“José Lezama Lima y el pensamiento filosófico. Introducción”

Pensamiento. Literatura. Ensayo.

Por Antonio Correa Iglesias…

    Jose Lezama Lima

 “Lezama, ¿qué día nació usted?

El día que fundaron el mundo”

 Introducción

Como recordara Julio Cortázar en su antológico ensayo “Para llegar a Lezama Lima”, “leer a Lezama es una de las tareas más arduas y con frecuencia más irritantes que puedan darse”. Si a esto se le añade la necesidad de encontrar pistas más allá de lo poético, lo mitológico, estamos recorriendo un sendero tan estrecho como el del filo de una navaja. Estamos enfrentando el abismo tensional donde se hace visible la mesurabilidad de un mundo y la arbitrariedad de otro[1].

La indudable presencia de un conjunto de referencias, categorías, conceptos, pensadores, imágenes, metáforas, símbolos, alegorías, mitos, arquitecturas lógicas, silogismos, parábolas y paradojas, revelan la incidencia de una suerte de credo filosófico-poético o poético-filosófico en José Lezama Lima[2].

Por ello, analizar el pensamiento y la obra de José Lezama Lima, apartado de ciertas parcializaciones y ofuscamientos, puede ser el mejor modo de acercarnos a las dimensiones filosóficas de quien se declarara “el etrusco de la Habana Vieja”.

La obra de José Lezama Lima, ha sido abordada desde muy diversas perspectivas. Sin embargo, una mirada desde los dominios filosóficos ha ido quedado pendiente. Un referente obligado en este sentido, es el ensayo Lezama Lima: una cosmología poética [3] de Lourdes Rensoli & Ivette Fuentes, quienes lo califican como “poeta-filósofo”. Las remisiones analíticas entorno a la obra del autor de Paradiso, han enfatizado su dimensión poética, perdiendo de vista la potencialidad metafísica y ontológica que subyace en lo que el autor llama “sistema poético del mundo” o “cosmología poética”. ¿Hay una ontologización en la obra y el pensamiento de José Lezama Lima?

Sus permanentes alusiones y ejercitaciones genealógicas —por ejemplo— lo ubican con perfecto derecho en una zona des-territorializada [4], una vez que sitúa, desde el ejercicio literario, poético o ensayístico una reflexión sobre los procedimientos de la racionalidad occidental y su “diálogo” —si es que puede ser llamado de este modo— con un estado previo, donde aún no hay parcelaciones del pensamiento y el lenguaje.

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La propia recurrencia de lo que el autor llama “sistema poético”, la prevalencia del imago, la secuencialidad entre la causalidad, la historicidad y el sentido, así como la corporalidad de un sujeto metafórico, aluden a esta presencia.

No obstante, Lezama fue concluyente sobre la pertinencia “filosófica” de su obra: “Este motor [sistema poético] es esencialmente poético. Algunos ingenuos, aterrorizados por la palabra sistema, han creído que mi sistema es un estudio filosófico ad usum sobre la poesía. Nada más lejos de lo que pretendo. He partido siempre de los elementos propios de la poesía, o sea, del poema, del poeta, de la metáfora, de la imagen”.[5]

Sin embargo, pese a su defensa de la territorialidad poética, no puede dejar de ser considerado toda la influencia y la potencialidad hermenéutica que le viene del pensamiento filosófico greco-latino clásico, así como las huellas perceptibles de la filosofía cristiana medieval, la alquimia, el taoísmo, confucionismo, budismo e hinduismo. Esto, por solo mencionar algunos ejemplos, ejemplos complementados con toda la referencialidad que va desde Nicolás de Cusa hasta Simone Weil.

El “mundo alucinante” del narrador cubano, parece garantizar un poliedro de perspectivas inagotables. Adentrarnos en las fabulaciones, en su densidad onírica o sencillamente, ingresar en su sistema, con el propósito de descubrir el rostro filosófico de este poliedro, constituyen uno de los objetivos fundamentales de este libro. Un segundo propósito estará enrumbado a la necesidad de develar las intercepciones (nudos gordianos) filosóficas del pensamiento y la obra de José Lezama Lima. Cómo estos se articulan en su discursividad analítica, es el propósito que cierra este libro.

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Aunque hay suficiente material disponible sobre el pensamiento y la obra de José Lezama Lima, hemos considerado necesario regresar a las fuentes primigenias. De este modo, utilizaremos el método retroprogresivo que esbozara el filósofo español Salvador Paniker en “Filosofía y Mística”[6]. El fundamento de este método supone regresar al origen —en este caso las fuentes primigenias— e interrogar al autor en un diálogo personalizado. No se desconocerá todo el material a fin que sobre el narrador cubano se ha publicado, solo que el diálogo con el texto original, la fuente primordial de acceso a la información.

Lo voluminoso de la obra de José Lezama Lima, así como su inmensidad hermenéutica, requiere delimitar el marco analítico de este estudio. Será objeto de estudio, la obra ensayística y literaria[7]. Por la propia complejidad morfológica y conceptual, su obra poética, será objeto de un estudio similar en un segundo libro bajo el mismo tópico.

Si bien lo poético como ejercicio no será “considerado” dentro de este texto, tenemos que partir necesariamente de lo poético como referencia y vínculo obligado.

Lo poético en la tradición de la cultura occidental, valida el ejercicio filosófico que desemboca en la búsqueda del arche, la dike o la aletheia. Por ello, establecer el vínculo literatura filosofía, será fundamental a la hora de comprender cómo se ha desarrollo esta dimensión filosófica.

¿Dónde comienza la literatura y donde la filosofía? Si con Kant y Hegel se agota un modo de producción en términos de filosofía “estrictamente” dicho, la tradición que va de Nietzsche a J.P. Sartre[8], abre una zona de producción que aún desde lo “filosófico”, recurre a modos literarios para auto-expresarse. Suerte si así se quiere de filosofía extendida o filosofía limítrofe. De este modo, el pensamiento poético, la cosmología poética que hace poesía sobre la base de una rica cosmovisión filosófica, donde literatura y filosofía se integran en unidad, para desplegarse en un discurso en acción cogitativa, constituye la zona telúrica donde el hechizo de lo insular cobra sentido. Y lo insular, en última instancia como espacio de legitimación de un pensamiento que descubre una visión señorial de nuestro mundo.

Anticipando alguna de las coordenadas-capítulos sobre las cuales estaremos discursando, he podido establecer varios ejes analíticos que constituyen el centro a partir del cual podemos hablar de un rostro filosófico en el pensamiento y la obra de José Lezama Lima:

–              Indagación sobre la naturaleza de lo sensorial.

–              Lo cubano como ontología.

–              El imago como posibilidad.

–              El concepto hombre.

–              Eras imaginarias: imagen de la construcción histórica, expresada en tres zonas de posibilidad.

–              La idea de sistema.

–              Azar, caos y vacío.

–              La Weltanschauung lezamiana.

–              El curso délfico como mayéutica socrática.

–              Lo visible y lo invisible como mecanismo conceptual, como propedéutica filosófica.

–              Lo tropológico.

Finalmente, la búsqueda de algo conocido, aunque conocido fugazmente, el enemigo rumor que escapa pero que en el vértigo efímero y encantador de la poesía se descubre, la noche insular, los jardines invisibles, la poesía que se engendra en el hacer, el hacer que supone encontrar; son pistas que configuran a José Lezama Lima. Al mismo tiempo, las ideas limítrofes donde lo cosmovisivo entre la literatura y la filosofía en tanto refieren al hombre en relación con el mundo o al cosmos humano en sus múltiples mediaciones, articulan un universo poético expresado en cosmología y teogonía fundacional.

 


Notas:

[1] Aludo a la metáfora del remolino Caribdis y al monstruo Scila.

[2] Hago la distinción entre credo y sistema filosófico atendiendo a lo que Alexis Jardines refiere en su texto “Filosofía Cubana in nunce: ensayo de historia intelectual”: “A ese ajiaco de literatura, política y positivismo es a lo que se le llama en Cuba, todavía hoy, “filosofía”. “Reitero: nuestros “filósofos”, por excelencia, del siglo XIX tienen ideario, mas no filosofía. En este sentido, puede y debe hablarse del ideario de Varela, Luz o de Varona, tal y como se habla del ideario martiano”. Ediciones Colibrí. Pág. 29 y 38

[3] Letras Cubanas. La Habana, 1988

[4] El propio Lezama Lima considera que “el estudio de la literatura debe rebasar las fuentes de información estrictamente literarias. En la concepción de Santayana también está el criterio de unidad entre la filosofía y la literatura. “Los razonamientos e investigaciones de la filosofía son laboriosos; solo de un modo artificial y con escaso donaire puede la poesía vincularse a ello. Pero la visión de la filosofía es sublime. El orden que revela en el mundo es algo hermoso, trágico, emocionante, es justamente lo que, en mayor o menor proporción, se esfuerzan todos los poetas en alcanzar”.

[5] P. Simón: Recopilación de textos sobre José Lezama Lima. La Habana, Casa de las Américas. Serie Valoración Múltiple. 1970. Pág. 57

[6] Anagrama, Barcelona, España 1999

[7] Entiéndase obra literaria, toda aquella obra que tiene como formato lo narrativo y/o ficcional.

[8] “Se trata de que las investigaciones filosóficas parecen críticas literarias (piénsese en Stanley Cavell escribiendo sobre Becktes o Thoreau, en Sartre escribiendo sobre Flaubert), las discusiones científicas se asemejan a fragmentos de bellas letras (Lewis Thomas, Loren Eiseley), fantasías barrocas se presentan como observaciones empíricas inexpresivas (Borges, Barthelme), aparecen historias que consisten en ecuaciones y tablas o en testimonios jurídicos (Fogel y Engerman, Le Roi Ladurie), documentos que parecen confesiones verdaderas (Mailer), parábolas que pasan por ser etnografías (Castaneda), tratados teóricos expuestos como recuerdos de viaje (Lévi-Strauss), argumentos ideológicos presentados como investigaciones historiográficas (Edward Said), estudios epistemológicos construidos como tratados políticos (Paul Feyerabend), polémicas metodológicas arregladas como si fueran memorias personales (James Watson). Lo único que falta es teoría cuántica en verso o biografía expresada en álgebra”. Véase C. Geertz (1980) Art. Géneros confusos. La refiguración del pensamiento social, en Rev. American Scholar, vol. 49, N° 2 (Versión digital). Pág. 165

[Esta “Introducción” pertenece a su libro El búho en la ventana. Estudio crítico en tono al acervo filosófico de JLL, aún inédito, y es una colaboración especial del autor con Palabra Abierta, en la que más adelante irán apareciendo nuevas contribuciones de esta obra]

Antonio Correa Iglesias

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About the Author

Antonio Correa Iglesias. Ensayista y profesor cubano. Realizó estudios en la Facultad de Historia y Filosofía de la Universidad de La Habana, donde obtuvo su licenciatura en Filosofía e Historia, en el año 2000; en la misma universidad llevó a cabo su Maestría en Filosofía en el 2003. Entre los años 2004 y 2010 preparó su candidatura para el grado de Doctor en Filosofía. En el 2011 recibió su doctorado en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Bonn, Alemania. Ha sido profesor asociado del Departamento de Filosofía y Estética, en la Universidad de La Habana, Cuba (enero de 2011 a diciembre de 2012). Trabajó como profesor adjunto de la Facultad de Artes Visuales de La Universidad de La Habana (septiembre del 2003 a diciembre de 2010); decano de la Facultad de Artes Visuales (septiembre de 2003 a julio de 2007) y también, como profesor adjunto, impartió clases de historia de la filosofía en la Facultad de Filosofía e Historia de ese mismo alto centro docente (de septiembre de 2003 a diciembre de 2012). Ha sido crítico y curador de arte contemporáneo en varias revistas especializadas y ha trabajado con diversas galerías de arte en Alemania y los Países Bajos. En la actualidad es coordinador del Programa de Filosofía y Ética en cuba, Programa de Ética, Universidad de Miami.

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