“Olancho café”, de Rebeca Ulloa

Written by on 01/07/2014 in Critica, Literatura - No comments

Literatura. Crítica.

Por Julio Benítez…

Olancho Café

Olancho café no es una simple colección de anécdotas o retratos costumbristas. La pluma de Rebeca Ulloa nos sumerge en la aventura de sus propias experiencias en las tierras norteamericanas  luego de sus múltiples desempeños, primero en la radio en Cuba  junto a sus acercamientos literarios que se enriquecieron después, cuando emigrada en Colombia, se ocupó de los asuntos de la radio difusión y la estética de la comunicación como profesora universitaria y su labor como escritora y coautora junto a Arístides Pumariega.

Rebeca Ulloa

Este conjunto de relatos demuestra que su talento como guionista y crítica le ayudó indudablemente a atrapar el destino que para muchos de nosotros termina en esta gran nación. Gracias a esta colección, Rebeca nos permite saborear la ciudad de Miami en lengua española desde la perspectiva no solo cubana, sino también desde las experiencias de los muchos inmigrantes que en ella radican.

Ya lo indicó antes Camina Pellitero, quien al mencionar el lenguaje de su autora lo califica de: “Claro, sencillo, natural, asequible a todos”. Pero esa opinión no es suficiente para valorar el estilo que se expande por sus diez cuentos.  Para mí la contemporaneidad del lenguaje y esa sencillez que se ha señalado le ameritan, no le quitan mérito. Se va directo al grano como gusta al lector actual aunque para ser sinceros hay determinados momentos en que lo anecdótico sobresale frente a la ficción.

Carmén Gonce,  nos dice que “quizás no todos los caminos conduzcan a Miami […]”, pero sí su Olancho café. Porque efectivamente la colección centra su atención en un lugar específico que viene a ser el megapersonaje, abarcador de las situaciones, y los personajes que ahí se describen.

Esta prologuista también menciona la coautoría de Arístides Pumariega, uno de los más importantes caricaturistas de Latinoamérica y quien enriquece el libro con una serie de ilustraciones que parecen haber estado en el ambiente señalado y que le darán a Olancho Café un toque particular.  Efectivamente la galería de caricaturas ambienta la colección, aunque el foco principal de nuestro acercamiento esté más que nada en las narraciones de Rebeca Ulloa.

El primer cuento, “Ay…ay…Carola”, ostenta la marca profesional del guionista, que maneja el diálogo y que bien aplica en este caso Rebeca a la historia ahí descrita. Así comienza el relato con una  plática entre Rolando y la Doña que es un personaje que se repite como coordenada unificadora de los distintos cuadros o historias de Olancho Café.

No estamos en ese cuento únicamente frente a una historia de amor centrada en un lugar donde los pedidos y las botellas “vienen y van”, porque sabemos del tema gracias a cómo Ulloa juega con los párrafos de la narración más estricta. Para lo relacionado con esos sitios donde los clientes se solazan al salir del trabajo y donde la gente se conoce y las cervezas y los coqueteos complementan el ambiente, no es nada raro. Se nota que el lugar no es exactamente un círculo de clase alta, sino de gente humilde, y allí Rolando y Carola desarrollan su trama amorosa contada por el narrador hábilmente, establecido desde la Doña, y una especie de tercera persona con el que juega Rebeca. Asimismo nos sorprende esa definición sicológica tan ingeniosa que encontramos al final, cuando el diálogo vuelve a protagonizar la narración.

Entre “Novelas y Cervezas” no sólo es el segundo cuento, sino que se convierte en estampa de los avatares de los emigrantes hispanos establecidos en los Estados Unidos. Hay un claro referente a Miami y la costa este; pero con vasos comunicantes a otros lados del país adonde se reúnen los nacidos bajo la lengua española. Muy dinámico el  diálogo va recreando las diferentes odiseas de los que llegan por tierra o mar e incluso, el infame tren que atraviesa México con emigrantes de varios países incluidos.

La tragedia está en el aire y la muerte de un familiar cercenado por el monstruo ferroviario. Hay momentos en que parece una estampa más que un cuento en el sentido tradicional pero eso no le resta mérito, principalmente por el dinamismo del diálogo y lo que en ello se cuenta. Entonces pudiera indicarse que una corriente paralela, de intensidad y  expectativa nos explica los hechos: .”Subes o no subes. Solo a veces cuando se le paga mucho al coyote…ah, entonces sí negocean con los del tren, pero en mi caso no había ese dinero:” Y luego vendrá en el momento en que la resolución parece la mejor opción ese momento tenso entre la Doña y el emigrante que relata su tragedia.

“—Y entonces…?

—El tren lo partió en dos”.

En Olancho café se nos aparecen también los soñadores y mentirosos profesionales como Eddy Fantasy, al cual interpelará Aristónico, quien le pregunta la tanta veces repetida pregunta sobre la nacionalidad que en este caso es la cubana. La presencia de ese individuo que parece todo lo mendaz y fantasioso que se puede ser. Su promesa de heredar  bienes y dinero a los amigos se rompe porque su enfermedad incurable encuentra solución.  La sorpresa que es parte de la técnica que utiliza Ulloa vuelve a jugar una mala pasada a quienes soñaban con recibir algún bien del amigo. Eddy no muere gracias a la tecnología que salvará la vida a este pintoresco personaje.

Se vuelve al tema del emigrante, en “El que come baleada está en la jugada”, y ahí el diálogo habla por sí solo, porque salvo algunas notas ese es el recurso principal de toda la narración en la que se podrá mencionar desde el tener  o no tener papeles gracias a la [Ley] Nacara y las indagaciones propias de los que nos mezclamos en estas ciudades como Miami, Los Ángeles o New York. Se describen platillos propios de nuestras culturas como baleadas, croquetas y se enumeran las nacionalidades de nicaragüenses, así como de los provenientes de otros países: “…él es de Honduras… y aquél es de Guatemala y el otro es mexicano”. Luego se procede a la descripción de oficios y a lo de la baleada, un plato catracho, que viene a ser una especialidad del lugar porque tiene que rendir tributo al nombre de Olancho, que es un lugar de Honduras.

Ya visto el siglo XXI, no me sorprende el cuento “Artemisa y George”, en el que Rebeca nos sumerge en la historia de amor y matrimonio de una pareja gay, en la que un transexual está oculto en el nudo del cuento, pero que ya visto el desenlace gracia a las palabras de George se cierra nuevamente con una sorpresa que de esta manera nos explica todo el ambiente de fiesta que abarca el café, los amigos y ese lugar bautizado por la autora  como el sitio “donde soñar no cuesta nada”.

Antes de pasar a otro relato, citemos ese momento que nos descubre la identidad de Artemisa, quien celebró sus nupcias en medio de los asiduos de Olancho:  “Si viviéramos en Suecia, en Washington, o en New York… y al preguntarles si están dispuestos a estar juntos en las buenas y en las malas, llamarlos por sus verdaderos nombres: Alberto y George”.

Entre los cuentos propiamente dichos que me llamaron más la atención se encuentra “La baronesa del Olancho”: Quizá porque la historia en sí me parece más centrada en un personaje con la carga que lleva en sí misma como es también en el caso de “Eddy Fantasy”.  La aristócrata, o al menos la ilustre mujer es presentada con frases nada grandilocuentes cuando se la caracteriza como alguien falta de afecto buscando que se creyera en ella. Quizá ella simboliza esos seres de la tercera edad, que solitarios acuden a buscar la compañía que les falta, y que se aproxima a un lugar como el café descrito “como suelen llegar los demás clientes, por pura casualidad.

Tiene fuerza este personaje, y no es solo el diálogo, sino otros detalles que la narración utiliza con facilidad para fluir lo contado  No hay sorpresa en el final si tomamos en cuenta la edad de quien no acepta caballerosos ofrecimientos para acompañarla cuando lo necesitaría. Y digo esto porque todo el misterio de la baronesa se resuelve cuando ella nos confiesa que no acepta esa protección porque su mente, ya cansada, le jura a la Doña que su esposo, ya muerto, lo espera en una esquina cada día.

EL último de los cuentos actúa como una especie de resumen, como si todo el conjunto de relatos fuera una expresión parcelada de una novela de ambiente dividida en los capítulos que forman cada cuento o estampa.  Lo cubano más que nada toma precedencia sobre otras nacionalidades. El exilio si se puede llamar así a la mayoría de los emigrantes que han llegado de esa isla, en los últimos años pasa por lo anecdotario, contado con fluidez y en ocasiones hasta con el humor que falta para describir situaciones como las descritas en “Todos los caminos conducen a…”.

Porque aquí, en ese café, se reunirán los que salieron de Cuba “En balsa”, explicado el hecho con cierto humor cuando se enreda el asunto con la versión del individuo que dice haber vivido cinco años en Hungría y, por supuesto, la burla y la chanza criolla se vuelca contra el hombre que fue enrumbado hacia Europa y que por fin arriba a Miami. Y luego aparecen los que llegaron en llantas de camión o en un crucero. La tragedia que ha dejado tantas víctimas no se explica con lágrimas, porque se comparan situaciones como la del mexicano que se queja del “Ajuste cubano” y otros detalles.

Ese último momento se enriquece con la relación de escapadas, y de las odiseas que pudieron empezar en Argentina u otras tantas vías que han utilizado muchos emigrantes, pero concentrados mayormente en los cubanos. Así parece que se ha llegado al testimonio que Rebeca con buen nivel literario comparte con nosotros.

En este último relato parece como si Olancho, el café, se convirtiera en un punto de convergencia, en los caminos que conducen a Miami. Leerlo puede ser una experiencia enriquecedora para cualquier persona interesada en conocer los avatares de sus connacionales y los de otros hermanos latinoamericanos que vienen a este país a encontrar lo que les fue negado en su patria de origen, dicho esto no como cliché, sino gracias al testimonio de una escritora cubana que se sumerge en el punto tan complicado de la emigración y sus connotaciones más allá de nuestra tragedia nacional con gracia y estilo.

[Este trabajo crítico fue enviado por su autor especialmente para Palabra Abierta]

 

Julio Benítez

 

 

 

 

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About the Author

Julio Benítez. Escritor cubano. Asesor literario y profesor de la Universidad Pedagógica de Guantánamo, Cuba. Actualmente es maestro en Los Ángeles, California. Obtuvo premios nacionales como narrador en los concursos Rubén Martínez Villena, Frank País y el Regino E. Boti así como distinciones en poesía y crítica. Ha publicado "La reunión de los dioses", Cuba (cuentos, 1991). En USA, "El rey mago" (poesía 2007) y la novela "La reunión de los dioses" (2007). Su obra crítica se encuentra en publicaciones de Cuba y Los Estados Unidos. Miembro del consejo editorial de la revista electrónica "La Luciérnaga".

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