Literatura. Crónica. Por Mario Blanco… Cuan lejanos estaban aquellos jóvenes estudiantes que viajábamos a Europa en la cubierta de los barcos, entonces soviéticos, de la fecunda historia de Constantinopla, esa ciudad que abría sus brazos y nos dejaba circular por sus aguas en el Estrecho del Bósforo, para que disfrutáramos de su belleza.
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