“…la justicia es como una serpiente o una víbora 

que nunca muerde a los de botas,
solo muerde a los descalzos”.
Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Arzobispo de San Salvador, asesinado en 1980
Su Santidad Francisco, ante todo quiero agradecer a Dios, a su devoción y fe, que haya sido designado el primer Papa, por demás méritos, latinoamericano, para orgullo de los que nacimos en este continente; por lo que de alguna manera es imposible no considerarlo más cercano y terrenal, para su particular pueblo latino.
Padre Santo, quiero confesarle que desde la pérdida de mi amado Papa Juan Pablo II, en mí se había atenuado la entrega al catolicismo, pero Usted, a pesar de los pocos días que lleva en su humilde silla papal, ha practicado esa modestia que lo eleva y engrandece, con lo que ya ha revolucionado la iglesia universal.
Su Beatitud, le escribo desde una cárcel en Cuba, donde cumplo una condena injusta por un delito que no pudo probarse, a partir de abrir un blog crítico desde el que escribo a favor de la justicia social, pena que tiene el único propósito del escarmiento, aunque no hayan podido acallar mi voz; pero mi corazón no me permite clamar a mi favor, prefiero, preciso, me urge pedir justicia por los Presos de Conciencia que sufren en las cárceles cubanas.
Sumo Pontífice, la situación que está viviendo nuestra Isla es ya conocida e inadmisible en el siglo XXI, parafraseando al amado Papa Juan Pablo II, no se abre al mundo, ni siquiera abre sus persianas al pensamiento plural nacional, como debe corresponder a cualquier nación civilizada del planeta.
Mensajero de Paz, estamos presos porque superamos el miedo; la necesidad de que se nos escuche hizo que nos quitáramos la mordaza, por lo que hemos enfrentado como corresponde el castigo de la dictadura, que desgraciadamente se aferra por mantener el silencio y su disciplina, arremetiendo con encarcelamientos, golpizas y misteriosas muertes de sus líderes opositores.
Su Gracia, en esta prisión donde me encuentro convivo con dos hermanos de lucha: Lamberto Hernández Planas y Pedro De la Caridad Álvarez Pedroso, que llevan 22 años de prisión, más de la mitad de sus vidas, sin haber cometido hechos de sangre, sin haber lastimado a un ser humano; también sufre encarcelamiento una pareja Sonia Garro Alfonso y su esposo Ramón Alejandro Muñoz, que tampoco han dañado a persona alguna; solo sus ideas han sido suficientes para mantenerlos en la cárcel sin causa ni condena, como sucede también a Calixto Martínez, por su labor periodística. Pero no son los únicos; como ellos hay muchos en todo el sistema penitenciario del país.
Pastor Universal, mi voz fue una de las que se opuso a la visita pasada del Papa Benedicto XVI, porque consideré que era una burla hacia el Vaticano, ya que el Gobierno cubano se aprovecha de su bondad y buenas intenciones, y en cada visita papal solo se agrega un falso reconocimiento ante la humanidad, máxime cuando los representantes cubanos de la iglesia que Usted representa ignora a la oposición cubana como fuerza política.
Amado Papa, José Martí, el cubano más universal, dirigiéndose a un militar escribió el 20 de octubre de 1884: “un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento”, y la nomenclatura gobernante hoy en Cuba no acepta postura diferente a la militarizada.
Pedimos, como Vicario de Cristo, que no le rocen las manipulaciones de los hermanos Castro, ejercidas por más de medio siglo desde el comienzo de su nefasto poder en 1959. Con humildad rogamos que sea esquivo a sus ofrecimientos anticristo. Para el pueblo cubano no es suficiente que nos hayan devuelto las fechas sagradas. Necesitamos la libertad, “que no puede ser nunca otra cosa que libertad para pensar de otra manera” (Rosa Luxemburgo), y que acepten y respeten de una vez los Universales Derechos Humanos.
Obispo de Roma, tengo la esperanza de que en su gestión papal llegará la paz para los cubanos. Para ese entonces, una Cuba unida, sin odios ni dolor, le dará a Usted la espontánea bienvenida que ningún Papa haya recibido en este suelo.Humildemente de Usted,

Ángel Santiesteban Prats

Escritor

Prisión La Lima

La Habana, Cuba

* Esta carta fue escrita por Ángel el día 3 de abril cuando aún no había sido trasladado ilegalmente y a la fuerza del centro penitenciario La Lima. Recién ha podido ser entregada ayer 24 de abril en la sede de la Nunciatura en La Habana.
A día de hoy, 25 de abril, Ángel continúa en régimen severo en la prisión 1580. El motivo de su traslado fue impedirle entrevistarse con la comisión de periodistas nacionales e internacionales que visitaron dicho centro el pasado 9 de abril. Esta visita fue una de las tantas escenificaciones que organizó el régimen castrista para engañar al mundo acerca de lo que realmente acontece en sus cárceles, auténticos campos de concentración. Tres semanas antes de que se reúna en Suiza el Consejo de Derechos Humanos, al que el Gobierno castrista deberá presentar un informe que incluirá aspectos sobre su política penitenciaria, dicha comisión de periodistas -sin los más mínimos principios éticos- avaló con su silencio cómplice todas las violaciones de derechos humanos que comete la dictadura. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, tiene ahora en sus manos la posibilidad de remediar semejante afrenta a la dignidad que cometieron los periodistas. En pocos días sabremos si lo harán.
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ANGEL SANTIESTEBAN (La Habana, Cuba, 1966). Graduado de Dirección de Cine, reside en La Habana, Cuba. En 1989 ganó mención en el concurso Juan Rulfo, que convoca Radio Francia Internacional, y el relato fue publicado en Le Monde Diplomatique, Letras Cubanas y la revista El cuento de México. En 1995, envía al premio nacional del gremio de escritores (UNEAC), ganándolo en esa oportunidad; pero por su visión humana (o inhumana) hacia la realidad de la guerra en Angola, donde participaron los cubanos por espacio de 15 años, fue retenida su publicación. El libro: Sueño de un día de verano, fue publicado en 1998. En 1999 ganó el premio César Galeano, que convoca el Centro Literario Onelio Jorge Cardoso. Y en el 2001, el Premio Alejo Carpentier que organiza el Instituto Cubano del Libro con el conjunto de relatos: Los hijos que nadie quiso. En el 2006, gana el premio Casa de las Américas en el género de cuento con el libro: Dichosos los que lloran. Ha publicado en México, España, Puerto Rico, Suiza, China, Inglaterra, República Dominicana, Francia, EE UU, Colombia, Portugal, Martinica, Italia, Canadá, entre otros países. Es autor del Blog Los hijos que nadie quiso.
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