Periodismo. Sociedad. Crónica.
Por Rafael Carvajal…
Han pasado muchos años desde mi infancia, pero siempre que se acerca la Navidad los recuerdos aún continúan apareciendo. Tantas otras navidades han transcurrido en mi vida, pero cada vez los recuerdos siguen agolpándose en mi mente, cruzan océanos y mares, llegan al otro lado, donde hay caras amigas, donde hay sentimientos familiares.
Con qué ganas daríamos un beso a ese padre extrañado, a la hermana lejana, al amigo olvidado, a esa madre añorada. Con qué fuerza abrazaríamos a nuestros vecinos, apretaríamos las manos de quienes nos saludan en la calle. Le sonreiríamos a todos aquellos cuyos rostros se vuelven borrosos con el tiempo pero que permanece intacto el cariño hacia ellos.
Algunos estaremos tristes en Nochebuena recordando los tiempos de la niñez; a quienes tenemos lejos, pero que significan tanto en nuestra vida; a los que se fueron para siempre, dejándonos su vacío. Cerraremos los ojos y se nos llenarán de lágrimas, pero con una sonrisa en los labios, daremos gracias a Dios por permitirnos vivir este momento único y mágico que es la Navidad.
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