haberles dotado un sentido de crítica más agudo, una confrontación con la realidad inmediata y un sentido del humor totalmente libre de restricciones. La vida en las dos orillas constituye la inspiración y el anecdotario de nuestro teatro que pasó de una comicidad sentimental y costumbrista a un dramatismo analítico y lúcido, dedicado a tratar los problemas sociales y políticos de la época que les tocó vivir. Es de esta forma que la dramaturgia del exilio frecuentemente toma tonos políticos, pero a diferencia del teatro controlado por los rectores de la cultura en la Isla nunca se torna en propaganda. La preocupación primordial es descubrir quiénes somos, tratando de contestar nuestras propias preguntas a nuestros propios problemas, rehusando aceptar soluciones convencionales.
Algunos se han preguntado sobre la terminología del teatro cubano en el exilio, según nos dice Maida Watson Espener, de la Universidad Internacional de la Florida. ¿Cómo llamar a este teatro? ¿Teatro Cubano Americano? o ¿Teatro Cubano en el Exilio? Posiblemente podríamos considerar el Teatro Cubano Americano al teatro que refleja la experiencia de los cubanos en los Estados Unidos, como sería la magistral pieza de Manuel Martín, Sanguivin in Union City. Pero en realidad, lo que nos concierne, especialmente a los que nos vimos forzados a abandonar la Isla, es el Teatro Cubano en el Exilio porque mantiene el cordón umbílico-cultural entre Cuba y los Estados Unidos, como sería la conmovedora obra de Rene Alomá, Alguna cosita que alivie el sufrir.
El Teatro Cubano en el Exilio es una expresión artística creada en la ausencia de la patria en nuestras vidas. Es un arte que viene a recordarnos que hubo una vez una nación, imperfecta y controversial, pero llena de ilusiones, y que quizás algún día pueda recuperarse. Mientras tanto, veámosla vivir cuando se abre el telón.
[Mayo 2020]
©Raúl de Cárdenas. 

About the Author

Raúl De Cárdenas. Fecha de nacimiento: 13 de noviembre de 1938. Abandona el país el 8 de septiembre de 1961. La crítica hoy en día lo considera como el dramaturgo costumbrista cubano por excelencia, y posiblemente el más representado en los Estados Unidos. Estudios: Escuela de Periodismo (La Habana), Escuela de Derecho (Universidad de La Habana), Teatro Universitario de La Habana. Su primera obra, "Cuando los hombres lloran", drama en dos actos, estrenada en 1959, Club de Profesionales de La Habana. Después, en 1960, estrena "Los ánimos están cansados" en el Teatro Universitario, drama en dos actos y un epílogo, que fue representado en diferentes ciudades de la Isla, así como en el Canal 2 de televisión. Su tercera obra, considerada actualmente como un clásico del teatro cubano, "La palangana", fue estrenada en enero de 1961, llevada a la televisión, publicada en el suplemento literario semanal "Lunes de Revolución", y escenificada con frecuencia por todo el país. En 1963, el crítico e historiador Rine Leal publica una "Antologia de teatro cubano en un acto" que incluye este texto. "La palangana" ha sido escenificada en Nueva York (1970), Miami (1975 y 1984), Los Angeles (1976) y nuevamente en Miami (2010) en una nueva versión en dos actos que tuvo muchísimo éxito. En 1999, Ollantay Press, Nueva York, publica una antologia a cargo del dramaturgo José Triana, "El tiempo en un acto", que incluye nuevamente esta pieza. Antes de su salida de Cuba escribió varias obras, como "Cuento en blanco y negro" (teatro infantil), "Perche" (teatro del absurdo) y "Edipo en Colón", tragedia inspirada en "Edipo rey", asi como una colección de poemas. Algunos de sus textos se quedaron en Cuba y se consideran irremediablemente perdidos. Estableció residencia primero en Nueva York, y después en Los Angeles, California, donde vive actualmente.

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