Literatura. Crónica. Por Gustavo Catalán… Ese mono catirrino (!) y de cola no prensil (podrán advertir lo que he aprendido), era un perfecto desconocido hasta que me comprometí con mi nieto: investigaría esa misma tarde obras y milagros del tal para, al día siguiente, proporcionarle datos con los que redactar el trabajo encargado en la escuela y que debería exponer por escrito y luego en alta voz.
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