Los dos egos y su antípoda del alma

Written by on 04/10/2015 in Ensayo, Literatura, Promocion - No comments
Literatura. Ensayo. Promoción.
Por Manuel Gayol Mecías…
El ego y el alma

Supernova remnant. Hubble Space Telescope mosaic image assembled from 24 individual Wide Field and Planetary Camera 2 exposures taken in October 1999, January 2000, and December 2000.

Realmente, la importancia del presente, como esencia y foco del tiempo humano (y digo humano, porque también hay un tiempo para las cosas y un tiempo para los seres racionales, no humanos), está muy ligada al alma. En efecto, el alma solo tiene el pasado como memoria (como perspectiva de nuestra visión humana, pero no desde la visión del alma misma porque esta no tiene tiempo aun cuando está dentro de nosotros). Repito, del alma, nosotros vemos su recuerdo que de seguro está relacionado con su karma, con lo que vivió en otra época, y cómo fue su existencia en las eras del origen. Sí, el alma necesita del pasado para evaluarse a sí misma, y tener el sentido evolutivo de su mucho o poco progreso en su viaje hacia el Espíritu. De aquí que el pasado actúe como una conciencia imaginaria para el alma… Insisto, el alma no ve las experiencias que yo (su corporeidad) viví, no las ve como recuerdo, ni pasado, sino simplemente como algo que quedó en ella misma, una experiencia que se encuentra ya en ella a modo de lección y que la ha hecho mejorar (o empeorar, según sea el caso… En el mío, espero que sea para bien… digo).

 

Lo que sucede con la memoria imaginaria del alma es que esta no puede comunicarle al ser, al individuo —de una manera explícita, quiero decir, de lenguaje racional y lógico—, estos conocimientos del pasado porque los mismos quedan bloqueados por el ego, incluso por el ego racional18, que es moderado (el otro es el irracional) y, por tanto, es un poco más cercano para aceptar que tenemos alma (el racional, digo). El alma, como también me funciona a mí como memoria, guarda todo lo trascendente que en el mundo ha habido (cosas) y que ha existido (seres). No solo es mi almacén de los recuerdos del individuo en cuestión que he sido y que soy, sino que oculta dentro de sí misma (el alma, repito) mucho de los mitos, los arquetipos y las imágenes de la historia primordial humana. Solo cuando el ego racional logra llegar a su estado de ergo proteico19 es que se hace capaz entonces (como ego o individuo, claro) de alcanzar iluminaciones interiores que le permiten reencontrarse con escenas de mitos antiguos, o con arquetipos específicos (como por ejemplo fue el caso de Carl Gustave Jung al reconocer en un anciano que muchas veces le acompañaba —invisible para los demás— a uno de sus arquetipos).

El alma rebusca así en los niveles más profundos de una persona, y es porque el alma en realidad está compuesta por los niveles más profundos de esa persona tomada en cuenta, y asimismo del ser humano en general. En estos niveles se encuentra guardado; o digámoslo mejor, se halla oculto un conjunto misterioso (misterioso para la superficialidad de alguien, que es el ego, tanto el racional como el irracional) de hechos, situaciones, concepciones, mitos, personajes de toda la historia de la humanidad. Este nivel muy profundo del alma es el inconsciente colectivo, descubierto y desarrollado por Jung. Y por ello sabemos que el Todo forma parte de uno mismo, y que esa parte es un arquetipo; es decir, el alma de una persona es un reservorio de arquetipos, que para Patrick Harpur20 pueden ser dáimones21.

En relación con los egos y el alma, estos egos no pueden ni siquiera percibir lo que siente el alma porque ellos están envueltos en la enorme madeja del pensamiento. Y es importante reconocer esto, porque habría que hablar, por tanto, de un pensamiento negativo y de otro positivo. El positivo es el pensamiento práctico, necesario para vivir en este mundo. Lo que implica que uno pueda comer, caminar (dirigirse hacia alguna dirección, encontrarla, etc.), trabajar (cumplir con una tarea, distribuir otras, reconocer sus relaciones de trabajo, etc.); en fin, es poder seguir el orden lógico de una vida corporal, sus necesidades básicas y complejas e incluso planear determinadas cosas para realizar en un futuro inmediato y hasta mediato. Este pensamiento positivo es necesario y válido, y nos permite vivir la vida, y aun vivirla bien. El negativo es el pensamiento constante, aquel que no te permite encontrarte a ti mismo (o sea, no te deja encontrar tu propia alma) porque el alma, por naturaleza divina, es contraria a los egos, fundamentalmente al ego irracional, y este pensamiento, el negativo, es un sistema constante que te dirige, mediante voces que sin darte cuenta te están dando órdenes, te están inoculando una forma de vivir, una existencia de tener, y cada vez tener más, y es que esta manera de pensar, totalmente visceral, repetitiva, abrumadora de consumo o de enajenación totalitaria (en el caso de tener más poder, más control), casi siempre, por lo general, logra dominar la manera de pensar positiva (ya descrita). Este pensamiento negativo es la esencia del ego irracional, que en su afán de tener, de ser teniendo, poseyendo a toda costa y costo, no te permite un tiempo de reflexión, o un tiempo de descanso mental. Y así el alma queda aplastada, extremadamente oculta por tanto ruido mental negativo, y esto viene dado por el empuje del ego irracional como por la misma alma, que trata también de ocultarse para no recibir tanto daño. Aquí hay que aclarar de que existen almas débiles, que aún no han tenido la necesaria reivindicación evolutiva, y caen fácilmente víctimas del ego irracional, claudican, y se convierten en almas oscuras, siniestras, inevitablemente cómplices de las malquerencias egotistas de un tipo de individuo, que quizás en estos tiempos de supuesta modernidad (o para ser más exacto: de una artificial posmodernidad) se ha generalizado, al menos, ha contribuido, de manera alarmante, al crecimiento de la involución… Pero, ¿no podrían ser estas almas oscuras el origen de los egos irracionales? Ello sería otra historia para contar. Pero no dejo de tocar el punto por la importancia que tendría para una ontología cuántica del ser. Podría ser la historia de partículas que se disgregan en el universo, que se separan de las demás partículas contradiciendo la conexión de simultaneidad entre los cuerpos. Estas almas oscuras muy bien andarían vagando aisladamente por el espacio. En fin, sería tema de otro libro.

Bueno, esto ha sido en el caso del pasado y la supuesta memoria del alma (desde mi perspectiva, claro) en relación con los egos que le corresponden. Pero también tendríamos que mencionar qué pasa con el alma y el futuro, si sabemos que el futuro es una de las armas más efectivas con que cuenta el ego irracional. Por tanto, en esencia, el “futuro” es promesa, ilusión y banalidad cuando se trata del vano “tener” egotista.

Por lo mismo, cuando el futuro no es práctico, cuando no cumple con las funciones necesarias de un ego racional, entonces ese futuro, constantemente ilusionista, podría llevar al alma a un ámbito de inexistencia, o cuando menos a sentir una extremada  incertidumbre. En este sentido (el de la incertidumbre), chocamos con la pérdida de la realidad para conocer el destino, y de hecho el alma se puede falsear, la ilusión cotidiana y vana, como incertidumbre, hace que el ego irracional quiera empedernidamente conocer su futuro, pero lo peor de todo es que se trata de conocer el futuro que ese ego desea tener. Y más bien lo que sucede es que el ego irracional trata de crearse un futuro que es pura ilusión, que está llena de promesas que nunca tendrían por qué cumplirse. De aquí que la persona, impelida por la irracionalidad egotista, busca conocer o vivir para un futuro y, mientras, se estanca en su evolución. Y es que el ser humano si realmente conociera el futuro no podría evolucionar, no tendría por qué evolucionar. Por ejemplo, que le digan el futuro a uno —cuestión esta de la que siempre he dudado— es algo que no se puede producir, que no puede pasar, por cuanto ello —si fuera cierto— interrumpiría la evolución: no tendríamos para qué evolucionar si conociéramos el destino final de nuestra vida, creo que ya lo dije. Lo que en verdad nos mueve hacia adelante es tener sentido del presente, además de la duda imaginaria, que nos está asediando siempre, en relación con lo que hemos hecho o hemos sido en el pasado. Lo que vamos a hacer y ser en un futuro no tiene sentido porque el futuro lo más que puede y debe ser es una ilusión. No está dentro de la verosimilitud corpórea (realidad trágica para los egos) ni dentro de la verosimilitud imaginaria que le ocuparía ya al alma, en su andar hacia el Espíritu.

Alma y espíritu

Alma y espíritu.

El alma iluminada, así, solo se encuentra en el presente, en espera siempre del estado del ego racional en ergo proteico. Ya en este estado de energía ambarina el ego racional se dejaría llevar hacia el alma, y, por su parte el ámbar (que es la energía que llena el estado de ergo proteico y asimismo impulsa hacia la Imago) la seguiría llevando, de manera gozosa, hacia el Espíritu.

El ego racional es una superación de lo primitivo, de aquella conciencia comunal que no podía más que pensar constantemente (en vez de sentir), pensaba de una manera muy pacata y tonta, por lo cual no avanzaba. De pronto el ser humano se va individualizando, intentando desenfrenadamente romper lo colectivo, mediante etapas históricas que fueron produciendo saltos, de esta manera se fue resquebrajando la zonza, insípida y dogmática conciencia colectiva. Este principio de su surgimiento, como conciencia individual, irracional, fue positivo porque sacó —como ya he dicho— al ser humano de su pereza mental colectivamente subjetiva, pero además, y muy importante, del dogma de “lo totalitario”. Fue un paso de avance en la evolución humana. Ya lo he repetido en otros momentos (y sigo insistiendo en ello, por su importancia): esta conciencia colectiva se ve frustrada, interrumpida, en su control de la tribu, por la irrupción del pensamiento individual, de un ego racional de tendencias a la comprensión y moderación de las decisiones; es realmente un ego inteligente, que se busca a sí mismo para ser pero que nunca intenta (ni puede) perturbar a los demás; es el primer ego limpiamente razonador que surge, que en ese tiempo se convirtió en un gran salto de la inteligencia humana, pero también de la evolución que va de la materia al Espíritu. Después vino el ego irracional (que fue la deformación del racional) y se hizo nefasto para el mismo progreso humano, debido a que primó el egoísmo, la ambición, el salvajismo mental de tener poder, pues lo llevó a separarse de la cohesión socialmente necesaria (y no estoy hablando de socialismo ni de comunismo, que conste, que son dos campos sociopolíticos en los que se desarrolla mucho la irracionalidad de las personas, sujetas y amamantadas por un Poder superirracional; estoy hablando de la necesaria comprensión humana que hace falta en una sociedad para que esta avance como grupo a la par de que sus individuos, o sea, para que las fuerzas vivas de esa sociedad también den pasos adelante y puedan conducir lo colectivo hacia grandes momentos de la evolución. De esta manera, con la evolución (y me refiero a la Chardiana22, de la materia al Espíritu, y no a la darwiniana) lo colectivo, lo social, se renueva, se mejora en su Anima Mundi. Y es porque ese origen del alma, del verdadero ser, se vuelve a buscar en sí mismo pero con la fija idea de que se va a encontrar de otra forma más inteligente, más apasionada, más cambiada y diferente, de una manera en que los mitos, los arquetipos, los sueños se van a divinizar y van a formar parte real de nuestra vida cotidiana.

18 El trato que le doy al ego racional (así como a su hermano opuesto: el ego irracional) podría tener aristas coincidentes con el “egoísmo racional” de Ayn Rand (creadora del objetivismo filosófico) que se plantea que “la búsqueda del propio interés es siempre racional”, como un “punto de vista normativo del egoísmo”. “Y propugna como conducta virtuosa el que cada individuo tenga como fin de su vida la satisfacción de sus proyectos racionales [lo que también significa la búsqueda de la felicidad por y para sí mismo], sin violentar los derechos racionales de los demás ni aceptar que se violenten los propios” (Consúltese “Egoísmo racional” en Wikipedia y también a la filósofa estadounidense Ayn Rand, ambos mediante Google). Pero creo que solo es eso: algunas que otras coincidencias, a las que llegué sin que antes hubiera conocido a la mencionada autora, por aquello que ya José Lezama Lima había descubierto cuando hablaba de los “enlaces ocultos”. En esencia, y resumiendo por el momento, mi ego racional está encaminado a una relación profundamente existencial (por la parte humana, en el que hago contacto con la ética, la poesía, las artes y la filosofía existencial, entre otros aspectos) y en otra relación directa con lo divino, en su relación armónica con el alma (por lo que atañe a lo espiritual, en lo que considero la otra parte de la realidad como son lo metafísico, lo místico, lo fantástico como imaginario, la amplia dimensión de la Imago y la alta posibilidad evolutiva de lo espiritual, entre muchas esferas más que conforman la imaginación). Por tanto, a lo largo de este libro, y quizás de otros próximos volúmenes, estaré usando y ampliando mis propios conceptos, ya lanzados al ruedo, de “egos racional e irracional”. Un ejemplo clásico de ambos egos podrían ser: Caín (el irracional) y Abel (el racional).

19 El ergo proteico es un término de mi propia invención intuitiva que significa una fuerza de transición entre el ego racional y el estado del alma; se debe también a las leyes imaginarias que se encuentran dentro del proceso de evolución del ser humano, principalmente cuando este ser humano está ya en un nivel avanzado de cosmogénesis. Por la importancia que le concedo a este aspecto de ergo proteico le dedico un breve capítulo en páginas adelante.
20 <<Patrick Harpur estudió literatura inglesa en la Universidad de Cambridge. Viajó por África y trabajó en una editorial inglesa. En 1982 dejó su trabajo para dedicarse exclusivamente a escribir. Es autor de dos novelas, The Serpent’s Circle y The Rapture, y un libro de culto: un diario alquímico moderno titulado Mercurius, or The Marriage of Heaven & Hell. Pero es en el campo ensayístico donde ha encontrado un mayor eco internacional con la publicación de Daimonic Reality: A Field to the Other World y del libro, El fuego secreto de los filósofos. Vive en Doschester, Inglaterra>>, datos tomados de la solapa de la contracubierta del mencionado último libro.
21 Aquí solo presento un acercamiento rápido a la palabra “daimon” —que en Harpur obedece, más que a la descripción de un tipo de ser, a un concepto que entraña a un conjunto de seres— como pueden ser los seres feéricos. Estas criaturas feéricas o dáimones en las que se apoya el autor inglés para una historia de la imaginación no son del todo divinos, sino que al igual que los semidioses griegos, entran en lo que describe el reverendo Robert Kirk (citado por Harpur), cuando publicó en 1961 el primer estudio sobre estas criaturas fantásticas, [titulado] La comunidad secreta, [seres] de “naturaleza intermedia entre hombre y ángel”, con “leves cuerpos cambiantes (como los llamados astrales), semejantes a la naturaleza de una nube condensada y visible sobre todo en el crepúsculo”. Para ampliación fundamental de este concepto de daimon, consúltese a Patrick Harpur en su famoso libro El fuego secreto de los filósofos. Una historia de la imaginación (Traducción al español por Fernando Almansa Salomó; Ediciones Atalanta, Girona, España, 2006). Véase en específico todo su primer capítulo: “Los que cambian de forma”, pp. 25-39. También véase su otro importante libro, Realidad daimónica (Traducción al español por Isabel Margelí, Ediciones Atalanta, Girona, España, 2007), otra exquisita historia sobre los seres que pertenecen a la imaginación.
22 De Pierre Teilhard de Chardin, sacerdote jesuita, teólogo, paleontólogo, geólogo y filósofo, del que vengo hablando, y quien aporta su teoría evolucionista de la materia al Espíritu, y en la cual me apoyo para mi propia concepción de la evolución. De hecho, no discrepo de su sentido evolutivo, sino que parto de ello para producir si es posible una mirada literaria, especulativa, de una evolución que si en Chardin es profundamente antropológica y filosófica, plenamente científica, en mi consideración no especializada pretendo un acercamiento de cierto carácter poético-filosófico; en otras palabras, intentar ser —que mi pensamiento sea, digo— la función de un prisma, a través del cual se refracten las distintas eras del religioso y antropólogo (que fue Teilhard de Chardin): antropogénesis, cosmogénesis y cristogénesis, en otro rayo de luz que pueda servirme para iluminar —en mí— una nueva creación imaginativa. Por supuesto, en nada me propongo distorsionar los aportes de este eminente sacerdote y científico francés, sino que creo plenamente en la potencialidad de la literatura para proyectar intuitivamente nuevas consideraciones partiendo de aspectos de la obra de alguien que fue toda una revelación, al menos para mí.

[Este trabajo es un capítulo de mi libro La penumbra de Dios (De la Creación, la Libertad y las Revelaciones). Intuiciones I, aún inédito, pero que será publicado en este mes de octubre de 2015].

Manuel Gayol Mecias en casa de Jorgito

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About the Author

Manuel Gayol Mecías is the Director and Editor of Palabra Abierta (“Open Word”; mu.gayol3@gmail.com), and a Cuban writer and newspaper man. He was a Senior Researcher in the Literature Investigation Center of the Casa de las Américas (Havana, 1979-1989), and was a member of the editorial board of Vivarium magazine, a review published under the tutelage of the Archidiosis of Havana. He has published innumerable critic essays, short stories, novels and poetry in many Cuban and foreign literary reviews and newspapers, and has been the recipient of various prizes in literature, among them the Short Story National Prize of the Union of Writers and Artists of Cuba (UNEAC), 1992, and the Enrique Labrador Ruiz International Short Story Prize of the Círculo de Cultura Panamericano (Pan-American Circle of Culture) of New York, 2004. He worked as editor of Contact Review, from 1994 to 1996. He worked at La Opinión Spanish Newspaper as Editor and Copyeditor (1998 to 2014). At present, he is one of the founders of the Club del Pensamiento Crítico at the Huntington Park Public Library. He is a member of Cuban History Academy in Exile, and a member of Cuban Pen Club in Exile, too, and vice president of Vista Larga Foundation. Published works include "Retable of the Fable" (Poems, Editorial Letras Cubanas, 1989); "Multiple Appraisal of Andre’s Bello" (Compilation, Editorial Casa de las Américas, 1989); "The Jaguar is an Amber Dream" (Short stories, Provincial Center of the Havana Book Editorial, 1990); "Return of the Doubt" (Poems, Vivarium Editions, Archiepiscopal Center of Studies, Havana, 1995); "The Night of the Great Goth" (Short stories, Neo Club Editions, Miami, 2011); "Eyes of Red Goth" (Novel, Neo Club Editions, Miami, 2012); "Marja and the Eye of the Maker" (Novel, Neo Club Editions, Miami, 2013); "Inverse Trip towards the Reign of the Imagery" (Essays, Neo Club Editions, Miami, 2014) and "The Fire’s Artifice" (Short stories, Neo Club Editions, Miami, 2014); "Coincidencias de un editor (o el exorcismo de Joel Merlín)" (Novel, Palabra Abierta/Neo Club Ediciones, Eastvale/Miami, 2015); "La penumbra de Dios (De la Creación, la Libertad y las Revelaciones)" (Essays, Palabra Abierta/Neo Club Ediciones, Eastvale/Miami, 2015); "Las vibraciones de la luz (Ficciones divinas y profanas). Intuiciones II" (Essays, Palabra Abierta Ediciones/ Alexandria Library Publishing House, Eastvale/Miami, 2016).

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