Cuba: el periodismo libre es el que cuenta

Política. Periodismo. Sociedad. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

 

 

“La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla”.   

Estas dos frases son  pilares de la libertad de expresión y de prensa en la cultura occidental. La primera es atribuida al enciclopedista francés Voltaire, uno de los fundadores teóricos de la democracia liberal moderna (por su culto a la  libertad individual), y figura clave de la Ilustración y el  Siglo de las Luces. La otra es del padre de la independencia de Cuba, escritor y periodista, José Martí, quien trazó una regla de oro del periodismo al destacar que su cualidad primera es la veracidad.

Desde sus orígenes en el imperio romano con las cartas-crónicas de Plinio el Joven que permitían conocer detalles de la vida cotidiana,  luego con la imprenta de Gutenberg y las hojas volantes que daban noticias, y  en el siglo XVI  con los periódicos impresos, los medios han sido cronistas de cada época histórica, que hoy incluyen a los medios digitales.

Pero en Cuba, al haberse suprimido la propiedad privada, la prensa es estatal y encima totalitaria. No es cronista de nada. Ese rol de veedor y crítico de la realidad de su época lo tiene la emergente prensa privada brutalmente reprimida por decir la verdad.

Los medios oficiales difunden la falsa realidad que fabrica la dictadura.  Son  promotores de propaganda ideológica y política. El régimen los utiliza según  el principio nazi que hizo famoso a Goebbels: una mentira repetida constantemente se convierte en verdad.

Si no me conviene, es mentira, aunque  sea verdad,  y si me conviene, es verdad, aunque sea mentira. Esa esa es la lógica, leninista y filosóficamente cínica (William James) que aplica el Partido Comunista de Cuba.

Los cubanos menores de 67 o 68 años no tienen idea de que  Cuba era una potencia mediática de América Latina. Toda privada e independiente. Con 58 periódicos Cuba era el tercer país en ejemplares impresos con 129 por cada 1,000 habitantes,  detrás de Argentina y Uruguay (180).

Con un millón de radiorreceptores Cuba ocupaba el primer lugar per cápita en Latinoamérica y el octavo mundialmente, según la ONU.  Era pionera continental de la TV.  Tenía 126 revistas semanales y 160 radioemisoras. El 6 de febrero de 1958 la revista Bohemia  tiró 503,000 ejemplares. Ningún otro medio impreso en Latinoamérica alcanzó  tal cifra.

Pero llegó el Comandante y en vez de cumplir su promesa de restablecer la libertad de prensa y de expresión, las suprimió de cuajo. Estatizó todos los medios, que desde entonces distorsionan la realidad. Desinforman para mantener en la ignorancia al obediente “hombre-masa”  de que hablaba Ortega y Gasset, que es el que necesita todo sistema totalitario.

Roto el monopolio de la mentira

A los futuros historiadores de nada les servirán los medios oficiales para conocer las entrañas del castrismo.  Pero  sí  contarán  con la información y los testimonios de pueblo acumulado por los periodistas independientes de dentro de Cuba  y  también los de la diáspora, que son cuantiosos.

Y es que el monopolio interno de la mentira ya fue roto  gracias a la valentía y el patriotismo de profesionales del periodismo, con el concurso de las nuevas tecnologías.  Hoy con los “paquetes” de TV, los teléfonos celulares, los “memory flash”,  las tabletas,  Radio y TV Martí, o por las redes clandestinas de wifi,   son cada vez más los cubanos que conocen mejor la realidad del país y la del mundo.

Una  muestra se vio con el huracán Irma. Hubo tardanza oficial en informar  y ocultamiento inicial de daños  porque  la dictadura temía que se exacerbara en la gente el rechazo al régimen,  pues sabe que nunca logra recuperar las viviendas ni los bienes perdidos a causa de un huracán. Es la experiencia que tiene.

Pese a la represión, la verdad por delante

Fueron los medios privados los que describieron los destrozos e informaron de protestas callejeras  y la indignación de la población ante  el abandono oficial. La prensa estatal reportaba algunos daños aislados, pero convoyados con loas al régimen y repitiendo “que la revolución no dejará a nadie desamparado”. Una burla macabra.

¿Dónde se metió este hombre después del paso del huracán Irma?

Casi todas las imágenes de la destrucción en detalle fueron tomadas por periodistas independientes o por simples ciudadanos teléfono en mano. Fueron los que informaron sobre la falta de agua y de electricidad, y que Raúl Castro increíblemente no dio la cara en ningún momento. Porque es la prensa independiente la que  escucha en las calles las quejas de la gente.

Pese al lento avance de  la internet, han proliferado los  blogs y medios digitales independientes y críticos de la dictadura, con una variada orientación editorial. Se financian lo mismo con dinero privado enviado por emigrados cubanos, que con becas de instituciones, fondos de gobiernos extranjeros, etc.

El régimen se ensaña con ellos porque ya no puede engañar todo el tiempo a todos. Es vergonzoso que los verdaderos periodistas cubanos, los independientes, no sean aceptados en la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC),  y expulsados los que ya pertenecían, cuando son ellos los que rinden culto a la verdad y los cronistas de su época.

¿Etica en el periodismo castrista?

El colmo es que el artículo 7 del llamado “Código de Etica de la UPEC”  dice: “No es ético en el ejercicio de la profesión el triunfalismo, el hipercriticismo y la manipulación de la información”.

¿No es “triunfalismo” publicar  loas a un gobierno que convirtió al país en una gigantesca cárcel y que ya suelta los pedazos totalmente en ruinas?  ¿Es o no “manipulación”  silenciar lo que no conviene a la dictadura, o  culpar al “bloqueo” del desastre socialista?

De qué “hipercriticismo” habla la UPEC si la prensa estatal cubana es la  más aduladora de gobierno alguno en la historia de las Américas.  ¿Es “ético” acusar de propaganda enemiga y meter en la cárcel a un periodista,  o confiscarle sus medios de trabajo,  por criticar al gobierno, cosa que hacen diariamente todos los periodistas en el mundo normal?

El gremio periodístico oficial debiera avergonzarse de ser cómplice como entidad colegiada de más de 2,100 periodistas, de una tiranía que viola el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:   “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión”.

Lo que la UPEC debiera hacer es organizar un homenaje y entregarles el “Premio Nacional de Periodismo José Martí” a algunas de las emblemáticas figuras del periodismo independiente, pues lo ejercen al estilo martiano, acosados por una dictadura.  Son ellos  quienes preservan  la honrosa tradición del periodismo cubano, que ejercieron tantos próceres hostigados y encarcelados por el colonialismo español, y luego por brillantes periodistas durante la república.

La verdadera prensa cubana

A fines de los años 80 y principio de los 90, cuando no había celulares, twitter, Facebook,  o computadoras en Cuba, renació  la prensa privada en Cuba. Sin tener todas las herramientas técnicas a mano, un  pequeño grupo de hombres y mujeres se desgajaron del imperio mediático comunista  e iniciaron el periodismo independiente, que se fue nutriendo con comunicadores de alto nivel profesional.

Luego se disparó con las nuevas tecnologías y se sumaron  incluso recién graduados de la universidad que rechazan ser esclavos mediáticos del PCC.  Hoy ese periodismo libre lo integran más de 200 profesionales, pero  viven bajo el acoso del  MININT y del PCC. Con arrojo admirable desafían la represión y plasman la dramática realidad del país.

Hoy las noticias de Cuba que afectan al cubano de a pie, o revelan la crisis permanente de la sociedad cubana, la represión  y la desesperanza de la gente, son conocidas por lo que informan los periodistas independientes. Ellos son la verdadera prensa cubana. Sus investigaciones, fotos, videos  y denuncias recorren digitalmente los 5 continentes.

Eso no lo perdona la tiranía. Los persigue, los apalea o encarcela, les quita sus medios de trabajo, les prohíbe viajar al extranjero.  Pero su valor y tenacidad se imponen,  y gracias a esa prensa independiente hoy son conocidas las entrañas del castrismo,  mejor que nunca antes.  Eso ya no lo para nadie.

Cuando pase el tiempo los periodistas hoy  rechazados por la UPEC  serán los que habrán trascendido  como un admirable activo  histórico y patriótico de Cuba.

 

 

 

 

©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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