Al poco de cambiar de domicilio, advertí con sorpresa que la tienda situada en la placita, bajo la ventana del cuarto donde escribo, vende algo más que ropa femenina y es que el nombre que figura junto al escaparate da para que la imaginación se eche a volar. Cronopios, se llama; como los personajes del libro de Cortázar: Historias de cronopios y de famas.Los cronopios que el escritor descubrió en un teatro de París y tras cerrar los ojos, son unos seres verdosos, imaginativos, sensibles y entrañables.
Los que cualquiera quisiera tener por compañeros al tener el perfil de esos amigos siempre dispuestos a endulzarte el rato. Como sugiere la tienda, quizá anden por las cercanías, duerman ahí y, si es así, no descarto verlos un día de estos trepando por la pared del edificio hasta llegar a mi lado y con suerte, por qué no, acabe contagiado de su talante.
Lo cierto es que entre Julio Cortázar y el vecino comercio no han podido ponérmelo mejor. Introducir los sueños en nuestras vigilias es vivirlas como siempre hemos deseado. Y ni les cuento cuando se intuye la presencia de cronopios en las inmediaciones.
Además, si la imaginación es memoria como algunos aseguran, ¿significaría eso que los he conocido antes, aunque lo haya olvidado? Cuando mañana baje a la placita, me andaré con cuatro ojos y, si diera con ellos, se lo preguntaré. Encima y al tratarse de una tienda, siempre me quedará el recurso de comprar alguno para llevarlo conmigo. En cuanto a ustedes, piensen en cronopios e igual se les aparecen cuando menos lo esperen.
19 de enero de 2017






