El internacionalista Pata de Plomo

Written by on 29/08/2025 in Cronica, Literatura - No comments

Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.

Pata de Plomo. Cortesía del autor.

Le decían Pata de Plomo, ya que en sus excursiones  con sus amigos por los arrabales de Santa Bárbara, reparto donde vivía, pues corría por encima de las lomas de vidrio de botellas desechadas, sin dañarse  la planta de sus pies. Así creció Pata de Plomo, medio salvaje  y muy sociable, gustaba con sus amigos  escaparse de las clases para ir  al río San Juan y bañarse en la poza, luego  de regreso  subirse a un árbol ajeno  de mangos o mamoncillos y saborear sus ricos frutos antes del  arribo a casa.

El Servicio  Militar Obligatorio lo acogió en su seno, lo entrenó en el arte de la guerra durante un año  y luego lo mandó a Angola, donde peleó como un león  defendiendo una causa que no conocía, y matando a otros seres humanos  tan negros como su piel y tan nobles en su conciencia. Unos luchaban por un supuesto bienestar  futuro ofrecido por un jefe que nunca iba  al combate, el otro luchaba por una  consigna llamada  internacionalismo, donde  su jefe se encontraba  a miles de kilómetros de los combates. Pero llegó  un aciago día para Pata de Plomo, donde una mina antipersonal enemiga explotó  debajo de sus callosas y hercúleas plantas, dejando muy lejos de la Loma Blanca de su Santiago de Cuba natal por donde  deambulaba de niño, sus colosales y pesadas  piernas que trituraban el vidrio como cascaras de nueces.

Desde hace muchos años, Pata de Plomo cada día con sus poderosas  manos se traslada dándole vueltas  a las ruedas de su silla, para situarse en Calle 6 y Aguilera, la famosa esquina de la panadería, donde fuma un cigarrillo tras otro, conversa con algún que otro amigo de entonces  con los que se  iba, fugado, de las clases al río, y rememora el sabor de los mangos y mamoncillos y sus hazañas de triturador de vidrios con sus  poderosas plantas. Allá lejos quedaron sus  piernas, sin saber aún a ciencia cierta la razón por las que él  fue a pelear tan lejos, pues ya nadie habla  de internacionalismo  ni de Angola, y el jefe que lo envió, nunca lo conoció y solo sabía  hablar de Moringa.

Pata de Plomo descalzo. Cortesía del autor.

¿Cuántos miles de Patas de Plomo hay en Cuba? Quizás ni el propio Gobierno lo sepa, pues ya pasó la supuesta gloria, aunque de seguro no hay mayor  ignorante que aquel que no quiere saber, como tantas y tantas veces ha sucedido en los últimos tiempos en nuestro país. Vivimos de euforia en euforia,  unas  políticas, otras económicas, pero ninguna sostenida y casi todas han sido condenadas al fracaso. De  las últimas, la “legión de trabajadores sociales” que iba a salvar el honor proletario en la esfera de los servicios,  ya nadie habla de  esto, pues al cabo de un año de establecida, sus miembros  estafaban más que los anteriores empleados. La “revolución energética”  nadie la menciona, y me imagino que la mitad de esas plantas energéticas ya ni funcionan. Un tiempo después empezó la furia del uso de la moringa como alimento universal, hemos visto cuánto duró esta última quimera. Pero cada una de ellas deja sus tristes huellas, sus  víctimas. Una de ellas,  la  internacionalista, estigmatizó a nuestro Pata de Plomo, y él  es tan solo un ejemplo dentro de muchos similares, que algún día la historia los recogerá en sus páginas como, “carnes de cañón”, de una de las euforias de grandeza  más tristes del régimen actual.

Sirva esta página tan solo como recordatorio de esos múltiples seres que dieron sus vidas y partes de su cuerpo por ideologías equivocadas,  y tan distantes de un internacionalismo verdadero,  como el de Máximo Gómez por nuestra Cuba.

© Mario Blanco. All Right Reserved.

About the Author

Mario L. Blanco Blanco, Santiago de Cuba, 1949. Ingeniero naval. Estudió en la Politécnica de Gdansk, Polonia. Trabajó durante algunos años en el Mitrans, organismo central en la dirección de inversiones. Durante el período del 1986 al 1989 se desempeñó como Presidente del Poder Popular del municipio Plaza de la revolución en Ciudad de la Habana. Trabajó luego en el sector marítimo de la Pesca. Fue director de la empresa de Tintorerías y Lavanderías de Ciudad de la Habana. Reside en Montreal, Canadá, desde 1997.

Leave a Comment