Raúl Castro impide el desarrollo turístico

Política. Economía. Crítica. 
 Por Roberto Alvarez Quiñones.

La Catedral, zona turística de La Habana. Creative Commons.

El régimen de Raúl Castro, ahora con un gobierno administrado (no dirigido) por el civil  Miguel Díaz-Canel, al fin admitió  que la llegada de turistas a Cuba cayó en el primer semestre, en vez de aumentar como se vaticinaba.

Entre enero y junio, el flujo de turistas a la isla se redujo en casi un 6% con respecto a igual período de 2017. Viajaron a Cuba 152,354 turistas menos que en igual período de 2017.

No obstante, por razones políticas un vocero oficial, José Luis Perelló, se mostró optimista de que el país este año implantará un nuevo  récord de cinco millones de visitantes. Otro funcionario, Michel Bernal, explicó antes que el optimismo se basa en que el país dispone “este año de un producto turístico competitivo en comparación con la región caribeña”.

Doblemente falso. No hay tal optimismo, y  la oferta turística cubana es muy inferior a la de los restantes países del Caribe. El descenso ocurrido ha alarmado a la cúpula dictatorial, pues se produjo fundamentalmente en la “temporada alta”, la de mayor flujo de vacacionistas que van al Caribe huyendo del frío en Europa y en América del Norte.

En junio comenzó la temporada baja, y es muy difícil que se pueda recuperar la caída del primer semestre. Y el descenso no solo vino desde EE.UU., como enseguida dijo Granma, que acusó a Washington de desestimular los viajes a la isla. El desplome fue global. Desde Italia la caída fue de -21%, Alemania -15.5%, Gran Bretaña -9% -21% y desde Canadá, el mayor emisor de turistas a Cuba, el descenso fue de -8%.

Los turistas no tienen en qué gastar el dinero

Creative Commons.

Pero al margen de las cifras, el problema es que en La Habana siguen sin entender que lo importante  no es que lleguen más turistas, sino que gasten más dinero. Ahí se encuentra el detalle, como diría el genial Cantinflas.

El castrismo sufre  el agotamiento definitivo del inviable modelo estatista, que ha sumergido al país en una masiva crisis socioeconómica, ya sin recuperación posible por la devastación en Venezuela, el fin del “deshielo” Washington-La Habana y el repliegue del populismo izquierdista.  Como resultado, hay cada vez menos oferta para los turistas y estos obviamente gastan menos dinero. No tienen cómo gastarlo. Claro y si encima van menos turistas todo se agrava.

Pues bien, pese a estos truenos del  hundimiento de la economía estatal, el gobierno bloquea toda posibilidad de que haya un sector privado en el país.

El resultado es que en 2017 en Cuba el gasto por turista fue de $577 dólares, según datos oficialas, uno de los más bajos del mundo. Ni  siquiera llegó a la mitad del promedio internacional, de $1,250 dólares reportado por la Organización Mundial de Turismo. El gasto por turista en Cuba baja en vez de subir. En 2017 fue de $56 menos que hace cinco años ($633 en 2013).

Sin embargo, con 4.5 millones de turistas que gastasen $1,250 dólares per cápita, Cuba recibiría $5,625 millones, más del doble que los ingresos actuales.

En República Dominicana el gasto de cada uno de los 5.9 millones de turistas recibidos en 2017  fue de $1,147 dólares, según el Banco Central dominicano. Si un turista en lugar de viajar a Cuba elige  a Dominicana gasta allí el doble de dinero, siendo un país mucho más pequeño. En 1958 solo La Habana  recibía ocho veces más turistas que toda Dominicana.

En fin, como Cuba fue “liberada” por los Castro hoy tiene que importar hasta frutas frescas irónicamente de su vecina Dominicana para poder abastecer los hoteles, pues la isla hoy produce menos alimentos que hace 60 años. Parece un cuento de ciencia ficción en el que todo va hacia atrás en vez de hacia adelante.

Salen del país 65 centavos de cada dólar

Raúl Castro. Foto tomada el 15 de enero de 2008. Autor: Valter Campanato. Agencia Brasil. Creative Common.

Otro azote gravísimo derivado de la incapacidad productiva castrista es que del bajísimo gasto de $577 por turista se van al  extranjero entre $346 y $375, porque el país produce muy poco y tiene que importar entre el 60% y el 65% de lo que necesita el sector turístico para funcionar. De cada dólar recibido se esfuman  hasta 65 centavos.

En otras palabras, es inútil la estrategia raulista  de querer llenar los hoteles si antes no se enfoca en los dos objetivos clave: 1) elevar el gasto por turista, y 2) reducir ese increíble  65% de componente importado en los costos de dicha industria.

Pero con Raúl Castro al mando del país, ello no será posible. Y si no se liberan las fuerzas productivas y se crea un sector privado fuerte, la industria turística no solo no va a seguir creciendo, sino que va a declinar.

Con el ingreso neto ($202-$231) por turista de hoy al país tendrían que viajar 15 millones de vacacionistas para obtener entre $3,030 y $3,465 millones de dólares netos.  Y aun así recibiría menos de la mitad del dinero que hoy le llega a Cuba neto  desde EE.UU. en remesas, paquetes y dinero en el bolsillo de los cubanos que viajan a la isla ($7,000 millones en 2017).

Peligra el atractivo del bajo costo

Hay un tercer escollo funesto. Al importar hasta dos tercios de los insumos necesarios para el turismo, los precios vacacionales van subiendo debido a la inevitable inflación en el mercado internacional. Y claro, el Estado  le pasa la inflación importada a los precios de hospedaje, restaurantes y otros servicios.  Poco a poco la oferta turística cubana puede ir perdiendo uno de sus mayores atractivos, su relativo bajo costo. En otras naciones competidoras los precios no suben a igual ritmo que en Cuba, pues producen más e importan menos insumos.

El otro atractivo del que habla el régimen, el de la seguridad, no cuenta. En todo Estado policial la seguridad es lo que sobra. ¿Puede haber un turista más seguro que el que visita Corea del Norte?

Por último, hay un cuarto factor que aunque positivo para el país, la cúpula castrista lo ve como una amenaza y le hace la guerra. Muchos turistas prefieren hospedarse en casas privadas en vez de hoteles. Hay unas 21 mil casas que los hospedan. Ahorran dinero, se mueven más libremente, comen en “paladares”  y se acercan más al cubano de a pie.

Sin libertad económica no hay turismo en grande

Casa típica en Candelaria.

Por eso, la dictadura decidió desde agosto de 2017  suprimir la entrega de nuevas licencias para el hospedaje de turistas en casas particulares, y para  servicios gastronómicos en cafeterías y restaurantes privados. Y hace unos días anunció que quienes rentan habitaciones o casas a turistas ya no podrán ofrecer desayunos y comidas a sus clientes. El cliente tiene que ir a comer fuera.

Obviamente el emporio turístico de los militares no quieren competencia que le reste clientes a sus hoteles y restaurantes (prácticamente  todos los del país). Ellos están conformando un capitalismo de Estado solo para los militares y las fuerzas represivas, y no para el resto de la población, cada vez más sumergida en la pobreza y la desesperación.

Para evaluar  el freno que significa el raulismo para el desarrollo del turismo los invito a imaginar un escenario sin dictadura. Cuba podría estar recibiendo no menos de 15 millones de turistas, casi tres veces más que Dominicana. Principalmente desde EE.UU., a solo 140 kilómetros de distancia, y porque la economía cubana estaría muy ligada comercial y financieramente a su vecino norteño. Además, ir a La Habana siempre estuvo de moda en ese país y así lo reflejaba Hollywood.

Si cada hipotético turista gastase $1,250, Cuba obtendría  $18,750 millones, o tal vez hasta $25,000 millones. El castrismo nunca ha visto tanto dinero junto. Y ese sería solo el ingreso por turismo.

Hay que tener en cuenta que el turismo es la principal actividad económica de decenas de países. Además, en todas partes, crea empleos, incrementa el PIB, el comercio minorista, mejora la infraestructura vial y hotelera, etc. En México, nueve  millones de personas trabajan directa o indirectamente en el turismo.

En cuanto a las presiones de Washington para que sus ciudadanos no viajen a la isla, es necesario verle la otra cara, la que esconde el régimen: si en Cuba hubiese democracia, un Estado de derecho, y libertad económica,  no habría presiones,  ni embargo, y sí millones de turistas estadounidenses (a 40 minutos en avión) gastando a manos llenas en las playas y ciudades cubanas.

Moraleja: Raúl Castro y su Junta Militar, y nadie  más,  son quienes le ponen techo al turismo en Cuba e impiden su desarrollo natural.

 

 

 

©Roberto Alvarez Quiñones. All Rights Reserved

 

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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