Literatura. Periodismo. Crónica.
Por Claudio Rodríguez Morales…
De la mano de mi padre, bien peinado, dos bolitas bajo el pantalón corto, disfrutando Rocky Tres, El Zorro de Alain Delon, El Maestro Borrachón, El Supersónico, Bambi, Superman Uno, Cupido Motorizado, Hulk con Lou Ferrigno, La Guerra de las Galaxias, El Pájaro Azúl, Galáctica Astronave de Combate, Fire Fox, El Chanfle, King Kong de Jessica Lange, El Hombre Araña ataca de nuevo, Flash Gordon, ET El Extraterrestre. Joyas del Séptimo Arte, telefilm y estrenos de hace más de diez año metidos dentro de una coctelera.
Sin permiso, oculto entre piernas adultas, fisgoneando a La profesora de francés, Dieciséis años, Heavy Metal Universo en Fantasía, Mad Max, Encuentros muy cercanos con señoras de cualquier tipo (del gordo Porcel), Julio Comienza en Julio (sin entenderla) Manos de terciopelo de Adriano Celentano, La canción es la misma de Led Zeppelin.
Cine Plaza de Puente Alto. Inmutable, eterno, pueblerinamente cosmopolita. Confitería del costado con guaguitas, sustancias, kojak y tiras de lolys. Idéntica señora vendiendo golosinas, rellenando el tablero de la boletería, cortando boletos e iluminando el interior. Fragancia de cuero de las butacas, bronce desteñido de seudopilares romanos, colillas quemadas en la alfombra, sudor y lujuria de decenas de rotativos. Cuando Puente Alto abría los ojos a la emoción ajena, tal vez lo siga haciendo de otro modo.
[Tomado del blog del autor Evolución de la especie]
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