¿Qué sería de mí?

Written by on 28/07/2014 in Critica, Literatura - No comments

Literatura. Crítica.
Por Blanca Acosta…

Pedro Luis Ferrer

 Conste que escribo esta breve viñeta con la misma pasión que me embarga cuando estoy escribiendo en español una obra maestra antes escrita en inglés o francés. Siento un escozor en los dedos que me impide separarme del  teclado.

Conozco a Pedro desde que decíamos: “A los cuarenta años, cuando seamos viejos…”. Quisiera haberlo conocido adolescente. Nuestra generación tuvo su adolescencia y madurez temprana en períodos más coercitivos que hoy; por supuesto no quiero decir que no haya coerción. En aquel momento, Castro se sentía seguro con su respaldo de la Unión Soviética; ahora, en su declive permite cualquier cosa que no amenace  al régimen. No me imagino al valiente y rebelde  adolescente Pedro Luis ante la prohibición de escuchar “música extranjera”; la música es su vida.

Para que el lector recuerde el contexto, Papito Serguera prohibió a Silvio en los programas televisivos. Si Silvio tenía 20 años, Pedro tendría quizás 15.

¿Qué sería de nosotros sin “La vaquita pijirigua”, “Mariposa”, “Romance de la niña mala” o un poema de Martí  en arpegio de guitarra?

Pedro Luis Ferrer proviene de una familia culta  de tradición popular, justicia social y humor de pueblo. El mismo ha narrado cómo su padre era repentista, y el “Romance…” es un poema de su tío Raúl Ferrer.

Pedro compone una guaracha o una sofisticada canción; todas de cubanía plena.

Su familia creía en  la susodicha Revolución cubana; él también. Puedo decir, porque el documento está en mi poder, que cuando lo perseguían por disidente, escribió: “De rodillas ante ti, 26”. De ahí venía su disgusto. La castrocracia estaba destruyendo algo que él amaba.

En aquellos lejanos años que miro a través de las almenas de mi memoria, Ferrer podía participar en el concurso de guitarra clásica de la Casa de las Américas, que ganó una vez no me acuerdo en qué año, pero la burocracia estúpida solo lo programaba en sitios como  la Casa de la Cultura de Arroyo Naranjo; esto no es una imagen. Yo estaba ahí, en un tugurio oscuro, sucio, roto,  viejo y sin condiciones acústicas ningunas, tres gatos y dos amigas suyas, una de ellas yo.

En aquellos años las vacas sagradas, y las no tan sagradas por lo mediocre que son como músicos, recorrían el mundo; eran conocidos en el mundo occidental. A Ferrer le importaba un bledo; lo de él era la música y su valiente integridad.

Esto no debe extrañarnos, ¡tanto talento callado y mutilado en el comunismo internacional!  Esa represión continúa; en Cuba,  que de abolengo tenía pensadores y artistas de talla mundial. Hay intelectuales y artistas chinos que con esa magia para las artes que tienen por nacionalidad e historia[1] viven en prisión domiciliaria. El inolvidable “bird nest” de las Olimpiadas lo diseñó un rebelde incluso con cierta apariencia física y grupo etario de Ferrer, Ai Weiwei: Never Sorry. No por esa hazaña y alarde de creación ha dejado de ser perseguido.

Pedro Luis educó sus hijas en la misma rectitud moral de él y parece que también en la música.  Lena  canta hoy día con su padre con el mismísimo timbre de voz. Su padre le abrió el camino a base de olvido, vejaciones y ausencias.

Hace muchos, muchos años, no lo he visto pero me atrevo a pensar que sigue siendo la misma persona integérrima que conocí[2].

El otro día estaba tarareando “Mario Agüe” y me percaté de que a Pedro las vacas sagradas han tratado de callarlo no solo porque es una persona muy digna y no le huele el trasero a nadie, no solo porque dice lo que piensa. Ninguno de ellos tiene a la vez la voz de Pedro, una guitarra de Andrés Segovia y la calidad de un versátil  compositor.

Creo que donde le puso la tapa fue que Celia Cruz cantara la canción antes mencionada. Ese honor no lo ha tenido ninguna de las vacas sagradas.

St. Louis, MO

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Notas:

1) Crearon la pólvora pero no para la Guerra, sino para hacer los inigualables fuegos artificiales.

2) Cuando ha cantado en los Estados Unidos no lo ha hecho en San Luis, Misuri, y no he podido ir a un concierto de él.

Blanca Acosta

 

 

 

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About the Author

Blanca Acosta. Profesora y editora cubana. Fue editora en la Editorial José Martí, en La Habana, Cuba. Traductora literaria con dos premios, uno de la UNEAC y otro de la American Literary Translators Association; y también se ha dedicado siempre a la crítica literaria y teatral. En Estados Unidos trabajó como editora de prensa en la Universidad de Arkansas. En esa misma universidad, en Fayetteville, enseñó español y asimismo trabajó en los laboratorios de escritura de ese alto centro docente (1996 – 2000). A partir de ese año 2000, y hasta 2004, fue profesora en Tougallo College, en Jackson, Missouri. Desde el 2011, y hasta el presente, trabaja como profesora en la Lincoln University of Missouri, en Jefferson City.

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