Acerca del habla, la educación formal y los valores entre cubanos

Written by on 20/10/2014 in Critica, Literatura - No comments

Literatura. Crítica. 
Por Reynaldo Fernández Pavón…

 El castellano en Cuba

 

Un tema  muy llevado y traído es el referido al habla  y la educación formal entre cubanos. Ante todo, debemos reconocer que decenas de miles de profesionales, intelectuales, técnicos, profesores, artistas y trabajadores de todas las esferas hablan correctamente el español y se proyectan como personas decentes. Entre cubanos, dentro y fuera de la isla, hay marginales que se proyectan como tales pero no representan a otros estamentos de la sociedad.

Miro con preocupación que haya ciudadanos que, conociendo perfectamente las causas de nuestros males, se sienten en la superficial comodidad de una aparente sabiduría a ejercer la crítica sin proponer soluciones. No creo que se peque por ignorancia, pues se muestran sapientes en la crítica de las formas y el verbo, a la vez acéfalos para trabajar la corrección de un fenómeno estrictamente fechado por condicionamientos sociohistóricos y políticos. Más allá de cierta mala intención y de resentimientos, se desprecia a nuestro pueblo como un todo, y lo que es peor, se asume su incapacidad de redención. Responsabilizar a nuestro pueblo de las consecuencias que ha generado la ejecutoria de sus opresores entra ya en el terreno de la complicidad. Ya no sólo nos odian los que desde el poder nos dividen y destruyen; a esa tarea malvada y antinacional, se incorporan sectores que antes se presentaban como críticos del régimen. Hasta ese punto hemos llegado.

Lo que urge —y esto va dirigido  a quienes “hablan correctamente el español”— es hacer público qué debería hacerse para superar el maltrato del idioma y mejorar la educación (manifestaciones que más allá de un aspecto formal representan una expresión de valores) en el presente y el futuro. Exponer puntos de vista  con la pasión por la excelencia de hombres ilustres como Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, quienes se abrazaron con los negros esclavos y  los trabajadores y campesinos humildes en la manigua redentora, poniendo el prestigio personal,  la educación y la cultura en función de prestar un servicio a la nación por la que ofrendaron sus vidas.

Han llegado a conmover la sensibilidad de muchos analistas, los textos agresivos del reggaetón que han puesto en tela de juicio la situación en la que se encuentra el panorama musical de la isla. La actual crisis de esta disciplina artística no tiene ninguna relación con los músicos, compositores y musicólogos cubanos que siguen siendo talentosos y profesionales; se trata de la política de  difusión y promoción de los contenidos artístico-musicales y los espectáculos en vivo, que sirven a los postulados dirigidos a la descomposición ética de la ciudadanía, en  un estado dueño absoluto de los medios masivos de difusión que juegan un papel decisivo en la formación de los gustos, preferencias  y patrones de conducta, propiciando todo lo que permite a los ciudadanos comportarse como masa, mientras se reprimen los pronunciamientos y propuestas donde se alienta un comportamiento ciudadano.

¡Da pena leer que un grupo de jóvenes en La Habana, en vez de compartir y comunicarse mutuamente,  lleguen a agredirse en un bailable! Pero es todavía más  lamentable  que quienes han comentado estos amargos sucesos, a través de las redes sociales y la prensa, no vean que esa agresividad mal encausada es una consecuencia de la frustración que la realidad les provoca. y el texto de las canciones una evidente proyección sicológica.

No podemos olvidar que todas las generaciones han tenido expresiones de rebeldía y de protesta;  característica propia de la psicología de esa etapa de la especie humana.

El  rock agredió  las clases vivas de  “The American Way of Life” en la década de los años 50. Este género de la música estadounidense, no se enfrentó a prohibiciones gubernamentales, sino a todo lo contrario, la industria de la música lo asimiló. El rap fue una manifestación musical muy controversial,  que expresó el sentir  de los afroamericanos respecto a los valores y conflictos de la sociedad en que vivían, reacción que la cultura oficial asumió como una manifestación artística valida y la internacionalizó como producto.

Las prohibiciones, lejos de promover soluciones a los conflictos, los recrudecen. Lo que se debe hacer es difundir  la música cubana que ha cruzado todas las fronteras como embajadora de la cultura cubana y recuperar las tradiciones y celebraciones populares en todos los rincones del país, en las cuales,  la música ha jugado un papel primordial desde los primeros asentamientos.

En Cuba, radio Kramer y CMOX eran  emisoras radiales que transmitían música norteamericana, programaban las grandes bandas de jazz y los intérpretes que estaban de moda en la década de los años 50. Los discos de los grupos e intérpretes más populares de los Estados Unidos de América se vendían en las tiendas cubanas a la par que los discos de los intérpretes del patio. Los más grandes músicos de concierto y de la música popular, de América del Norte, de Nuestra América y de Europa actuaban en los teatros del país, en los cabarés y en los programas de la radio y la televisión. Debemos preguntarnos, ¿por qué esa presencia de intérpretes extranjeros no impedía que el Benny Moré actuara con su banda gigante y las pistas de los locales estuvieran repletas de bailadores?

Hay que interactuar sin paternalismos, analizar los conflictos existenciales de nuestros congéneres y dar respuesta a sus inquietudes. No estigmatizar a otros por sus desacuerdos y rechazar  la doble moral que tanto daño ha hecho a la psicología colectiva. Mucho ayudaría al habla y la educación restituir los programas de Moral y Cívica desde edades tempranas y hacer al ciudadano común responsable de su comportamiento por la sanción más efectiva cuando se vive en una sociedad estructurada: la sanción moral.

¿Puede existir una sanción moral en una realidad donde se carece de las más básicas libertades o en un medio social donde el interés político del momento ha sido el fundamento de todas las normas de conducta? La variabilidad de los intereses políticos del régimen instauró el relativismo respecto a los valores, y los conceptos éticos y morales dejaron de funcionar para la mayoría,  proyectándose el ciudadano común, en situaciones diversas, desde el imperativo precivilizado de la necesidad.

Se trata de genocidio cultural como práctica sistemática y su consecuencia es la  miseria espiritual y material más profunda de la historia republicana, con los efectos negativos que la insatisfacción de las necesidades genera; y a la par,  se han fermentado las peores actitudes de la cultura marginal, extrapolándose a toda la sociedad en su conjunto.

Se ha  borrado de la memoria colectiva el ejemplo y la presencia de la verdadera aristocracia cubana, la que integraron  los mambises como Antonio Maceo,  Máximo Gómez y Calixto García,  quienes  con su dignidad y decoro nos iluminaban. La cúpula del poder, reinventado la historia, nos ha sumido en un neooscurantismo en el que se impuso la falsedad de que vivimos en la prehistoria hasta el 1 de enero de 1959.

Como consecuencia de la manipulación muchos compatriotas han llegado al convencimiento de que somos parte de un país de ignorantes y mal nacidos, una masa anodina de chusmas sin valores que no vale nada y que, por tanto, tienen el sistema y los gobernantes que se merecen, para así fecundar un invernadero en el cual, después de medio siglo de totalitarismo, la psicología colectiva no concibe el cambio; la valoración de sí y para sí, ha sido hundida en el fondo de la demagogia populista y en esas circunstancias se llegan a perder las esperanzas y el amor propio. La única salida es huir del país, válvula de escape planificada por el sistema desde el éxodo de Camarioca hasta la fecha, y que le ha permitido cíclicamente evitar la confrontación con las clases vivas que hubiesen podido crear fisuras en el  “orden establecido”.

A los  cubanos que viven en el exterior se les tipifica como “la Mafia de Miami”, no importa el país donde se encuentren, ni la postura respecto a la política, el orden interior y los derechos humanos  y, por otra parte,   algunos cubanos en el exilio se refieren a los que viven en la isla como una masa servil y anónima, sin que unos y otros tengan consciencia de que  ambas posiciones le hacen el juego al poder, reforzando la idea vil de que somos una nación donde no hay posibilidad de cambio ni de relevo generacional.

Cada día cobra más mérito la postura de José Julián Martí y Pérez,  escritor que  poseía una cultura muy superior a la de los hombres cultos de su generación. Catedrático en Historia de la Filosofía y Lengua Inglesa y profundo conocedor de la  literatura francesa, alemana e italiana. Organizó los preparativos para el inicio de la segunda guerra de independencia en una nación con niveles muy altos de analfabetismo e ignorancia; y, sin embargo, no existe una carta o un ensayo de este intelectual de las Américas, en el que se refiera a sus congéneres con desdén.  Martí se refirió a temas tan diversos como la música de Ignacio Cervantes así como a las muestras colectivas de pintores europeos  que alcanzaron la fama a fines del siglo XIX y en los albores del siglo XX, cuando eran literalmente desconocidos. Las naciones latinoamericanas desde México hasta la Patagonia, tienen problemas sociales, políticos y económicos que enfrentar; jamás he escuchado a un latinoamericano expresarse de sus compatriotas con el desdén con el cual se expresan de sí mismos algunos cubanos públicamente.

Cuando se hable de lo cubano, no insistamos en identificar este concepto con el absolutismo del poder o las actitudes negativas que ha generado en algunos individuos. Las generaciones actuales y las que están por nacer necesitan saber que la Virgen de la Caridad del Cobre, Mariana Grajales, las madres que  resisten con decoro y dignidad esa raza vil de hombres tenaces, son lo cubano. Brindis de Salas, José White, Severiano Heredia, Cirilo Villaverde, Carlos J. Finlay, Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, Rita Montaner, José Raúl Capablanca, José Luciano Franco, Agustín Cárdenas, Wifredo Lam, Ernesto Lecuona, Aurelio Baldor, Celia Cruz, Ignacio Villa, Celina González,  José Lezama Lima, Heberto Padilla, Tomás Gutiérrez Alea, Lázaro Ros y Carlos Acosta son lo cubano. Los héroes del panteón y de la fragua son lo cubano.

Los jóvenes que han devenido jineteros y los que sobreviven sumergidos en los túneles del mercado negro son una manifestación de la decadencia del sistema; seres humanos que habrá que rescatar y deben considerarse víctimas del reino de la necesidad y del totalitarismo castrista. Siento por ellos la misma compasión que experimentamos por los 140 millones de niños que viven en las calles del mundo hoy día; muchos de ellos tendrán que prostituirse para sobrevivir pero sería una vileza condenarlos.

El presbítero Félix Varela anticipa con su vida y su obra que servir es una manera de luchar contra la injusticia.  Murió lejos de la tierra que lo vio nacer, olvidado por los que participaban del banquete de rubios caldos de su tiempo. El maestro Varela nos legó su ejemplo y los cimientos sobre los cuales se construyó una nación con un lenguaje y una psicología común a partir de las creaciones incesantes de un pueblo que inscribió con letras doradas su nombre en el concierto de naciones y está viviendo una tragedia de proporciones incalculables desde la primera mitad del siglo XX.

Lo cubano late dentro y fuera de la isla simultáneamente; es un gen que espera las condiciones que le permitirán poner de manifiesto lo mejor de nuestro espíritu en todas las esferas de la actividad humana y del pensamiento. Es tiempo de  superar las catarsis, de eliminar el choteo y de asumir posturas que, junto a la mayoría, puedan propiciar esas condiciones.

Reynaldo Fernández Pavón

 

 

 

 

 

 

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About the Author

Reynaldo Fernández Pavón nació en Ciudad de La Habana, Cuba en 1951. Cursó estudios de nivel medio superior en música en la Escuela Nacional de Artes. Es Licenciado en Historia del Arte de la Universidad de La Habana y desde el año 2000 ha impartido clases como profesor adjunto del Departamento de Español y Portugués de Temple University, donde le otorgaron un Máster en Composición. Obtuvo el Premio de Música 13 de Marzo de la Universidad de la Habana como compositor en1975. "Presagios", Su primer libro de poemas recibe la Primera Mención del Concurso David de Poesía, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en 1979. En 1980 obtiene el Primer Premio David de Poesía UNEAC con el poemario "Cruzando mares", publicado en 1981 por Ediciones Unión. Posteriormente publica poemas en "Juventud Rebelde", "Caimán Barbudo", "Casa de las Américas", "Revolución y Cultura" y la "Gaceta de Cuba". Sus obras sinfónicas y de cámara han sido interpretadas por prestigiosas agrupaciones, tales como la Orquesta Sinfónica de Matanzas, la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, la Orquesta de Cámara de La Habana, la Orquesta de Cámara Brindis de Salas y la Orquesta Filarmónica de la República Federativa Rusa. En 1982-1983 recibe el Premio EGREM al Mejor Productor Musical de Cuba por su obra discográfica con el grupo Irakere y el Cuarteto de Jazz de Chucho Valdés. Ha escrito música para documentales del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC) y para seriales y documentales del Instituto Cubano de la Radio y la Televisión (ICRT). En 1996 compuso la música de la obra de teatro Cuentos Negros de Lydia Cabrera, estrenada en el Teatro del Repertorio Español de la Ciudad de Nueva York, obra que gana el Premio a la Mejor Producción Musical de 1997 otorgado por la Asociación de Críticos de Espectáculos (ACE) de New York City. Para mayor información visite: www.eniolapublishing.com y www.eniolarecords.com.

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