UnosOtrosEdiciones: Surgimiento de Abakuá

Written by on 11/11/2025 in Literatura, Música, Promocion - No comments
Literatura. Música. Promoción.
Por UnosOtros Ediciones.

Foto del escritor: Editor


Abakuá no es una secta religiosa, ni de ningún tipo, es una sociedad de ayuda mutua de socorro, denominada como logia, potencia, porque dominaban barrios de la ciudad, y/o tierras, en alusión a la aldea de ascendencia del viejo Calabar. Sus militantes, profesaban religiones de ascendencia africana, muchos de sus afiliados son practicantes religiosos, lo que conduce a que equívocamente se piense es una religión. La forma en que está organizada —pequeños grupos territoriales o células compartimentadas— explica la territorialidad de su convivencia y el secretismo de sus miembros, y se basa en la guerra de guerrillas. El carácter hermético, se debe a que los carabalíes, en su mayoría Ékpé–Émbé fueron entregados, capturados y traídos a América y el Caribe, de manera inhumana, después de una conjura de otras tribus rivales con los esclavistas ingleses, ellos juraron no ser traicionados nunca más.
Tribu Ékpe

Tribu Ékpe del Calabar, Nigeria, África. Cortesía del autor y de UnosOtros.

Los abakuá fueron llamados ñáñigos de forma peyorativa, por los colonizadores afanados en eliminar la influencia que aquellos ejercían, sabiendo de su agresividad y carácter independentista. Los abakuá tomaron del tigre el gruñido que emana cuando está agazapado para atacar a su presa, que suena: «ñañiñañiaaasss…», y como ellos se consideraban hermanos del leopardo, los españoles empezaron a designarlos con ese nombre semejante al sonido onomatopéyico que emite el felino.

El abakuá no tiene grafía, es mediante símbolos, toma la grafía del Bantú, lo aprendieron de los bantúes, ellos no tenían sistema de grafología extensas y donde narran leyendas, etcétera; en la cortina del Fambá está la escritura, se llama afroana, que es eminentemente bantú porque los carabalí no tenían escritura, en estos cabildos de La Habana estaban ya mezclados las dos culturas, por eso quedan establecidos en Abakuá.
El origen del Abakuá es confuso en el tiempo, pues existen varias versiones o «escuelas» que hasta hoy permanecen en contrapunteo entre diversas potencias, según su origen Efí u Efó, que además, han sido investigadas por destacados intelectuales sin que sean reconocidos como abakuá, por ello una de las difundidas ha sido la de la rama de Carlos Gómez y sus discípulos.
La política colonial de España y después la de Norteamérica vieron en estos hombres sus rasgos rebeldes e independentistas de la capital, por ello infundieron y fomentaron el miedo a los abakuá, al carácter belicoso y anticristiano de su comportamiento social, sin dudas sabiendo que en sus templos, al igual que en los masónicos, se generaba un ambiente propicio a la conspiración, que los protegía de ser delatados, al amparo del sagrado juramento de sus militantes.
Los orígenes se pierden en el tiempo, sin duda por su índole «secreta», pues los líderes convocados a reunirse con otras tribus, se supone que, para una conciliación, fueron traicionados en «encerrona» en una de las islas del río Cross que divide al Calabar de otros clanes, por ello, los carabalíes llegados a La Habana, se prometieron no ser vendidos otra vez. El antecedente que nos muestra la historia de los inicios abakuá, fue encontrado en la fracasada conspiración de Aponte, de carácter independentista, en 1811, liderada por José A. Aponte jerarca del cabildo Shangó–Teddún, de ascendencia, en su mayoría carabalí-lucumí, en los documentos incautados a los conspiradores aparecen firmas y simbologías carabalíes, lo que presupone ya existían células organizadas de estos, desde la segunda mitad del siglo XVIII como parte de los cabildos habaneros.

Después del asentamiento final del cabildo Appapás efík, en el pueblo marítimo de Regla, surge en 1836 la primera logia, o sea que cristaliza todo este proceso en la Potencia Efík Butón, que fue fundada por uno de los jerarcas del cabildo Appapás efík, Remigio Adeshina Herrera, liberto, porque el Abakuá no era de esclavos, el Abakuá era de hombres libres que tenían dinero o posición social, y eran dueños de carpinterías, herrerías; maestros de obras de construcciones, estibadores, es decir, tenían trabajos fijos y solventes pues había que pagar un recibo (cuota). Y el dinero que se recaudaba se usaba para ayudar a los demás militantes, incluso pagaban para liberar a esclavos, muchos de los cuales eran juramentados abakuá tras su emancipación y conspiraban por la independencia de Cuba.

Esta visión social y religiosa nos puede esclarecer algunos datos biográficos aportados sobre Remigio Herrera, Adeshina (Obara Meyi), nacido en África (Ife Nigeria) en el año 1811. Llegó a Cuba, esclavo en el año 1830, con 19 años; ya siendo babalawo fue vendido al señor Remigio Herrera, residente de Matanzas y propietario de un central azucarero y tierras, bautizado en la iglesia de Nueva Paz como Remigio Lucumí, en 1833, trasladado posteriormente al puerto de Regla para atender negocios de su amo por su confiabilidad e inteligencia. Tuvo dos hijos: Josefa Herrera (Pepa Eshu Bi), nacida en 1864, y Teodoro Herrera, en 1866. Ya en La Habana vivió en la calle Fresneda, que en aquel entonces se llamara San Ciprián, en el pueblo de Regla. Fue albañil y ejecutor de obra, de cuyo trabajo amasó fortuna. Se casó el 26 de octubre de 1891 con la liberta Francisca Burlet, de Matanzas, este matrimonio se produjo por altas figuras sociales con que se relacionaba.

El Abakuá tiene su génesis en el cabildo Appapás efík en 1793, radicado en las afueras de la Muralla de La Habana (en la calle de Egido esquina a Colón), de origen carabalí-lucumí, que tuvo tres asentamientos en La Habana y el último de ellos fue en el pueblo marítimo de Regla, en la ladera este de la bahía, en 1831. ¿Por qué en puerto de mar?, en honor a los negros esclavos traídos de África que eran intercambiados en los embarcaderos, en tierras Ubane.
De Regla, Remigio Herrera

Remigio Herrera, Adeshina (Obara Meyi). Cortesia del autor y de UnosOtrosEdiciones.

Abakuá en el ambiente musical del habanero
Con la llegada a La Habana de los lotes de esclavos africanos de la región del Calabar, en 1836 se reconoce en el poblado marítimo de la bahía habanera la primera cofradía de ñáñigos y con ellos, su maestría en los oficios, músicas y pensamiento religioso, influyendo en todas las actividades de la sociedad hasta nuestros días, destacándose por sus numerosos aportes a nuestra cubanía.
En la década del 1880 al 1890 proliferaban en La Habana disímiles formatos instrumentales en la música popular, desde los dúos de tiple y güiro, hasta las orquestas «típicas», entre las que sobresalía la de los hermanos Raimundo y Pablo Valenzuela, nombrada La Típica de Valenzuela y caracterizada por la rítmica ñáñiga llevada por el contrabajo, el timbal y el güiro. Referido a esta orquesta: «…El 23 de marzo, en El País apareció otra gacetilla donde se dice que en el Liceo de Regla “La orquesta de Valenzuela dejará oír sus sones…”». Junto a esta, se encontraban de moda las orquestas de Félix Cruz; de Pepe Urbizu; de Arango; de Espinosa; de Brindis de Salas (padre); de Faustino Valiente; de Felipe B. Valdés; de Nicolás González, “El Güinero”; la de Miguel Faílde y La Flor de Cuba (1800), del destacado clarinetista y director Juan de Dios Alfonso y Armenteros, nacido en el pueblo de Regla, militante ñáñigo, conspirador e independentista. También Juan de Dios Echemendía, destacado músico de Sancti Spíritus creó el coro La Yaya en su pueblo natal en 1890, ya había vivido en La Habana entre 1860 al 1894 y era militante abakuá, es por eso que los tambores de cuñas utilizados en el coro La Yaya son por su fundamento, carabalíes, aspecto que lo diferencia del resto de esos coros existentes hasta nuestros días.

[Fragmentos del libro: Abakúa. La huella sonora en la música cubana / Libro de Ricardo Oropesa /

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[Foto de Chano Pozo y Ricardo Oropesa]

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About the Author

Armando Nuviola. Editor y director de UnosOtrosEdiciones, Miami. Creador digital. Su editorial se especializa en música y, en general, en temáticas cubanas.

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