Escribir para crear es uno de los retos más difíciles del compromiso humano con la vida; es romper la barrera de la lógica corpórea para entrar en el otro mundo de lo imaginario. Es una aventura, a veces descabellada, que solo se puede asir, aprehender, en la perspectiva de los sentimientos y la magia de lo mistérico. Más cuando el hecho implica una existencia dedicada a ello. Más de 50 años escribiendo es, entonces, un enorme esfuerzo en busca de la trascendencia; el esfuerzo de una historia dedicada a la sensibilidad de uno mismo y del otro que nos lee.
En este caso, el esfuerzo y la historia de que hablo es la gran aventura de una mujer que lo ha dado todo, que lo ha apostado todo a la belleza del alma en aras de reconocer y satisfacer los sueños muy íntimos de los seres humanos.
Por esta razón sensible, hoy Palabra Abierta se llena de regocijo en este breve homenaje a Carmen Alea Paz, una mujer que, en mucho, a sus 85 años siente y piensa aún con la lozanía imperecedera de la verdadera creación literaria.
Querer agotar aquí —desde una perspectiva crítica— el quehacer de Carmen, sería una tarea ingente que iría más allá de esta edición especial; sería —dicho de una manera popularmente cubana— pretender “meter La Habana en Guanabacoa”, o lo que sería decir: introducir un cántaro de agua en un simple y pequeño vaso. Habría que hablar, por tanto, del exilio, incluso, histórico, de la poesía en lo cubano, del hecho social y político, de lo metafísico y lo histórico, de las posibilidades reales del amor por la isla, sin ningún tipo de intención de ser centro del mundo (o lo que sería igual a que la isla no sea el ombligo del mundo), y sí habría que hablar de cómo Carmen y su obra es un conjunto conceptual de humanismo que se va hacia el orbe y hacia la misma imaginación del hecho humano.
Su poesía, sus relatos y novelas, sus artículos críticos y hasta sus traducciones trazan estas coordenadas; y de hecho, han resistido el paso del tiempo; o mejor, el transcurso de las épocas. Ha sido toda una gesta y una cronología dedicadas al amor por la vida y a la inteligencia del corazón, algo así como expresar esas fibras inquietas de todo ser que quiere darse, y se da en una diversa resonancia de matices humanos, de ternuras y asombros, de drama y humor, lo que nada más es permisible a esas personas que saben y suelen hacer del sufrimiento y el gusto de vivir una transformación hacia un nivel siempre más legítimo, esencial y sublime de la subjetividad y la experiencia humanas.
Todo buen escritor tiene su hora, su momento de reconocimiento, y Carmen Alea Paz, aun cuando no ha sido lo suficientemente valorada, y aun cuando ella misma no lo ha pedido nunca, debido a su humildad en lo personal, sí tengo que decir que nos entrega su anima per se en cada uno de sus trabajos y, por ende, dignifica el espacio de Palabra Abierta y también la receptividad y confianza de aquellos que la hemos tenido en cuenta.
Tanto a Constanza Révérend -su amiga colombiana y crítica literaria que se ha adentrado en su obra- como a mí, que escribo estas palabras, y asimismo a otros creadores, y sin duda alguna, entre tantos, al compositor clásico y cubano Aurelio de la Vega, quien tan apegado a ella ha vivido siempre; tanto a nosotros, todos, los que la hemos conocido y querido, nos da una enorme satisfacción el hecho de regalarle este sueño en forma de un sencillo homenaje, puesto que además, esta escritora, más que cubana, hispanoamericana y universal, se merece un reconocimiento internacional.
Carmen -tan ligada a su esposo Carlos Paz, alguien que al envés de lo que ha sucedido en la historia literaria de otros escritores hombres, que detrás de ellos ha existido una mujer inmensa-; Carlos, repito, ha sido uno de sus sustentos, el mayor y más vital, que la ha apoyado siempre para que ella haya podido realizar su labor creativa. En este sentido, Carlos -entre bambalinas- se ha fundido como un puntal básico en la proyección literaria de Carmen; ha sido (y es) ese ser aparentemente invisible y sensible que cuida sus pasos.
Por último, quiero darle las gracias a Constanza por haberse constituido en animadora y precursora de nuestro proyecto, que con sus ideas y escritos, se propuso junto a mí dar forma y contenido a esta edición especial —como en un sueño, sí— en un sencillo homenaje a Carmen Alea Paz. Porque toda obra, o conjunto de obras, toda creación genuina, es un sueño no menos real que nuestras propias existencias.
ÍNDICE
- EDITORIAL. POR MANUEL GAYOL MECÍAS
- PREÁMBULO. POR CONSTANZA RÉVÉREND
- CARTAS DE ESCRITORES A CARMEN ALEA PAZ
- TEXTOS DE CARMEN ALEA PAZ. SELECCIÓN
- Poesía
- Relatos
- Novela
- ARTÍCULOS CRÍTICOS
- TRABAJOS SOBRE CARMEN ALEA PAZ. SELECCIÓN
- Crítica
- “El caracol, el tiempo y la esperanza, de Carmen Alea Paz”, por Manuel Gayol Mecías
- “Carmen Alea Paz y sus “Labios sellados“, por Maria Argelia Vizcaino
- “Carmen Alea Paz, desdoblamiento de un ojo inverosímil”, por Manuel Gayol Mecías
- “Carmen Alea Paz y sus novelas Labios sellados y Casino azul, por Herminia D. Ibaceta
- “Casino azul [novela], de Carmen Alea Paz: crisis y suicidio existencial, por Constanza Révérend
- “El caracol y el tiempo, de Carmen Alea Paz”, por Asela Gutiérrez Kann
- “El caracol y el tiempo, de Carmen Alea Paz”, por Luis Mario, en Diario de las Américas
- “El caracol y el tiempo, poemario de Carmen Alea Paz”, por Luis Cruz Ramírez
- “El veranito de María Isabel y cuentos para insomnes rebeldes, de Carmen Alea Paz”, por Hannelore Halm
- “El veranito de María Isabel y cuentos para insomnes rebeldes, de Carmen Alea Paz”, por Josefina Leyva
- “El exilio cubano en la novela Labios sellados, de Carmen Alea Paz”, por Rubén Benítez
- Crítica
Carmen Alea Paz (La Habana, Cuba). Narradora y poetisa, traductora, conferencista y profesora de idiomas. Cuenta con una maestría en lengua y literatura española e hispanoamericana. Ha sido profesora de español y literatura de la Universidad de Northridge. Ha recibido premios y menciones tanto en Cuba como en Estados Unidos. Cuentos, artículos y ensayos suyos aparecían con frecuencia en importantes revistas y diarios cubanos de la década de 1950, tales como Lux, Carteles, Vanidades, Colorama, Patria, Bazar, así como en los periódicos Avance, El País, El Mundo y Diario de la Marina. Su sección “Disquisiciones femeninas”, que publicaba el semanario dominical El País Gráfico tuvo una gran aceptación de lectores en aquellos tiempos. Asimismo fue colaboradora oficial de la popular revista habanera Romances. Ha publicado varios libros, entre ellos, El caracol y el tiempo (Poesía, 1992); El veranito de María Isabel y cuentos para insomnes rebeldes (Novela y cuento, Miami, Editorial Ponce de León, 1996); Labios sellados (Novela, Premio Internacional “Alberto Gutiérrez de la Solana”, del Círculo de Cultura Panamericano 1999, 2001); Casino azul (Novela, Universidad Autónoma de Baja California Sur, 2004); y más recientemente Risas, confeti y serpentinas, una historia familiar. Reside en la ciudad de Northridge, California.